Revolución Trans: La experiencia de descubrir la esencia verdadera

La experiencia trans está compuesta por las historias individuales y colectivas de cada una de las personas que conforman esta población. A pesar de que sus vivencias se asemejan en compartir una misma identidad de género, cada experiencia es única y válida a su manera.

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Alhana Chavarría comenzó su vida profesional convirtiéndose en la primera mujer trans en obtener la presidencia de una federación de estudiantes de una universidad, Samantha Araya conoció en las calles la realidad de las mujeres trans e inició una vida de activismo e incidencia política para defender sus derechos, Daniela Núñez desde pequeña descubrió que la feminidad tiene muchos rostros y comenzó a desarrollar espacios para habilitar otros imaginarios de lo que es ser una persona trans, Alma Chaves encontró en el arte y la moda un espacio para generar conversación y visibilizar la existencia de estas identidades y Jenny Morris realiza una declaración política cada vez que forma parte de las pasarelas y editoriales de moda. Estas son sus historias, sus experiencias de vida y el reflejo de lo que representa la revolución trans.

Según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre Violencia contra Personas LGBTI, la esperanza de vida de las personas trans en la región es de 35 años o menos.

Alhana Chavarría: El cambio social que genera la representación

El 27 de noviembre del 2021, el nombre de Alhana Chavarría acaparó la mayoría de titulares de los medios de comunicación cuando se convirtió en la primera mujer trans en obtener la presidencia de una federación de estudiantes en una universidad pública de Costa Rica y Centroamérica. A partir de ese momento, Alhana sería no solamente la cabeza del cuerpo estudiantil de la universidad más importante del país, sino que se convertiría en un referente de visibilización y reivindicación de espacios para la población trans.

Alhana tiene 23 años y es oriunda del cantón de Orotina. Actualmente vive en San Pedro de Montes de Oca y cursa la carrera de Sociología en la Universidad de Costa Rica. Se define como una persona luchadora, activista por los derechos humanos, transfeminista y con un sentido claro de hacia dónde quiere dirigir su vida. Cree en el arte como una herramienta de cambio y en que todas las personas tienen las capacidades para lograr lo que se proponen. Su seguridad, carisma y determinación han sido las cualidades que la han guiado durante su historia de vida.

Alhana inició su proceso de transición hace poco más de un año y reconoce que hoy puede ser quien es, gracias a los aportes de la población trans que ha luchado históricamente por los derechos de todas las personas, a pesar de haber sido marginalizada y excluida de la sociedad por tanto tiempo. “Yo siempre había sabido cómo me identificaba, hacia dónde quería llevar mi vida y hacia dónde enfocarme. Sin embargo, el miedo a la crítica, al qué dirán o al no ser aceptada socialmente me llevó a iniciar mi transición hasta hace poco tiempo”, comenta Alhana, quien reconoce que en el proceso ha perdido amistades y familiares, pero ha ganado nuevos amigos y se ha rodeado de personas que le han permitido crecer, conocerse a sí misma y buscar su estabilidad emocional, física y mental.

A pesar de que ha transcurrido poco tiempo desde que decidió vivir plenamente su identidad y expresión de género, ha vivido en carne propia los efectos de la cultura conservadora que aún existe en Costa Rica. Cuenta que tras su elección en la federación de estudiantes, ha sido blanco de comentarios transfóbicos, violentos y discriminatorios en torno a su identidad. “El no reconocer los derechos de una persona involucra también no reconocer los derechos de toda una población. Es triste ver que la sociedad aún no avanza en la conciencia social que necesita. Es importante darles ese eje transversal a los derechos humanos y no reducirlos a una identidad de género, la diversidad humana involucra personas neurodivergentes, poblaciones indígenas, afrodescendientes, entre muchas otras. Es una lucha que trasciende e involucra a todo tipo de personas”, explica Chavarría.

“Me veo defendiendo los derechos humanos y llevando mi lucha desde cualquier espacio en donde me encuentre. Mi interés es generar cambios sociales y estructurales, que es fundamental para poder tener una sociedad más solidaria y humanística”.

