Los próximos destinos que soñamos

Desde casa se vale soñar, así que acá le presentamos una lista de increíbles destinos turísticos para cuando acabe la pandemia

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Es hora de caminar: Villarrica Traverse

Demasiados días de encierro ya están pasándonos la cuenta, así que nada mejor que soñar con un regreso a una de las rutas más sorprendentes de Chile: el Villarrica Traverse, una caminata de 72 kilómetros por el Parque Nacional Villarrica. Lo interesante de esta aventura es que implica caminar en las faldas de tres volcanes: el Villarrica, el Quetrupillán y el Lanín, pasando por bosques de araucarias, restos de erupciones y lagunas que casi nadie ha visitado.

Conocida más por extranjeros que por chilenos, una de las gracias de esta travesía es que es más cercana, al menos en términos de acceso, y tiene a la desarrollada ciudad de Pucón como base. Si bien hasta ahora no tiene infraestructura, las cosas están cambiando: por estos días se termina de construir una cafetería-refugio en el sector de Las Avutardas, cerca de la laguna Quillelhue, la entrada oriental de esta ruta y también la más recomendable, ya que desde allí se caminará casi siempre en bajada hasta la base del volcán Villarrica. Como sea, este trayecto no presenta demasiado desnivel; lo más complejo es que requiere cargar con todo el equipo para al menos seis días de expedición.

También existe una aplicación llamada Trekefun, descargable para iPhone y Android, que permite tener una localización satelital, ir monitoreando el ritmo de caminata y entregar información de distancias y tiempos entre cada tramo. Se puede conseguir contactando a la empresa Patagonia Experience (PatagoniaExperience.cl), que tiene la concesión de la cafetería y que ha sido uno de los principales impulsores del desarrollo de este circuito.

Bucear entre tiburones: Revillagigedo, México

Nadar entre especies de la macrofauna –como mantarrayas gigantes y tiburones de Galápagos, tigre, martillo y punta plateada o delfines nariz de botella– es una especie de sueño para los fanáticos del buceo y algo que el Parque Nacional Revillagigedo, de México, recién inaugurado en 2017, ofrece en estado casi salvaje.

Se trata de una locación a 720 kilómetros de la costa mexicana. El parque –el más grande de todo Norteamérica– contiene cuatro islas volcánicas y una superficie marina de 148 mil kilómetros cuadrados, que pasaron a ser considerados terreno protegido luego de que científicos destacaran su relevancia para cientos de especies en peligro que históricamente habitaron las costas de ese país. Según ecólogos, lo interesante del experimento es que, a tres años de convertirse en parque nacional, Revillagigedo hoy tiene una población de animales en estado salvaje casi prístino. Y para que esto siga así, cualquier actividad que no sea el buceo está prohibida: incluso bajar en alguna de las islas.

La mejor forma de conocer esta zona es tomar un servicio de live aboard en Cabo San Lucas, en el sur del estado de Baja California, que es un barco de buceo que zarpa con guías expertos para hacer esta experiencia.

Naturaleza viva: islas Feroe

De un tiempo a esta parte, las islas Feroe se han convertido en un éxito de las redes sociales. Su más famosa postal, una vista hacia el pueblo de Gásadalur, en la isla Vágar –una de las 18 que conforman este archipiélago ubicado en el Atlántico Norte–, con sus acantilados, verdes planicies y una gran cascada que cae al mar, de pronto está apareciendo repetidamente en Instagram. Sale en publicaciones de revistas en línea, en posteos de viajeros. Una señal clara de que a este lugar, que se ha convertido en alternativa a los cada vez más saturados paisajes de Islandia, habría que ir apenas se pueda, como para tener una experiencia lo más pura posible.

Islas Feroe atrae principalmente a fotógrafos de naturaleza y aficionados a las aves. De hecho, este es el lugar donde es posible observar a una de las especies más particulares del mundo: el puffin o frailecillo antártico, que llega a anidar en estas islas a mediados de mayo y se caracteriza por tener un pico ancho y triangular, de color rojo-anaranjado y gris. Lo bueno es que el archipiélago está bien conectado por una red de túneles, puentes, ferries, aviones y helicópteros, así que resulta bastante sencillo moverse entre las islas. A Mykines, la isla donde se encuentra el puffin, se puede llegar en ferri fácilmente: zarpan todos los días desde Vágar.

La otra cuna de The Beatles: Hamburgo

La nostalgia no pasa de moda; The Beatles, tampoco. A comienzos de año, antes de que se desatara la pandemia, Hamburgo se preparaba para la celebración del 50.° aniversario de la llegada de los Fab Four a esta ciudad portuaria alemana con un evento musical llamado Come Together: The Hamburg Beatles Experience, que se pospuso para 2021.

