Las 5 cantinas icónicas de San José

Nuestra capital tiene lugares llenos de historia, entre ellos las cantinas, sitios visitados por reconocidas figuras del ámbito público pero también por cualquier hijo de vecino. En las cantinas todos somos iguales: personas con ganas de conversar, tomarse un trago y comerse una boquita.

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La esencia de una cantina es que sea un punto de encuentro para conversar… y de paso, una excusa para tomarse un tragito. Estos lugares están llenos de historia: sus barras han visto pasar a políticos, artistas, profesionales, trabajadores y gente humilde; los temas van desde el nuevo proyecto de ley, hasta las aventuras románticas de sus visitantes.

Las principales características de una cantina es que está ubicada en la esquina de la cuadra, tiene la luz lo suficientemente alta para que las personas se puedan ver a los ojos cuando conversan; y, la música lo suficientemente baja para que no interfiera en los diálogos.

Además eran sitios diseñados para los hombres, algo que cambió a partir de la década de 1990, cuando las mujeres empezaron a apoderarse de cada vez más espacios.

En el centro de San José quedan cinco cantinas de la vieja escuela, algunas con más de 100 años de existencia. Con ayuda del arquitecto e historiador, Andrés Fernández, le contamos algunos detalles de estos icónicos lugares.

1. El Gran Vicio

Ubicada en el Mercado Central, El Gran Vicio fue fundada en 1880. Es una especie de pasadizo, de unos 20 metros cuadrados, donde solo hay una larga barra y un orinal (recordemos que las cantinas solo las visitaban hombres). Su horario es de 11 a. m. a 6 p. m., las luces se apagan cuando se cierra el Mercado.

No hay sillas, pues en las cantinas se acostumbraba a tomar de pie. Según el historiador Andrés Fernández, esta es la última taquilla colonial que queda en San José.

2. El bar Ballestero

Ubicado en Avenida 9 – esquinero como toda cantina–, en la ruta hacia la terminal de los buses Caribeños, está El Ballestero. La familia de su propietario actual la adquirió cuando el tranvía aún pasaba por esa calle, eso nos puede dar un estimado de que este bar puede rondar los 150 años.

No tiene ventanas, es una cantina discreta, pensada para ser un lugar ideal para los “mal portados”. Sin embargo, hoy en día es visitada por fieles comensales del chifrijo y las costillas (estas bocas están recomendadísimas).

Además, su dueño Manuel González tiene una extraordinaria colección de música en video, de todos los géneros y para todos los gustos. Usted pida, él complace.

3. Cantina Buenos Aires

Al costado norte de la iglesia Santa Teresita, en Barrio Aranjuez, está esta cantina que tiene aproximadamente un siglo de existir.

En sus inicios fue una pulpería y cantina, pero en la década de 1960, con el desarrollo de los supermercados, pasó a ser solo cantina. El área que antes se utilizaba para la pulpería se aprovechó para colocar mesas y ampliar el espacio destinado a la bebida y la conversación.

Allí se servía un coctel que fue famoso en San José, llamado “Sangre turca”. Anote la receta: llevaba 2 onzas de vino tinto de mesa, 2 onzas de guaro, hielo frappé y gotitas de limón.

La Buenos Aires se destacó por ser el punto de encuentro de destacadas figuras del ámbito cultural del país.

4. La Flota

Esta cantina está ubicada en un punto estratégico: una de las entradas a la ciudad de San José. A principios del siglo XX, el medio de transporte eran las carretas con ruedas de metal, las calles de la ciudad eran empedradas y esa combinación –ruedas de metal y calles empedradas– generaban muchísimo ruido. Por eso, la entrada a la ciudad estaba prohibida antes de las 6 a. m., para que a la gente le rindiera un poquito más el sueño. Una cantina en la entrada era fundamental para que los transportistas esperan hasta la hora de ingreso tomándose un tapis.

Actualmente en La Flota venden unas chileras buenísimas, ideales para acompañar sus bocas en la cantina o en su casa.

5. La Bohemia

Esta es la cantina más jovencita del grupo, la quinceañera, tiene tan solo 82 años. También fue pulpería y cantina en sus inicios, para luego quedarse solo con el negocio de la bebida y un cantinero que hace las veces de sicólogo y consejero.

Su propietario, Giorgio Motta, tiene descendencia italiana por ambos costados. Por eso, la boca de albóndigas (receta familiar de Motta) es un ícono de esta cantina. Además de esto hay otras bocas: los garbanzos con chanco o los cubaces con pellejo.

También se puede conseguir el queso de chanco, un manjar exclusivo de La Bohemia. Consiste en un tipo de embutido que se puede servir solo o arreglado. Una curiosidad única de esta cantina “quinceañera”.