Viajó hasta una aldea africana para adoptar

El Dr. Juan Pablo Solís divide su tiempo como cardiólogo con la aventura de ser papá de cinco hijos, tres biológicos y dos adoptivos

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El hogar del Dr. Juan Pablo Solís y Monserrat Hernández está lleno de la actividad que generan sus cinco hijos, Jimena de 15 años, Amanda y Lucía de 10, Isaac de 8 y Samuel de 6.

El Dr. Solís reconoce que su paternidad es un reto cargado de aventuras y responsabilidad. Él trabaja como cardiólogo e internista y al salir del trabajo sabe que debe llegar a su hogar a estudiar, hacer tareas y pasar ratos de juego con sus chicos, todos con personalidades y necesidades distintas que debe atender con amor y paciencia, siendo esa figura paterna que guía y es ejemplo para sus pequeños.

“Es una tarea agotadora pero hermosa, diría que es un gran regalo de Dios, mis hijos son mi motor, es una locura pero muy bonita”, dijo Juan Pablo Solís.

¿Cómo surge la idea de la adopción de niños africanos?

Desde que conocí a mi esposa me mencionó que en su corazón había surgido el deseo de la adopción desde un día que estando en el colegio había visto un documental de la triste realidad de muchos niños en África, sin embargo, el tiempo pasó, tuvimos tres hijos biológicos y un día el tema volvió a salir.

Pensamos que iba a ser algo complicado pero desde el primer momento que dijimos: “sí, queremos darle una nueva vida a un niño africano”, todo se fue dando maravillosamente, averiguamos, contactamos a Casa Emanuel en Guinea Bisseeau, una organización que por cierto dirige una costarricense, nos sometimos a un proceso de evaluación y en poco tiempo recibimos la noticia que nos habían aprobado la solicitud, es decir, que podíamos ir por Samuel.

Cuando llegamos a la aldea en Guinea Bisseau lo conocimos, tenía seis meses, era un bebé, estaba en difíciles condiciones de salud, tenía malaria y fiebre tifoidea, de hecho cuando lo reciben en Casa Emanuel pensaron por la condición en la que llegó que iba a morir, nosotros con mucho cariño y los tratamientos médicos necesarios, además de la voluntad de él por salir adelante, lo logramos sacar de esta situación.

¿Cómo fue ese primer momento que tienen en sus brazos a Samuel?

Fue una mezcla de sentimientos, mucho agradecimiento con Dios por permitirnos adoptar, mucha alegría porque era algo que deseábamos con el corazón, pero también de mucha responsabilidad y hasta preocupación por su situación de salud. Fue un gran momento para mi esposa y para mí.

¿Qué pasa cuando ya llegan a Costa Rica, cómo es la adaptación tanto de él con ustedes como de ustedes como papás con Samuel y sobre todo de los que ahora eran sus tres nuevos hermanos?

Pues se dio todo muy natural, Isaac en ese momento tenía año y medio, era hasta ese momento nuestro hijo menor y nos preocupaba un poco su reacción, sin embargo, con el pasar del tiempo, Samu e Isaac han hecho un vínculo muy bonito, se quieren mucho y son además de hermanos y grandes amigos, ellos tienen una relación muy bonita, y con las chicas mayores también ha sido muy lindo, él tiene una personalidad muy divertida y es el alma de la casa, eso influyó para que desde el inicio construir vínculo con él haya sido muy sencillo.

Es muy gratificante ver como ahora todos juegan y se divierten juntos, a veces también pelean pero es parte de la convivencia normal entre niños, pelean y cinco minutos después se abrazan y juegan felices.

¿Cómo y cuándo se une Lucía, la segunda niña africana que llega a su hogar?

Después de la adopción de Samuel, nosotros continuamos teniendo relación con Casa Emmanuel y con la familia biológica de él; un día nos damos cuenta que Samuel tenía un hermano ya grande, un muchachito, entonces nos contactamos con él y tratamos de adoptarlo, pero, cuando estábamos en ese proceso, él nos dice que Samuel y él también tienen una hermana, que es mayor que Samuel pero menor que él, y por la realidad de las mujeres allá, él nos dice que prefiere que adoptemos a la hermana, a Lucía.