La historia dice que fue aquí donde el grupo se volvió realmente profesional, ya que fue su primera “gira internacional”. John Lennon dijo también que fue en Hamburgo donde se hicieron adultos: en 1960 se establecieron en St. Pauli, el barrio rojo de Hamburgo, y allí tocaron en los principales clubes nocturnos de la ciudad, como el Indra Club o el Kairsekeller, que todavía sobreviven. Esos sitios están entre las principales locaciones que se visitan en el más famoso tour Beatle de la ciudad, que conduce Stefanie Hempel (hempels-musictour.de), quien lleva 10 años haciendo este recorrido y entre cuyos pasajeros se cuentan personalidades beatlescas como Mark Lewisohn, reconocido historiador de los Fab Four; Freda Kelly, presidenta del primer fan club oficial de The Beatles, y May Pang, exasistente personal y expareja de John Lennon en los años 70.

Hamburgo también mira al futuro y es otra buena razón para querer visitarla pronto. Prueba de ello es HafenCity, un moderno proyecto de renovación urbana que se estima podría estar completado en 2025 y donde hoy se luce el edificio más emblemático de la ciudad, la Filarmónica del Elba, caracterizado por un tejado de ondas irregulares que representan el oleaje del relativamente cercano mar del Norte.

Las últimas playas intactas de Europa: Alentejo, Portugal

Pueblitos tradicionales de gente que se reúne a diario en torno a la plaza para jugar naipes y ver el tiempo pasar, ricos restaurantes de comida tradicional y 68 kilómetros de playas vírgenes, en el último tramo de costa atlántica de Europa. Además, sitios que están en completo proceso de transformación, luego de que personas influyentes de todo el mundo se dieran cuenta del potencial que tiene esta región de Portugal, con reminiscencias de lo que alguna vez fue Ibiza o St. Tropez. Así es la región de Alentejo, en el centro-sur de Portugal, ese tipo de lugar al que uno sabe que hay que sacarle el jugo mientras se pueda, antes de que lleguen las masas de visitantes.

Esta región se encuentra a 120 kilómetros de Lisboa y tiene como ejes a Melides, Grândola y Comporta, todas ciudades costeras de playas vacías y gente tranquila. Aunque el interior también destaca por la belleza de sus paisajes verdes, cubiertos de plantaciones de olivos y árboles de alcornoques, entre medio de antiguos pueblitos con riqueza patrimonial, como Évora, incluido en la lista de patrimonios de la humanidad. Lo ideal es recorrer esta zona en auto, para saltar de pueblo en pueblo y de playa en playa. Aunque, ojo, acá todavía no hay gran oferta hotelera, lo que siempre puede ser bueno: dentro de los pueblos hay sitios sencillos para quedarse, que son una acogedora opción a los pocos hoteles que hay en las ciudades.

Los gorilas, un poco más cerca: Uganda

En estos tiempos, ver a un gorila de montaña en su hábitat natural es un auténtico privilegio. Y para eso existen solo tres lugares en el planeta: Ruanda, Congo y Uganda, que comparten frontera en el oriente de África. De esos tres sitios, Uganda es quizás la opción más recomendable, no solo porque es uno de los países emergentes del continente y se ha mantenido estable en las últimas décadas, sino porque también está bien preparado para el turismo. Y, además, tiene un rango medio de precios: ver gorilas en el Parque Nacional de la Selva Impenetrable de Bwindi, el más famoso de Uganda, cuesta $600 diarios por persona, por una hora guiada de avistamiento y fotografías (Ruanda es mucho más caro, pues apuesta al turismo de lujo, mientras que Congo es la alternativa económica, aunque su desarrollo es más incipiente).

En Uganda es posible hacer este viaje de forma independiente: se puede arrendar un auto en la capital y –para facilitar el trayecto– contratar choferes particulares. Los parques están a unas cuatro o cinco horas de carretera, en medio de paisajes muy variados que combinan selva, montañas, acantilados y lagos. Bwindi es para ver gorilas, pero también hay otros parques como el Queen Elizabeth o el Kibale, hábitat de chimpancés y muchos mamíferos y aves.

Desde fines del año pasado, Uganda se hizo más accesible, ya que volvió a operar su aerolínea local: Uganda Airlines. Además, para 2021 está anunciada la construcción de su segundo aeropuerto internacional, Hoima (o Kabaale), que acercará aún más la región oriental de este país.

Lo nuevo del Caribe: Islas Vírgenes Británicas

Desde que la familia Rockefeller mandó a construir uno de sus primeros all inclusive en las Islas Vírgenes Británicas (las BVI por su sigla en inglés) en los años 60, estas cincuenta pequeñas islas en medio del mar Caribe han atraído las miradas de personajes como el dueño de Virgin, Richard Branson, o el actor Morgan Freeman. Claro, sus aguas claras, islas cubiertas de frondosa vegetación y la tranquilidad de los locales hablan por sí solas. Separadas de Puerto Rico por cerca de 200 kilómetros, las BVI destacan como el mejor lugar para navegar de la zona. Y aunque en 2017 fueron duramente azotadas por el huracán Irma, es tiempo de empezar a ponerlas de vuelta en la lista de viajes soñados, sobre todo porque ya varios de sus reconocidos resorts –como el Rosewood Little Dix Bay (el de los Rockefeller) en la isla Virgin Gorda o Mango Bay en la misma isla– están prácticamente listos, y hay otras instalaciones, como un observatorio que se instalará en Norman Island y un nuevo muelle hecho con materiales reciclados en Necker Island.