— Alhana Chavarría

Alhana es contundente en denunciar que aún hay mucho camino por recorrer a nivel país en temas de derechos humanos, principalmente relacionados con la población trans y se visualiza defendiendo los derechos humanos desde cualquier espacio en el que se encuentre. “Costa Rica necesita avanzar en políticas que resguarden y protejan los derechos de las personas trans y garanticen el acceso a oportunidades dignas. Es importante garantizar la inclusividad en los espacios, no solamente en temas de derechos de la comunidad LGTBIQ+ sino a nivel de toda la diversidad humana, no tenemos espacios seguros ni inclusivos para todas las personas. Debemos avanzar en este tipo de conciencia social y trabajar desde los hogares, educando a no generar acciones violentas hacia otras personas y entendiendo de qué manera podemos mejorar para incorporar a toda esta diversidad humana que tenemos en nuestra sociedad”, señala.

Para algunas personas, la elección de Alhana no tiene mayor importancia. Sin embargo, su ejemplo es una muestra de la importancia de visibilizar y tener representación de distintas personas no solo en un puesto político, sino en todos los espacios y lugares que generemos como sociedad. Alhana cuenta que desde su elección, se acercan personas a comentarle cómo en sus casas comenzaron a hablar de identidades de género y a comprender los cambios sociales que se han venido generando. “Es importante brindar plataformas para aquellas poblaciones oprimidas, darles la importancia que merecen y acompañarles en la lucha. Muchas veces somos cómplices indirectamente al no dar voz a estos espacios y a estas poblaciones porque preferimos lo que la sociedad acepta tradicionalmente antes de generar este tipo de revolución. El conflicto nunca es malo cuando se genera con respeto”, mencionó.

Hoy Alhana hace historia al ser la primera presidenta trans de una federación de estudiantes, sin embargo se cuestiona por qué aún no tenemos la primera diputación trans, la primera alcaldía trans y la falta de representación de la diversidad humana en cada uno de los distintos espacios sociales. Ante esto, destaca la importancia de romper con aquellas estructuras sistemáticas que excluyan, invisibilicen y silencien a otras poblaciones.

“Seamos conscientes de que a nadie le gustaría pasar por situaciones en donde se nos desprecie o se nos quiten oportunidades solo por ser quienes somos. Como sociedad generemos espacios donde todas las personas tengamos las mismas oportunidades y pongámonos la mano en el corazón al entender que lo que hablamos y hacemos puede perjudicar a otras personas. Hagámonos una invitación a reflexionar y a construirnos mejor como personas y en sociedad”, comenta Alhana, quien ya comenzó a aportar en esta construcción de una sociedad mejor.

La Red LACTRANS señala que el 61% de las mujeres trans en Costa Rica tienen como ocupación económica el trabajo sexual, toda vez que la falta de inclusión laboral y el bajo nivel de estudios en la población, no les permite tener el trabajo sexual como opción sino como única forma de supervivencia.

Samantha Araya: “Ama a tu prójimo, sin peros al final de la oración”

Samantha Araya llegó a San José cuando tenía 15 años para trabajar en el comercio sexual. Salió de Puntarenas buscando una mejor oportunidad de vida, sin embargo se encontró con que la situación era la misma que vivía en su provincia natal. Las calles fueron su escuela durante más de diez años, en ellas aprendió a convivir con el alcoholismo, el consumo de drogas, los abusos policiales y la violencia física, psicológica y sexual por parte de clientes así como de otras compañeras. Hace siete años logró salir de las calles por medio de la asociación Transvida y comenzó a recibir clases en el programa de educación abierta “De las calles a las aulas”.

Hoy en día, Samantha es activista y promotora de Derechos Humanos. Trabaja como formadora en salud en el proyecto VIH Costa Rica, es coordinadora de incidencia política en Transvida, asistente general del Proyecto Aleph, coordinadora del grupo de folklore Translirio de Oro y recientemente se convirtió en la segunda mujer trans en ser candidata a diputada por el partido VAMOS. Es por esto que busca que su historia, lejos de generar compasión, sea una historia de determinación, lucha, valentía y admiración. Su actitud positiva, a pesar de haber crecido en medio de las adversidades, ha sido lo que la ha mantenido a flote durante toda su vida.

