Un ave fénix llamado Natalia Lafourcade

Durante toda su vida ha jugado con el arte, encontrándose con todas sus formas y dejándose llevar por la música. Sin embargo, la mexicana conquistó a Latinoamérica con un álbum de melodías sencillas, que tomaron forma en medio del desamor.

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"Yo te llevo dentro, hasta la raíz / Y, por más que crezca, vas a estar aquí", confiesa una voz desde la radio o los parlantes de la computadora. "Aunque yo me oculte tras la montaña / Y encuentre un campo lleno de caña / No habrá manera, mi rayo de luna / Que tú te vayas", canta Natalia Lafourcade con su voz sutilmente agresiva.

Resulta difícil pensar que sea la misma que, por ahí del 2002, nos sugiriera buscar un problema. "Corre, corre a la cama de mamá / Dile que esta noche no vas a llegar / A la casa, a la casa". Pero así es: en poco más de 17 años, esa joven de moños en el cabello pasó de ser esa artista cuyas canciones alarmarían a una madre a esa creadora de melodías que repite y suspira hasta la persona menos imaginada.

Por mucho tiempo, hasta para la propia Natalia era difícil verse en esas canciones y prometió nunca volver a cantarlas. Ahora, nos cuenta la ganadora de cinco Grammys Latinos en el 2015, ha hecho la paz con ellas. Comprendió que esa Natalia del pasado, al igual que la de ahora, hacía música sobre lo que veía a su alrededor.

Fueron ambas Natalias, la de ahora y la de antes, las que conversaron con Perfil sobre el amor y la falta de él, sobre la música y los efectos que produce en sus seguidores. También le cedió un espacio a aquella que, en el 2012, le rindió un homenaje al compositor de canciones como Amor de mis amores y Solamente una vez, Agustín Lara.

Sanar cantando

En su más reciente disco, la raíz de todas sus canciones fueron los males, aquellos que provienen del amor. Su experiencia de sanación fue el germen de un disco que terminó ganándose la admiración del público.

P: El disco Hasta la raíz tiene canciones que mucha gente ha amoldado a su propia vida, ¿de dónde provino la inspiración para componerlas?

N: Del amor y el desamor, pero principalmente a través del desamor me tocó reunirme con muchas cosas: desde sanar yo, descubrir qué quería hacer, para dónde quería caminar. Otras inquietudes que tenía era conectar a México y Latinoamérica.

Todo eso forma parte de los ingredientes de las canciones de un disco sumamente personal, autobiográfico, casi como un diario. Eso ha ocasionado que mucha gente se identifique con las letras aunque no sabía que esto iba a ocurrir con letras muy personales y muy mías. No sabía si ellos iban a entender de qué hablaba a pesar de que traté de ser muy sencilla.

P: ¿Y lo definiría como un disco para aprender a dejar ir o para encontrarse a sí mismo?

N: Pues ambas, primero hay que soltar. Ya cuando eso ocurre viene la otra parte: resolver cómo convivir con uno mismo después de estar tanto tiempo con una persona. Y todo cambia, la cotidianidad, el día a día que uno construye con alguien. La vida entera cambia.

P: ¿Cuáles son las reacciones de los seguidores hacia este disco que más la han sorprendido?

N: Hay una señora que se me acercó para decirme "tu música me acompaña en quimioterapia", otra "mi papá murió hace tres semanas pero escuche tu canción y me cambió la vida. Mi papá es Hasta la raíz". También escuché "le pongo tu disco todos los días a mi bebita y con eso se duerme" o "terminé con mi esposo, con el que estuve durante 15 años, pero este disco nos ayudó a sanar y volver a ser amigos". La gente me comparte estas historias y eso me encanta porque puede ocurrir que una pierda dimensión. Para mí son mis historias y hasta ahí pero con este disco no ocurre eso: trascendió para ser de la gente, para ser más universal.

En una firma de discos, una chavita me dijo "gracias por poner en música lo que yo no puedo decir más que con palabras". Fue allí donde dije "orale" y caí en cuenta de eso. Desde el momento en que grabé las canciones en los demos y empecé a enseñarlas, inicié el proceso de desprenderme de ellas. Tuve la conciencia de que eventualmente ya no iban a ser mías. Primero me acompañaban a mí, yo las cantaba en mi casa, nadie las conocía. Eran mi secreto. Ya no las veo para nada como mi propiedad.