Es increíble la realidad que viven aún en estos tiempos las mujeres en África. Ellas están muy en desventaja, allá la mujer no cuenta, las casan apenas desarrollan, las venden, las usan como esclavas, las mujeres no tienen posibilidad de surgir, además, una gran parte de la población tiene SIDA, las condiciones de salud de las mujeres son complejas y reciben poca o ninguna atención. Es por esa realidad que el hermano mayor de Samuel prefirió en un acto grandísimo de amor, que adoptáramos a Lucía.

En ese momento Lucía tenía 6 años, la misma edad que nuestra hija Amanda. Lo hablamos y sentimos que no la podíamos dejar allá, y que si ya sabíamos que Samuel tenía una hermana debíamos hacer lo posible porque estuvieran juntos, no hubo discusión, estábamos seguros que debíamos hacerlo.

Afortunadamente el trámite también fue sencillo, lo hicimos igual a través de Casa Emmanuel, llegamos a la aldea donde estaba y se vino muy bien con nosotros, claro, era diferente el proceso porque ya ella estaba más grandecita y sabía lo que estaba pasando.

El reto con ella fue distinto, pero igualmente, muy lleno de amor.

¿Qué saben de la familia biológica de Samuel y Lucía?

La madre fallece días después de que Samuel nace, ella muere de tuberculosis, el papá está vivo y tiene otras esposas, allá la cultura es así, un hombre puede tener varias esposas pero si una de ellas muere, la otra no está en la obligación de criar a sus hijos que fue lo que pasó con Samuel y Lucía, que quedaron prácticamente huérfanos al morir su madre, sin embargo, su padre hizo algo maravilloso para salvarles la vida porque él decide darlos en adopción antes de que murieran o les pasara otra situación dolorosa.

Los chicos conocen su historia y siempre pedimos a Dios por su padre biológico, incluso tratamos de mantener contacto siempre con él y tenemos mucho que agradecerle. La última vez que viajamos trajimos cosas de su cultura y tenemos muchas fotos para que ellos siempre recuerden y conozcan sus raíces y su historia.

¿Cómo ha sido la dinámica de los cinco, qué ha sido lo más complejo?

Es una locura, corremos mucho, mi esposa es una campeona porque ella sola los atiende a todos, igual se corre con las comidas, las meriendas, las tareas, los exámenes, pero aún y con todo lo que hay que hacer es un vacilón y todos se llevan muy bonito. La entrega es admirable.

Samuel es un vacilón, es el alma de la casa, Lucía es más reservada, con ella costó un poquito sobre todo con el tema de los límites pero con cariño y paciencia nos hemos acomodado todos y ella es muy linda, ella llegó a complementar nuestra familia.

Jimena la mayor es muy tranquila y madura, Amanda es tan cariñosa e Isaac es muy noble, todos son muy distintos, entre todos se cuidan y se quieren mucho.

¿Cómo hacen para que no exista diferencia entre unos y otros?

Todos son hijos, unos llegaron por la pancita de mamá, y otros por adopción, las reglas y el amor es el mismo para todos, a todos los amamos igual y ellos lo saben, no hay diferencia.

¿Qué ha sido lo más bonito de esta aventura de ser papá de cinco niños?

Nosotros no dejamos de darle gracias a Dios por todo lo que hemos vivido, creemos que cuando hemos sido gratos a lo que Dios nos ha pedido, Él nos premia con todo, siempre que hemos respondido a los llamados de Dios nos ha ido bien, creo que conforme uno abre su corazón a las buenas acciones la vida lo premia, las puertas se abren y eso ha sido lo más bonito, ver como las bendiciones llegan y los momentos de felicidad también.

Me encanta tener la familia que tengo, me gusta ver cómo los chicos crecen y cada uno con su personalidad va destacando, todos me llenan de orgullo.