Su historia de activismo e incidencia política comenzó cuando tenía 23 años. “Cuando llegué a Transvida me abrieron las puertas para terminar el colegio y en una de las reuniones con la Defensoría de los Habitantes, mis compañeras me invitaron para denunciar al Estado por una situación de maltrato que había vivido años atrás por parte del Poder Judicial donde estaba siendo acusada de un delito que no cometí. Finalmente las autoridades dictaron a mi favor y es ahí donde empieza mi historia de activismo y lucha por los derechos humanos”. Desde ese momento, la voz de Samantha nunca ha dejado de levantarse para denunciar las injusticias que viven sus compañeras.

Samantha se ha capacitado en áreas como gestión de proyectos, habilidades blandas, contabilidad, derechos humanos y formación humana, entre otras. Su objetivo siempre ha sido el mismo: luchar para visibilizar la deuda que tiene el Estado con la población trans y generar acciones desde diferentes trincheras.“ Las personas creen que por venir de la calle no conocemos las necesidades de la población y están totalmente equivocadas. Precisamente por eso, sabemos cuáles son las necesidades y conocemos la poca voluntad política que hay en el Estado para promover políticas públicas que ayuden a mejorar el entorno y la calidad de las mujeres trans, así como las pocas oportunidades a nivel laboral y de acceso a vivienda, salud y educación”, explica Araya.

A través de esta incidencia política, Samantha junto con otras compañeras activistas de Transvida, han logrado a través de negociaciones con el gobierno, así como de otros esfuerzos, acciones que han tenido un impacto positivo en la población trans. Algunos de sus principales logros han sido el cambio de nombre a través de la opinión consultiva 24 17, la Normativa de Atención Integral a Personas LGBTIQ+, la implementación del proyecto VIH Costa Rica, el desarrollo de grupos de formación humana en todas las provincias, así como diversos proyectos de la mano de instituciones como el Instituto Mixto de Ayuda Social, el Ministerio de Justicia y Paz, el Ministerio de Educación Pública, el Instituto Nacional de Aprendizaje y el Banco Hipotecario de la Vivienda.

Samantha lucha diariamente no solo contra las injusticias sociales que aún hay en el país, sino contra los prejuicios que existen alrededor de la población. “La gente cree que no somos capaces de desempeñar un cargo o de tomar una opinión en un tema importante. No nos dan la oportunidad de demostrar verdaderamente lo que somos y lo que podemos hacer”. Estos estereotipos son los que llevaron a Samantha a tomar la decisión de inscribirse como candidata a diputada para las recientes elecciones, con el fin de que finalmente exista una voz dentro de la Asamblea Legislativa para esta población históricamente olvidada.

“Somos las olvidadas de la democracia y las hijas de la soledad, pero no las presas del silencio”.

— Samantha Araya

Asimismo, Samantha ha sido protagonista en el desarrollo de espacios para fomentar el arte y la cultura dentro de la población. Hace cinco años fundó junto con sus compañeras el grupo de folklore Translirio de Oro, mediante el cual hacen visibles los derechos de las mujeres trans en esta área. “Queremos visibilizar que nosotras también podemos hacer arte y contribuir al rescate de la cultura y el folklore costarricense”.

Desde diferentes espacios, Samantha ha luchado por un mejor futuro para toda la población trans. Su sueño es que la esperanza de vida de estas personas no sea de 35 años como sucede actualmente. Su voz nunca ha temblado para señalar las injusticias sociales y trabajar en la construcción de una sociedad mejor. Sin embargo, ante todo Samantha es hija, hermana, tía y sobrina, es un ser humano sujeto de derechos, con metas y sueños.

“A mis compañeras que no conozco y a las que vienen, les digo que sean valientes, que se atrevan a soñar. Esa lucha y esperanza que se mantiene en su corazón es lo que las va a ayudar a salir adelante. De mi parte, seguiré luchando para seguir visibilizando nuestros derechos, pero necesitamos luchar juntas para erradicar las desigualdades que vivimos hoy en día. A la sociedad en general le hago un llamado a que no nos vuelvan la cara, no somos peligrosas, estamos en peligro. Dennos la oportunidad de demostrárselo y súmense a esta gran lucha que es la revolución trans”.

Durante los últimos cinco años, el MEP ha recibido 55 denuncias de estudiantes por discriminación debido a su identidad de género.