Aquí lo ideal es recorrer al estilo island hopping o navegando de isla en isla. Aunque –ojo– para esto no es necesario tener un yate o arrendar uno, pues acá hay un excelente sistema de ferrys que por poco dinero trasladan a los locales. También recientemente se ha confirmado que algunos bares de culto que se mantuvieron cerrados por casi tres años –como el Willy T, que es un barco que flota mar adentro– volvieron a funcionar para recibir con un tradicional pain killer, el trago típico de las Islas Vírgenes Británicas.

Manantiales en el desierto: Siwa, Egipto

A casi diez años del comienzo de la primavera árabe, Egipto parecía listo para volver a recibir visitantes. Y luego pasó lo que todos ya sabemos. Pero al menos las obras para volver a atraer a los forasteros siguen ahí. Entre ellas, el Aeropuerto Sphinx y el Gran Museo Egipcio, cuya inauguración estaba programada para este año. Si uno busca algo diferente, más místico y menos explorado en el siempre apetecido país de los faraones, podría anotar esto: el oasis de Siwa.

Justo en la frontera entre Libia y Egipto, 560 kilómetros al oeste de El Cairo, se encuentra la ciudad del mismo nombre, en medio del oasis de Siwa, una verdadera isla fértil rodeada de palmeras, lagos y manantiales, en medio de la aridez y del calor del desierto de Libia.

El atractivo natural de esta zona es conocido en Egipto desde la época faraónica. De allí que en los alrededores de la ciudad se encuentran antiguas ruinas, como el Oráculo de Amón –un templo que habría visitado Alejandro Magno– o los baños de Cleopatra –una antiquísima piscina alimentada por agua termal, donde algún día se habría sumergido la reina–.

Para conocer estos sitios, se puede arrendar una bicicleta en Siwa, moto o tomar taxis locales. También hay opciones sencillas para alojar en la ciudad, aunque en los últimos años se han desarrollado ecolodges, un poco más alejados y pensados en viajeros más “sofisticados”, con preocupación por el turismo sostenible, uso de energías renovables e integración con la comunidad local.

El altiplano por descubrir: Atacama

La Región de Atacama no solo ha sido eclipsada durante años por la fama de San Pedro de Atacama, sino también por un alcance de nombre. Sobre todo para los extranjeros, Atacama es un solo lugar: el desierto, con el pueblo de San Pedro como gran hito. Pero claro, son regiones distintas y bellezas algo diferentes. La mayor carta de presentación de Atacama –la región– son sus 17 montañas de más de seis mil metros, que tienen al Ojos del Salado, el volcán activo más alto del mundo, como ícono. Así que alrededor de estas cumbres se puede hacer un notable safari fotográfico de paisajes, en la más absoluta soledad. Una forma de realizarlo es usando como base el refugio de montaña de la laguna Santa Rosa (@refugiomaricunga), en el Parque Nacional Nevado Tres Cruces. Está a 3.800 metros de altura y tiene tres opciones: una zona de camping, otra con refugios de camas compartidas (hay que llevar saco de dormir) y otra más exclusiva, llamada Guanacos, con habitaciones privadas.

Desde allí se pueden recorrer en dos noches los principales hitos aledaños, como las lagunas Santa Rosa, Negro Francisco y Verde, además de los salares de Maricunga, Aguas Calientes y Pedernales, o las salvajes termas de Juncal, una de las más desconocidas de Chile.

Conviene hacer esta ruta con operadores locales, como Puna de Atacama (PunadeAtacama.com), ChilliTrip (@chillitrip) o Copayapu Travel (@copayaputravel), ya que algunos sitios no son tan fáciles de encontrar y se requiere un buen todoterreno. ¿Cuándo hacerlo? De octubre a marzo, cuando las temperaturas son un poco más altas.

Hipsters y digitales: Tokio

La postergación de los Juegos Olímpicos para 2021 fue un duro golpe para las expectativas de esta ciudad, que ya se preparaba para el gran evento que la pondría nuevamente en gloria y majestad frente a los ojos del mundo. Pero eso no quita que las ganas de volver a Tokio sigan intactas: nunca es tiempo suficiente –más allá del jet lag que siempre estará presente los primeros días– para lograr entender las complejidades de esta moderna y fascinante metrópolis asiática, que exige una inmersión que va mucho más allá de una simple visita de paso. Así, por ejemplo, uno podría enfrentarse con calma y tiempo al bombardeo de estímulos del Mori Building Digital Art Museum: teamLab Borderless, el primer museo de arte digital del mundo, donde hay mariposas virtuales que brotan desde el pecho de los visitantes y ballenas que se pasean entre las paredes, entre cientos de otras maravillas. O podría explorar a ritmo lento las callejuelas, bares de cerveza artesanal, cafeterías, tiendas de ropa y disquerías de vinilo de Shimokitazawa, barrio situado a unos 10 minutos en tren desde la famosa zona de Shibuya, por la línea Inokashira, donde no hay grandes edificios, sino pequeñas casas y construcciones de dos o tres pisos que se han convertido en el último refugio de los hipsters en esta ciudad.