Bahía Drake: Paraíso en el sur

Entre el mar y la selva, Bahía Drake le invita a mirar la cara más inexplorada de Costa Rica y entablar una conexión con la naturaleza

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Hay varias rutas para llegar a Bahía Drake aunque ninguna es rápida, ni cómoda. Y ese es justamente el encanto de ese lugar. En un mundo donde se pueden ver ballenas tras una rápida búsqueda en You Tube, tomar una avioneta, una lancha y un carro de doble tracción para viajar a un fragmento del paraíso en el sur de Costa Rica, no deja de tener sentido. Todo sea por ver a las ballenas, a los delfines y el resto de la naturaleza en todo su esplendor.

Una de la maneras de llegar es por aire, en una avioneta, que tardará no más de 45 minutos en llegar desde el Aeropuerto Juan Santamaría hasta el Aeropuerto de Bahía Drake. Esta es una posibilidad que dependerá del clima de la época. El costo del pasaje va de los 88 a los 125 dólares, un precio mayor a hacer el recorrido por tierra que, sin embargo, le hará ahorrar tiempo. Tras llegar, deberá salir hacía la playa u hospedaje al pueblo de Agujitas, el más cercano a la bahía. Para ello, la mejor opción es un carro 4x4, pues el camino puede involucrar ríos o trechos de lastre.

Otra manera de acercarse a este remoto rincón del país es a través de un vuelo por Palmar Sur, el cual puede realizarse a través de la aerolínea Sansa. De allí, debe dirigirse al muelle de la localidad (mediante un viaje en taxi hasta Sierpe al Restaurante Kokopelli) y tomar un bote en el río Sierpe. Con una longitud de 80 km, este río forma parte del Humedal Nacional Térraba - Sierpe y constituye el manglar más grande del país. Optar por esa opción podría parecer la más larga, pero resulta la más pedagógica y apasionante.

Acá, se podrán observar pájaros -como el martín pescador-, mamíferos y reptiles, además de cinco especies de mangle. En la zona, además, se pueden obtener hongos comestibles y pescar pianguas, róbalo y róbalo. El recorrido obliga a aprender del silencio y a tener los sentidos atentos: el más leve movimiento que rompa la rutina de tonos de verde y café puede ser el indicio de que hay un cocodrilo o pájaro interesante cerca.

El camino, si decide manejar, puede tardar hasta siete horas y solamente puede realizarse en época seca. Se necesita un carro de doble tracción para cruzar los ríos y es una excelente oportunidad para apreciar el bosque primario durante la última hora de viaje. Algunos optan por viajar en carro hasta el restaurante Kokopelli antes de las 11 a. M. (cuando parte el bote a Drake), dejar el carro en un lugar seguro y hacer el viaje de una hora por los humedales.

Tras llegar a la desembocadura del río, es momento de ponerse el chaleco salvavidas y sujetarse bien: el paso del río al Océano Pacífico puede ser agitado (y no por ello menos divertido). El mar recibe a todos con la Isla Violines en frente, un lugar interesante para la observación de aves.

Entre la naturaleza

Mar adentro, es posible acceder a uno de los mayores atractivos de la zona: el avistamiento de ballenas jorobadas, que llegan cada año a las aguas calientes de la Bahía Drake -entre agosto y diciembre- para parir. Durante todo el año, también pueden verse delfines pintados o de nariz de botella. Estos recorridos inician entre 7 y 9 de la mañana y se desarrollan en las cercanías de la Isla del caño.

Bahía Drake debe su nombre a Sir Francis Drake, un corsario inglés que escondió -según dicen- sus tesoros más preciados en esa zona. Al parecer, esto sucedió en el siglo XVI y el tesoro de Drake parece ser aquel que se encuentra sin importar la dirección donde se mire: en los árboles, los senderos, lo que está sobr el mae y debajo de él.

El principal poblado de Drake -que fue declarado cantón hasta el 2012- es Agujitas, donde viven 1000 habitantes que se dedican, principalmente, al ecoturismo. Esta no es la zona para las fiestas interminables o salir de compras. El turista debe venir dispuesto a internarse en la montaña, recorrer los caminos del Parque Nacional Corcovado, hacer Kayak sobre el río Agujitas o bañarse en las playas de la zona, donde el rastro humano es apenas apreciable.

Gran parte del atractivo de Drake está bajo el mar. La Isla del Caño es una zona donde no hay mucha fauna silvestre sobre tierra pero sus alrededores conforman una sorprendente muestra de la riqueza marítima del país: el snorkeling o el buceo son casi que ritos obligados al viajar a la zona. Tortugas, tiburones e infinidad de peces recorren los arrecifes en medio de un agua cristalina.

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Gastronomía y descanso de lujo

Bahía Drake es el lugar de algunos de los más espectaculares hoteles de ecoturismo del país. Uno de ellos de Aguila de Osa donde el descanso de une con un férreo compromiso social y ambiental que se traslada al paladar. Además de contar con su propia huerta, en Aguila de Osa poseen el talento del chef panameño Olmos Dixon, quien busca explorar sabores locales de manera única bajo el concepto "farm to table" o de "la granja a la mesa". Ingredientes como la arazá (un tipo de guayaba) se integran en los platos de la pesca del día. Los lácteos, provienen de granjeros de la zona y los endulzantes son naturales (por ejemplo, el sirope de maple del desayuno acá no existe. En su lugar, se realiza una miel de tapa de dulce).