Daniela Núñez: El reconocimiento de los distintos imaginarios

Daniela entendió desde muy pequeña que la feminidad tiene muchas formas y se expresa de diversas maneras. Creció en la provincia de Guanacaste al lado de “mujeres grandes, sudorosas y de caderas grandes”, según recuerda. “Reconocerme en Guanacaste fue una experiencia bastante libre en el sentido de que me dio pie a entender la feminidad desde lugares que no necesariamente se entienden en el centro del país. Me dio paso para construir mis habilidades desde un lugar que no necesariamente es el común al que apostamos todas”, explica Daniela, quien agradece haber crecido en una zona repleta de cultura pero con grandes ausencias económicas.

Recuerda su proceso de encontrar su identidad no como unidireccional, sino como una sucesión de hechos a lo largo de su vida en los que se ha enfrentado a una sociedad que considera que su identidad no se adapta a los cánones normativos. Tras migrar a San José, Daniela se encuentra con un espacio organizado por el Centro de Investigación y Promoción para América Central de Derechos Humanos (CIPAC) en el que se capacitaba y acompañaba a jóvenes adolescentes dentro de espacios activistas y es acá donde inicia su incidencia política, la cual posteriormente la llevó a formar parte de la organización de iniciativas como la Marcha de los Invisibles, el Frente por los Derechos Igualitarios, diversas mesas de diálogo y a apoyar a proyectos de ley sobre identidad de género.

“No me gusta nombrarme como activista porque creo que los activismos tienen vicios muy complicados de por medio. Las reivindicaciones políticas que he hecho a través de mis 30 años han surgido por la necesidad de narrar mi experiencia y poner en palabras lo que me estaba pasando. Cuando comienzo a explorar mi identidad de género, empiezo a encarnar la violencia sistemática al no poder entrar a espacios laborales y otro tipo de discriminaciones, y encuentro en los espacios activistas un buen lugar para empezar a nombrar”, explica Daniela.

“En espacios políticos me he acercado desde diferentes frentes pero considero que mi principal aporte ha sido el de habilitar otros imaginarios de lo que es ser una persona trans. Con frecuencia se piensa en las mujeres trans como mujeres muy glamurosas, delicadas y con cabellos largos, y lo cierto es que yo no necesariamente soy eso y lo disfruto mucho, porque es poder habilitar otra posibilidad de habitar el cuerpo. Es decirle al mundo sí, esas son una parte de las compañeras que son mujeres trans, pero en la vida cotidiana también existimos otro tipo de mujeres trans que le apostamos a otro tipo de reflexiones y a otro tipo de feminidad. Esa es una incidencia cotidiana, poco perceptible, pero de las que más me mueve el alma poder hacer”, reconoce Daniela.

Tras reconocer la violencia que sufría en Costa Rica siendo una persona trans y racializada, hace cuatro años migró a México. Esta es la realidad de muchas mujeres trans en la región que huyen de su país por actos de discriminación y violencia por el pleno ejercicio de su identidad. En este país descubre nuevas experiencias relacionadas con incidencia política tales como activismos sobre infancias trans en el cual se buscan espacios de acompañamiento a personas menores de edad así como una oportunidad de desarrollarse profesionalmente.

En este nuevo espacio, encuentra una realidad asimétrica, donde comienza a percibir experiencias más violentas como intentos de transfemicidios hacia sus compañeras pero por otro lado realidades más favorables para la población trans. En la Ciudad de México recientemente se inauguró la primera unidad de salud especializada en personas trans, en el país es posible el cambio del sexo registral y en su congreso actualmente hay dos mujeres trans como diputadas.

“Pareciese que nosotras, las personas trans, somos lo diferente, lo extraño, lo anormal y creo que debemos dar un paso atrás y hacer una introspección para reconocer que poca gente se adhiere a esa normalidad que nos han enseñado”.

— Daniela Núñez

Daniela actualmente se reconoce como transfeminista, una corriente política que amplía la visión del feminismo tradicional hacia otro tipo de poblaciones. “El transfeminismo es una corriente política que se ha visto nutrida por diferentes poblaciones. Por ejemplo, nace al lado de las trabajadores sexuales cis y trans y se alimenta de su experiencia para construir reflexiones políticas. Pudiese parecer que solo nos implica a las personas trans pero el transfeminismo cuestiona justamente si solo nos atañe a las mujeres trans y abre el cuestionamiento para entregarle la posibilidad a otras personas de pensarse desde una clave feminista. El transfeminismo abraza a cuerpos que no se habían pensado dentro de las posibilidades de otros tipos de feminismos”, explica Núñez.

