Medicina natural es la única opción en Sitio Hilda desde hace dos años

La última visita de las autoridades en salud a Sitio Hilda fue en el 2013. Esa ausencia de atención médica oficial en dos años despliega un paisaje con señales de desnutrición, estómagos inflados por parásitos, dientes manchados y con caries y otros posibles padecimientos tanto en niños como adultos. Pese a ello, lo que realmente preocupa es un parto o una quebradura, en estos casos quienes ayudan son las abuelas o el Sukia, un médico indígena que basa sus métodos en sistemas naturalistas y espirituales.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La última visita de las autoridades en salud a Sitio Hilda fue en el 2013. Esa ausencia de atención médica oficial en dos años despliega un paisaje con señales de desnutrición, estómagos inflados por parásitos, dientes manchados y con caries y otros posibles padecimientos tanto en niños como adultos. Pese a ello, lo que realmente preocupa es un parto o una quebradura, en estos casos quienes ayudan son las abuelas o el Sukia, un médico indígena que basa sus métodos en sistemas naturalistas y espirituales.

El Sukia que asiste a Sitio Hilda vive como a dos horas de distancia, él baja a la comunidad una vez al mes o cuando se le llame. Sus métodos son alternativos y en ocasiones limitan a los indígenas a someterse a dietas o restricciones como el no pasar por donde caen las hojas; pausas que están fuera de alterar su cultura y vida.

El trabajo de este médico es tanto curativo como preventivo, su presencia en definitiva es mucho más constante que la de las autoridades de salud. Es decir, los más de 60 habitantes de Sitio Hilda no reciben atención médica constante.

"De las principales necesidades que tiene este pueblo es salud. Hace más de dos años que los médicos no vienen. No se ha dado brotes importantes o enfermedades contagiosas, pero si eso se da se muere todo el mundo", asegura Roy Brenes, profesor de la Escuela Jamö.

La única asistencia oficial es la del Técnico en Atención Primaria (ATAP) de la Caja Costarricense de Seguro Social. No obstante, es evidente que el tema de la salud para esta población está simplemente olvidado. "Si ellos no salen no tienen asistencia médica".

Este fue el caso de Adilana Jiménez, una joven de 18 años quien dio a luz el pasado mes de febrero. A diferencia de toda su familia su hijo sí nació en un hospital, el de Turrialba. Para lograrlo tuvo que salir de Sitio Hilda a los seis meses de embarazo y dedicarse hasta los nueve a recolectar café para mantenerse y regresar después del parto.

Adilana no tiene empleo, se dedica a cuidar a su bebé, su madre Xinia es quien vela por la familia. Ella es la cocinera de la escuela Jamö.

"Sí me gustaría trabajar pero no hay en qué. Afuera tampoco hay trabajo. No hay plata. Aquí no gasto nada, solo guardo", comentaba la joven mientras amamantaba a su hijo en una de las bancas de la escuela.

Según Brenes, las autoridades de Salud acostumbraban visitar la comunidad más seguido; sin embargo, desde que se les limitó el servicio de transporte aéreo se interrumpieron las visitas.

"Ellos (quienes brindan la atención) dicen que lo que requieren es más apoyo por parte de la comunidad, pero la verdad es que la Caja (CCSS) les da todo, dinero para que paguen los caballos y alimentación, pero ellos lo que pretendían era que la misma comunidad les diera gratis el acceso y de esa forma tener algún tipo de beneficio, eso no les gustó entonces no regresaron", asegura el profesor.

Otro de los factores que afecta la salud de la comunidad es el acceso al agua y la convivencia con animales. Las fuentes no son confiables, principalmente porque no existe control de dónde depositan el estiércol los animales. Mucho de este material se mezcla en nacientes cuya agua se utiliza para consumo humano, caso que se evidenció en la escuela de Jamö.

Para Gilbert Dondi, de la unidad de paramédicos y rescate del Parque Nacional Chirripó, la presencia de animales dentro de las casas, el mal manejo higiénico y la basura se convierten en los principales focos infectocontagiosos de esta población.

"Son pocos lo que tienen letrinas. Usan los baños de hueco y quebradas específicas para ello. No necesariamente se abastecen de esas mismas aguas, pero esa agua cae al río Chirripó y familias abajo la pueden estar usando, entonces hay que cuidar mucho eso", opinó Brenes.

Si bien esta comunidad requiere de apoyo para mejorar sus condiciones de vida, es indispensable visualizar sus necesidades con la lupa de la cultura y herencias cabécar.

Convivir con los animales, bañarse en los ríos y sembrar en las montañas es parte de su estilo de vida, el cual no es posible calificar como inadecuado. Si bien esta población pide ayuda en temas relevantes como la seguridad y salud, también deja algo en claro: desean continuar viviendo sus tradiciones, sin invasión ni afectación a su realidad.

Con cerdos, pollos y vacas son felices. Con candelas, palas y ríos. Con necesidades, sí, pero claramente hay que escuchar y abrir puentes con esa comunidad, pero desde el respeto que su identidad demanda.