Mujer divina

Durante casi seis años, Lafourcade se encaminó por nuevos rumbos. Desde el 2009 —cuando publicó su segundo álbum Hu Hu Hu— hasta el 2015 que surgió Hasta la raíz, no hubo canciones nuevas pero sí realizó múltiples colaboraciones musicales, prestó su voz para una producción francesa animada de El gato con botas, diseñó ropa que desfiló en el Mercedes-Benz Fashion Week México del 2013 y creó un disco en homenaje a Agustín Lara.

Esas inacabable curiosidad creativa viene desde la cuna: su madre y su padre, son músicos y desde pequeña llevó clases de teatro, danza, pintura, piano, guitarra, saxofón, canto y flauta. Tras pasar su infancia en Veracruz, se mudó a la Ciudad de México, donde publicó su primer disco Natalia Lafourcade (2002) y conoció a los miembros de La Forquetina que la acompañaron en su segundo álbum de estudio Casa (2005).

Natalia se separó de la banda un año después y viajó a Canadá donde intentó alejarse del ambiente musical, pero fue este el que se topó con ella. "Allí empecé a escuchar géneros como el afrobeat y conocí el folk pero después, cuando llegué a México me acerqué a la música mexicana. Oí compositores como José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, Juan Gabriel y muchos más de mi tierra que en su momento no me habían llamado la atención", cuenta.

Fue de allí que nació Mujer divina, un material discográfico con canciones de Agustín Lara que contó con la colaboración de artistas como Miguel Bosé, Jorge Drexler y Kevin Johansen.

P: ¿Qué tuvo la música de Agustín Lara para que decidiera hacerle un homenaje?

N: Él es un personaje increíble con una historia alucinante llena de anécdotas. Capturó a toda una época. Después se convirtió en un súper maestro que me enseñó muchas cosas.

Gracias a él conecté con una parte de mi feminidad y de mi presencia como artista en el escenario. Me encanta vivirlo desde ese lugar, encender esa luz también en mí. La música ha sido como una cuestión de ir probando cosas que te van cambiando y seguramente así seguirá pasando. En otro tiempo tocará hacer proyectos que enciendan otro tipo de luces y energías en mí para seguir evolucionando.

P: ¿Qué otros cantantes merecen un homenaje?

N: Diría que Eugenia León, es una de mis voces femeninas favoritas de México, de las que más me gustan. Obviamente, Chavela Vargas que aunque no era mexicana es como si lo fuera.

P: ¿Qué debe tener una composición para que le guste?

N: Actualmente me gustan las canciones simples, sencillas, aquellas canciones que escuchas y dices "una niña de tres años podría tararear esta canción". Son muy simples, con palabras claves y profundas, no rebuscadas. Quiero la música muy easy going, sin complicaciones.

P: ¿Qué le diría a la gente que menosprecia el pop como género, al creerlo muy sencillo?

N: Hay música para todos los gustos, todo es válido. A lo mejor en tres años me entra una locura y se me antoja hacer canciones recomplicadas, que nadie entienda y con acordes rarísimos y eso también es válido.

Siempre y cuando el artista lo maneje desde un lugar genuino y honesto pues se vale y, sí, existen géneros musicales mucho más complejos por supuesto y me ha tocado ir a conciertos con gente súper virtuosa pero que no me mueven o emocionan. En realidad hay que hacerlo con el alma y solito hará su tarea.

P: También ha diseñado, bailado y actuado; sin embargo, se enfoca más en la música. ¿Qué tiene esta en particular?

N: La música es la que más me pide toda la energía, no me suelta, no me deja ir para hacer otras cosas. Me genera esta sensación de sanar constantemente dentro de mí y se ha convertido en mi casa. De repente pienso que me daré un tiempo para pintar, o bailar o hacer otras cosas pero, en realidad, la música es la que me lleva me trae y me hace para todos lados.

P: ¿Cómo ha cambiado desde la parte musical la Natalia Lafourcade del 2002 a la de Hasta la raíz?

N: En esencia sigo siendo la misma. En ese entonces, cuando cantaba Busca un problema o En el 2000 hablaba de las cosas que me sucedían y las que había a mi alrededor. Ahora me he logrado reconciliar con esas canciones y no padezco el hecho de tocarlas, algo que durante años evité. Ahora que la toco me digo "bueno era una Natalia sensible al momento, captando desde su visión de adolescente, que en ese momento tenía 17 o 18 años".

Con mi nuevo disco es igual: este captura mis inquietudes, solamente que voy a cumplir 32 pero sigo siendo esa artista compositora fiel a lo que en el momento quiere hacer.