Contraria a esta línea de pensamiento, existe el denominado “feminismo radical tranexcluyente” (TERF por sus siglas en inglés) sobre el cual Daniela considera que no comprende que existen otras posibilidades de habitar el mundo. “Yo creo que hay un “feminismo” que peligrosamente se acerca a una corriente política de derecha y ultraconservadora. En México, por ejemplo, hay una muy buena parte de mujeres feministas muy vinculadas a la derecha. Creo que es un feminismo mezquino que no ve que la violencia que pasa por los cuerpos de mujeres cisgénero, no es la única violencia que existe. Creo que el TERF es la prueba del fracaso de no tener reflexiones políticas de base con las jóvenes y es todo lo que no queríamos del feminismo”, opina Daniela.

Actualmente Daniela es la primera mujer trans en estar involucrada en la toma de decisiones del Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir, donde trabaja como oficial del equipo de formación política y forma parte de diálogos feministas y transfeministas no solo en México sino en la región mesoamericana. Desde Ciudad de México, ella recalca la urgencia de acciones en nuestro país en beneficio de su comunidad “Costa Rica está lejos de crear un espacio siquiera amigable para las personas trans. Necesitamos el cambio de sexo registral, garantizar acceso a trabajo y educación y marcos legales para las compañeras que ejercen el trabajo sexual. Creo que no hay acción pequeña para procurar un cambio que incluya a las personas trans en las diferentes esferas de socialización, desde preguntar y respetar los pronombres hasta crear cuerpos legales que defiendan nuestra existencia”.

Durante los últimos tres años, la CCSS ha brindado atención a 193 personas con casos de disforia de género.

— CCSS

Alma Chaves: La experiencia de sentirse plena

Para Alma, la experiencia trans es un anhelo que proviene desde lo más profundo de la esencia de una persona: su alma. En su proceso de autodescubrimiento, ha encontrado en la moda, el diseño y el arte, formas de manifestar su esencia así como sus experiencias de vida. Alma es publicista, diseñadora gráfica y modelo. Creció viviendo entre Curridabat y Desamparados y cuenta que los hechos vividos en su niñez le ayudaron a forjar la mujer que es hoy en día. Su creatividad y mirada artística la han llevado a participar en diversos espacios desde donde ha logrado no solo plasmar sus ideas sino que ha dado paso a manifestaciones políticas que visibilizan la existencia de las identidades trans.

Alma considera que las personas trans viven un proceso de transición no solo personal sino social. “No solo estamos reprogramando nuestro ser de adentro hacia fuera sino que también está transicionando nuestro entorno. Es un proceso de asumir nuestra identidad y esencia como persona, donde pasamos por ciclos de negación hasta llegar finalmente a la aceptación”, explica. Dentro de su proceso, sus referentes de feminidad ha tenido que construirlos en silencio, al igual que muchas personas trans, siendo su propia mamá y hermana e insiste en que cada experiencia es distinta pero igualmente válida.

En su caso, Alma comenta que desde pequeña ha luchado por ser quien es hoy. “Nunca sentí que calzaba en la versión anterior de mi vida. Llegado un punto, agradecí esa etapa y decidí que era momento de dejarla ir. Ha sido un proceso arduo de librarme de la responsabilidad sobre la percepción de otras personas en torno mi experiencia y el compromiso social del “que dirán”. Finalmente llegué acá con todos esos entendimientos de la experiencia humana y con una perspectiva que ninguna otra vivencia te da. Ha sido una de las lecciones más lindas y profundas que he tenido y principalmente el sentirme aceptada en muchos espacios como la moda que inicialmente no pensé que fuera a pasar”

Chaves considera que la existencia de las personas trans y el simple hecho de habitar espacios constituye una acción política, de ahí la importancia de que exista representación en todo tipo de contextos. “Dentro de nuestro sentido de plenitud en medio de la experiencia trans no todo tiene que ser sufrimiento o encasillarnos en la opresión y victimización. Tener representación en el deporte, arte, educación, así como en cualquier otro espacio, hace que otras personas se sientan inspiradas a existir. El tener un sentido de pertenencia y representación nos permite tener la intención de existir en todo tipo de espacios”, comenta.

