Aprópiese de los ríos urbanos

Rescatar los espacios de tanta contaminación va más allá de apuntarse un fin de semana a recoger basura. Es, en simples palabras, un cambio de cultura. Río Urbano es un ejemplo de cómo unos cuantos buscan hacer la diferencia desde las raíces y le abren las puertas para que usted sea parte del cambio.

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La cita era a las 9 a. m. en la Escuela de Los Sitios de Moravia. Ahí nos encontraríamos con los baquianos que nos llevarían a descubrir la cara oculta de uno de los ríos más famosos de la urbe: el río Torres.

Adentrados en una calle de lastre hicimos la primera parada, era el momento de conocernos y compartir lo que nos motivó a estar ahí esa soleada mañana con aire de vacaciones.

“Lo que buscamos es empoderar a las comunidades para que se conviertan en guardianes de su propio pedacito de río. Queremos cambiar la relación que tiene la gente con los ríos”, inició Alonso Briceño, director del movimiento Río Urbano, los responsables del encuentro.

Luego de compartir bloqueador, la mayoría con tenis puestas y algunos con machete en mano nos inducimos a un tramo de bosque cuya cara de bienvenida no era del todo amigable con el ambiente.

Unos pasos y quizá lo que más impresiona es la cantidad de basura que ahí se esconde. Es el refugio de todo lo que en algún momento fue útil para alguien hasta que la enfermedad llegó a ellos y acabó con su vida útil. Esqueletos de refrigeradoras, sillas plásticas con tres patas, ollas sin orejas, decenas de recipientes que algún momento salieron llenos de líquido de los supermercados y una cantidad incontable de bolsas plásticas a la espera de que el tiempo las desintegre.

El camino era literalmente una trocha, un paso que se nota que muy pocos han explorado. Árboles de cientos de años y ramas. La idea de estar ahí adentro, de vivir aquellos paisajes y de buscar el camino hacia el río es justamente el de visibilizar a estos protagonistas de la ciudad que desde hace años son ignorados en medio del pavimento y solo volvemos a ver cuando estamos atrapados en una presa sobre un puente.

“La idea no es ir a recoger basura, no tenemos los medios para sacar esa gran cantidad de ahí. Cada uno puede traer una pequeña bolsa”, dejaba claro desde el inicio Briceño.

Y es que a diferencia de otros movimientos que lo que buscan es literalmente recolectar desechos, Río Urbano piensa en que este problema debe atacarse desde la raíz. Es decir, desde quienes se convirtieron en vecinos constantes de estos espacios.

Para lograrlo desde hace más de cinco años buscan trabajar la sensibilización, la capacitación y empoderamiento de los mismos vecinos.

“Pretendemos que la ciudadanía tenga un rol activo en la recuperación de estos espacios y que estos vuelvan a ser parte de la identidad de las comunidades. Buscamos mostrar la otra cara que aún tienen por ofrecer los ríos urbanos como es el caso del río Torres. Buscamos que los ríos vuelvan a ser espacios cotidianos. Si la gente no conoce algo no lo puede amar”, cuenta el director, quien asegura que ese acercamiento va a generar un lazo que trae con sigo acciones más responsables con los desechos.

En esa primera parada lo que se veía de lejos era un extracto del río que, a criterio de los organizadores, era ejemplo de como la mano del hombre había invadido su paso y dado una nueva ruta.

Aquella salida contaba con el apoyo del movimiento Urban Sketchers Costa Rica, un colectivo de artistas que dibujan los sitios donde viven, así como los que visitan.

“Retratar estos espacios nos ayudan a incluirlos en el imaginario colectivo. Nos permiten registrarlos, sacar lo bueno y lo malo”, cuenta José Pablo Ureña, miembro Urban.

Ureña adelantó que trabajan en una muestra sobre diversos tractos del Virilla y el Torres.

Camino abajo encontramos unas cuevas generadas por la excavación de material para la construcción y poco más lejos estaba el río, rodeado de piedras de gran tamaño y ramas secas. Su agua no es cristalina, y en lugar de peces los que hay soy unas cuantas bolsas de basura que con ayuda de quienes estaban ahí salieron de donde nunca debieron entrar.

Una merienda compartida y se nos acabó la visita, al menos a nosotros. El resto del equipo siguió la ruta con charlas y capacitaciones, este y los fines de semana por venir.

Río Urbano es parte de otro proyecto ambicioso: las llamadas rutas Natuurbanas que pretenden generar movilidad en el centro del GAM al rededor de los causes de los ríos.

El primer plan incluye 25 kilómetros entre el Torres y el María Aguilar que buscan reintegrarlos a la dinámica de la ciudad dándoles una cara y aportándoles funcionalidad.