Lisbeth Vindas, guerrera de agua y de hierro

¿Qué pasa cuando una surfista se aleja un momento de las olas y lo entrega todo a una ruda competencia: el Ironman 70.3 Costa Rica?

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Lisbeth nació al puro frente del mar. Sus pies se acostumbraron a sentir los surcos de arena entre cada dedo y así fue creciendo, al ritmo de las olas y tostándose al sol jacobeño.

El vaivén del mar la atrapó y ya van 22 años de que no la suelta. Esta surfista profesional costarricense es una con su tabla, y sus triunfos han ido creciendo como la espuma que revienta en las costas pacíficas, donde se ha pasado la vida.

Hoy Lisbeth Vindas Díaz tiene 35 años y a su amor por el surf le llegó una competencia: el amor que siente por su hijo de 5 años, Yullian. Ahora, ambos se fusionan con el mar pues el pequeño la acompaña a enfrentar las olas.

Vindas cuenta que su emoción más grande fue ver a Yullian, al año y dos meses, ponerse de pie en una tabla de surf. Lo celebró dando brincos por la playa y asegura que se emocionó más que cuando el pequeño aprendió a caminar.

Hablar con Lisbeth es como hablar con una amiga de años, a pesar de tener solo horas de conocerla. Su humildad y la calidez de su sonrisa la hacen cercana; más aún al entrevistarla en el centro de su natal Jacó, donde la saluda un rostro conocido en cada esquina: "¡Eso Betty!", ¡Pura vida, mi Betty!, "¿Cómo va esa surfeada, Betty?".

Conoce a todos y todos la conocen. Y no es para menos: proviene de la familia Díaz, proclamados fundadores de Jacó.

Agua en el alma

Hace 22 años no era tan fácil para una mujer abrirse camino en el mundo del surf. Lisbeth cuenta que a los 14 decidió que este deporte era su pasión y quiso practicarlo profesionalmente.

"Siempre quería surfear, pero al inicio recuerdo que era difícil por uno ser mujer. Recuerdo que los hombres me decían: "no, no, vaya para su casa, qué está haciendo aquí, vaya a hacer oficio"", contó la atleta.

Esas negativas y estereotipos hicieron que se metiera al agua con más ganas.

"Desde que me paré por primera vez en la tabla, declaré que quería ser campeona nacional de surf. Tres meses después, hice mi primera competencia y gané. Quedé de primera, pero en ese momento éramos muy pocas chicas. De hecho, éramos tan pocas que yo tuve que ir a buscarlas para decirles que compitiéramos", recordó Vindas.

A los 15, Lisbeth ya se estaba enfrentando a su primera competencia internacional en California, Estados Unidos. Al día de hoy, ha viajado a 26 países gracias a sus excelentes habilidades sobre las olas.

Esta costarricense es la única atleta en el mundo que ha participado en todos los mundiales de surf de la International Surf Association (ISA) desde 1996 hasta el día de hoy.

Se ha llevado sus sustos en el mar. Recuerda que la experiencia más cercana que ha tenido con la muerte fue en Fiji, cuando hacía unos videos promocionales para uno de sus patrocinadores. Allí, el leash de su tabla quedó atorado en un arrecife, mientras reventaban olas del tamaño de edificios encima de su cabeza. Confiesa que casi no sale con vida, pero esa experiencia no la detuvo.

Guerrera ejemplo

"Mi meta siempre ha sido dejar una buena imagen a los jóvenes, ayudarles. Estoy en un proyecto con mi hijo. Es una fundación que estoy tratando de hacer para ayudar a los jóvenes para que surfeen y luego darles seguimiento, por medio de una plataforma donde ellos puedan enfocarse en ser atletas profesionales", detalló la deportista.

Asegura que quiere devolverle al mundo del surf un poquito de todas las alegrías que le ha traído. Sabe que este deporte crece cada día más en nuestro país y que hay mucho talento, pero falta apoyo. Ella, con su fundación y con una escuela de surf que fundó desde el 2009, espera atraer a más personas al surf y formar atletas excelentes para representar a Costa Rica en competencias a nivel mundial.

El reto Ironman

"Estaba jugando fútbol con mi hijo en la plaza de Jacó cuando recibí una llamada de Gatorade. Me comentaron que tenían una idea algo loca y me invitaron a formar parte del proyecto "Lo increíble es inevitable"", recordó.

Al colgar el teléfono, Lisbeth no tenía muy claro en qué se había metido. La marca buscaba a una atleta destacada en una disciplina distinta al triatlón que se animara a participar en el Ironman 70.3 Costa Rica, competencia de exigencia mundial que se llevará a cabo en Playas del Coco el próximo 18 de junio.

La surfista aceptó sin tener idea de que el desafío sería tan grande. Sabía que debía nadar, andar en bicicleta y correr, pero corrió a su casa para buscar en internet las distancias y confiesa que se asustó.

"Con solo ver que la corrida era media maratón (21 kilómetros) me asusté un poco porque yo nunca había corrido tanto, luego seguí leyendo y vi que había que andar 90 kilómetros en bicicleta y nadar aguas abiertas. Ahí yo me dije que iba a estar complicado, pero había que entrenar bastante", detalló la tica.

Lisbeth debió cambiar su alimentación, acostumbrarse a correr largas distancias y a andar en bicicleta, cosa que hace todos los días por las calles de Jacó con una bici tipo banana. Por supuesto, se dio cuenta de que el reto del Ironman no era ni similar a un paseo recreativo en bici.

Confesó que tuvo que aprender a nadar de nuevo pues a pesar de pasarse la vida en el agua, los surfistas tienen técnicas muy diferentes.

"Ha sido muy vacilón. Al principio yo decía: ¿cómo hago para aguantar una hora en bicicleta?

Hago la hora, el cuerpo se va adaptando, y entrené hasta lograr 2 horas, luego 3 y luego 4.

Yo lo he disfrutado mucho, ha sido un proceso muy bonito y estoy muy agradecida por la oportunidad. Ha tratado de dar lo mejor de mí. Hay momentos en los que la mente me dice hágalo, pero el cuerpo ya no me deja. Uno siente que no puede más, pero descansar, comer bien e hidratarse son claves en una disciplina como triatlón", explicó Lisbeth.

Acomoda sus entrenamientos por las mañanas, después de dejar a su hijo en la escuela. Entrena de 8 a.m. a 12 m.d. y asegura que el sol es a veces su principal enemigo.

Ya ha hecho dos prácticas en competencias de triatlón y en ambas se ha superado.

"En la última competencia me tocó tres horas seguidas en bici, en el transcurso de la bici yo me voy recuperando de nadar y me voy preparando para la corrida que en mi caso es lo que me cuesta más. Yo soy más competitiva en las primeras dos, porque sé que en la corrida va a ser más difícil. Mi idea es irme fortaleciendo para mejorar la corrida y trabajar más fuerza en las piernas", explicó.

La atleta sabe que en la competencia de El Coco se enfrentará a atletas de todo el mundo pero va con la mente tranquila y confiada en su progreso pues su meta es terminar el Ironman 70.3 en buenas condiciones y tiene claro que su principal competencia es ella misma.