Desde su punto de vista, la deuda hacia las personas trans y otras poblaciones marginalizadas socialmente, inicia desde la percepción prejuiciosa de sus experiencias y el factor deshumanizante de ignorar o rechazar su existencia. Considera que se deber ir más allá de la tolerancia y cuestionarse e informarse para iniciar un proceso de visibilización, respeto, aceptación e integración. “El cambio real se genera desde adentro del sistema, visibilizando y defendiendo nuestras existencias, hablando sobre nuestras experiencias y no forzándonos a estar en espacios donde se irrespete nuestra identidad. La meta es la integración real de nuestra presencia en cualquier tipo de espacio”, expresa Alma.

Sin embargo, en Costa Rica el camino apenas está comenzando. Alma considera que la educación de género es fundamental para romper esos esquemas de deshumanización hacia las personas trans. La falta de acceso a oportunidades laborales, la ausencia de educación dentro de estructuras estatales, el cambio de sexo registral y reformas en salud son acciones necesarias que se deben tomar. Denuncia que una de las principales problemáticas es que aún se niega el acceso a tratamiento hormonal a muchas personas, pues para esto, las personas deben someterse a valoraciones por parte de médicos que deciden si la persona es apta o no para recibir el tratamiento desde una óptica prejuiciosa, invalidando la experiencia de cada persona y ocasionándoles una afectación en su proceso de consolidación de su identidad.

“Para las personas trans, nuestra existencia es política y nuestra felicidad, revolucionaria”.

— Alma Chaves

Además de estos cambios sociales, Alma considera que es necesario romper con paradigmas que existen en torno a las personas trans. “Existen varios estereotipos, principalmente el relacionado a la fetichización de nuestras experiencias diversas y específicamente el asociado al que las mujeres trans tendemos a ser vistas como muñecas desechables, relegadas exclusivamente al trabajo sexual, como si fuese algo negativo o la única opción de “supervivencia”, ilegitimando nuestra validez en la sociedad al asignarnos un “rango sexual. Se debe derribar la generalización que nos convierte en chivas expiatorias o “villanas de la historia” por desafiar al sistema. Luego, el de ser “profetisas del género”, en el que se cree que es nuestra obligación educar e informar sobre estos temas constantemente, solo por existir, cuando no es así, esto es agotador. La responsabilidad de informarse radica en cada persona. Y finalmente el “rol” de terapeutas, ya que hay quienes nos perciben con una mayor libertad de la que ellos(as) quisieran tener y se toman el atrevimiento de ver en nosotras una psicoterapeuta cuando claramente no lo somos”, explica Alma.

Alma se define como una persona fuerte, valiente y resiliente que sueña con una sociedad donde avancemos más allá del respeto básico y donde las personas no deban defender su existencia sino que exista una plena integración en la cual se respeten las identidades de “todas, todos y todes”. Su mensaje para otras personas trans es que “no se rindan, aunque en ocasiones sea un viaje solitario, la libertad de nuestra independencia es irremplazable. Les envío muchísima fuerza y amor propio. No sientan la responsabilidad de sucumbir ante las exigencias del sistema porque nuestra existencia por sí sola es política y revolucionaria. Sean valientes, crean mucho en sus sueños y vivan sin miedo”.

En Costa Rica, solamente 4 de cada 10 personas trans logran terminar la educación secundaria, consecuencia de una serie de problemas ligados principalmente al acoso psicológico, el cual les obliga a desertar.

— Transvida

Jenny Morris: La coexistencia de identidades como manifestación política

El carisma y presencia de Jenny Morris son características que no son difíciles de reconocer en las pasarelas en las que participa. Ya sea desfilando en el Costa Rica Fashion Week o con diseñadores nacionales como Mauricio Cruz y Carmiña Romero, Jenny ha sido parte de la creación de espacios de representación no solo para las mujeres trans sino para las personas afrodescendientes. A sus 27 años, ha encontrado en el modelaje un espacio para redescubrirse y asegura que hay muchas partes que aún está trabajando y que pronto va a manifestar.

“Como mujeres trans usualmente tenemos unas gafas pesimistas para ver nuestra realidad en la sociedad, por lo que ver que otras personas alcanzan logros y posiciones importantes en medio de la misma experiencia que llevamos es algo muy grande. Como modelo, muchas personas me dicen lo increíble que puedo ser y me ha tomado mucho esfuerzo reconocer mi propio trabajo. A pesar de que sé que lo hago bien es algo interno que se debe trabajar todos los días”, explica Jenny.

