La cadena de restaurantes Pizza Hut reafirma su compromiso con la sociedad costarricense mediante dos programas de responsabilidad social empresarial (RSE): Slices de Alegría y Sin etiquetas.
El primero de ellos, Slices de Alegría, busca ayudar a disminuir la deserción escolar, dotando de libros de texto a niños de escuelas públicas de comunidades en riesgo social, tanto de zonas urbanas como rurales.
"Nosotros sabemos que si impactamos en la educación estaremos construyendo una sociedad más equilibrada, donde las oportunidades lleguen para todos", comenta Alejandra Maroto, gerente de Recursos Humanos de la empresa.
Por su parte, el programa Sin etiquetas, tiene que ver con la generación de oportunidades de empleo para grupos que sufren algún tipo de discriminación. De esta manera, aborda población con discapacidad, la comunidad LGBTI, refugiados y jóvenes con baja escolaridad y que vienen de zonas marginales o conflictivas, conocidos como "ninis".
Slices de Alegría. Este programa, que inició en 2012, lo lleva a cabo la compañía de la mano de sus colaboradores y sus clientes. Consiste en una colecta que realizan los empleados de los restaurantes, mediante alcancías y cargos a tarjetas.
Empezó en 2012 y fue la primera vez en la que Pizza Hut involucró a sus clientes en una campaña de RSE.
En esa primera ocasión, se recogieron ¢4 millones durante cuatro semanas. El año siguiente, se superaron los ¢10 millones. En 2014, se llegó a ¢25 millones. En 2015 fueron ¢43 millones y, este año, se alcanzaron ¢67 millones. En total, con los más de ¢150 millones recaudados, se han beneficiado 120 escuelas y 22.696 niños.
"Hay niños que, en los seis años de escuela, no han tenido que comprar un solo libro", menciona Andrés Ramírez, coordinador de desarrollo.
Maroto señala que, a través del apoyo que obtienen de sus clientes y colaboradores, y con la alianza de Grupo Nación y Libros para todos, se logra resolver parte importante del reto que tienen de ayudar a la población en riesgo.
El proceso del donativo inicia con el esfuerzo del personal de los restaurantes, que son quienes hacen la recolección. Luego, el monto total se convierte en libros de estudio. Estos son empacados por un grupo de colaboradores y, finalmente, son entregados a los centros educativos en medio de una celebración.
Sin etiquetas. Por otra parte, el programa Sin etiquetas se basa en la empleabilidad y convierte a la empresa en un aliado del Ministerio de Trabajo en su iniciativa de ubicar a la población que se ve afectada por las altas tasas de desempleo.
De esta manera, la compañía le otorga una oportunidad a los jóvenes que vienen de comunidades marginales y muchas veces no consiguen trabajo por su apariencia física o los estigmas que traen.
"Muchos de ellos quieren trabajar, pero no tienen experiencia, ni formación académica", dice Maroto. El otro grupo es la comunidad LGBTI hacia cuyos miembros la empresa propicia que se sientan libres e incluidos y que puedan expresar su esencia sin limitación alguna.
Otro de sus ejes lo conforman los refugiados, con los que se busca eliminar paradigmas. "Muchas veces se cree que vienen huyendo o que estuvieron vinculados a algún problema", dice Ramírez.
Y finalmente, se encuentra la población con discapacidad, con la cual tienen como propósito contratar a una persona al mes como mínimo.
"Eso nos ha permitido ingresar a la organización más de 40 personas. Tratamos de que todos estén integrados dentro de la compañía y de que, cuando ya son parte de nosotros, sean tan productivos y comprometidos como el resto del equipo", concluye la gerente.
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