Morris es originaria de Limón y es consciente de la diferencia que existe entre las provincias costeras y la Gran Área Metropolitana en términos culturales y de aceptación. “La vivencia trans se siente en unos lugares más que otros. Para nadie es un secreto el rechazo que existe hacia la comunidad en Limón. Esta es la razón por la que muchas personas deben salir, ya que viven en círculos de violencia no solo en sus comunidades sino dentro de sus propias familias”, menciona Jenny, quien asegura que muchas veces se puede ser socialmente vulnerable por la familia, producto de la desinformación y resistencia a temas desconocidos.

Al igual que muchas otras mujeres trans de esta provincia, Jenny vivió por mucho tiempo experiencias y vivencias a las que denomina “hábitos de baja vibración”, y es por eso que desde hace cuatro años reconoció la importancia de trabajar en su salud mental y hace un llamado a no descuidar esta área de nuestro ser. “En mi experiencia, yo puedo tener momentos en los que puedo reconocer mis problemas, pero aún hay muchas mujeres que no tienen esa consciencia de dónde vienen sus traumas, porque esto toma su propio ritmo y debemos evitar que eventualmente se convierta en una enfermedad”, reconoce Jenny.

Estos traumas, considera Jenny, provienen muchas veces de la constante necesidad de validación de su identidad por parte de la sociedad que enfrenten las mujeres trans, quienes asegura, viven una segunda adolescencia en un proceso que no es lineal, sino que cambia día tras día. “Las mujeres trans estamos constantemente en ese proceso de reubicarnos en los espacios sociales y esto conlleva un peso enorme, en un momento en el que muchas veces aún no nos conocemos nosotras mismas y vivir este proceso sin apoyo psicológico es una carga muy fuerte”.

A nivel país, Jenny considera que las principales carencias se presentan en materia de educación y empleo. A pesar de que existen organizaciones que velan por oportunidades de acceso para las mujeres trans en esta y otras áreas, las circunstancias de discriminación, falta de accesibilidad e inclusión, son las que están vulnerabilizando socialmente a esta población. “Debemos entender que no es solo que queremos unos cuantos derechos, sino que la sociedad está en un punto que moldea toda nuestra existencia para que nuestras limitaciones se deban a ese aislamiento que estamos viviendo”.

“Después de años de silencio y batallas internas, finalmente puedo aceptar el cambio, amar y sentirme amada. He reaprendido muchas cosas solo para reconocer la belleza y valor que existe en mí. Sin embargo, la lucha no ha terminado, solo soy resiliente”.

— Jenny Morris

Para construir una sociedad mejor, Jenny cree que la clave está en un tema de oportunidades, pues la posibilidad de un trabajo estable o una buena educación es aún una realidad lejana para muchas mujeres. Brindar oportunidades de trabajo a mujeres trans así como iniciar pequeñas acciones diarias son las que lograrán formar un camino de inclusión para esta población dentro de la sociedad. “Lo único que buscamos es respeto y equidad en medio de toda nuestra situación social, y es importante recordar que no siempre necesitamos entender para dar ese respeto”.

Asimismo, es fundamental que nos informemos y educamos por nuestra propia cuenta sin recargar esta obligación en las personas trans, explica Jenny. “Nosotras no debemos siempre educar o explicar a otros sobre nuestras vivencias porque inclusive nosotras mismas estamos aprendiendo. En esta segunda pubertad por la que pasamos no siempre sabemos por lo que estamos pasando e ir con una persona que está en ese proceso de crecimiento y deconstrucción a buscar información no es siempre la mejor idea”.

Jenny ha encontrado en el modelaje, un movimiento no solo artístico o cultural, sino político, en el cual ha logrado comenzar a normalizar la existencia de mujeres trans en este tipo de ambientes. Su existencia por si sola, como mujer trans y afrodescendiente constituye una declaración política cada vez que se presenta en una pasarela. “Considero que mi aporte ha sido permitirles a otras personas ver en mi vivencia un ejemplo y la posibilidad de experimentar y ocupar otros espacios a los que no estaban acostumbrados. Espero que como sociedad podamos tomar consciencia de que hay espacios para todes y de esta manera, construir una comunidad mejor”.

Asociaciones y colectivos para mujeres trans