Kembly Cortés: La guerrera joven

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Kembly Cortés tiene 28 años, es dibujante arquitectónica y tiene dos hijos con su esposo Francisco; Lockan de 7 años y Allison de 4. Ella no pertenece al rango de edad con mayor incidencia de cáncer de mama. Sin embargo, un factor hereditario generó que tuviera que enfrentarlo.

En abril del 2015, Kembly se realizó un examen de rutina, y aunque no salió alterado, comenzó a experimentar enrojecimiento y molestias en uno de sus senos, hasta en que en junio del 2016, el diagnóstico de cáncer de mama resultó positivo.

“En ese momento pensé que iba a dejar a mis hijos sin mamá. Fue muy impactante porque estaba sola, el doctor me hablaba y yo no reaccionaba, mi mente se fue a mis hijos, mi familia y a qué iba a pasar conmigo”, recordó Kembly, quien no lograba comprender cómo a tan corta edad y con toda una vida por delante estaba recibiendo esa noticia.

Hasta ese momento el tumor en su mama medía solo 3 milímetros, pero en el transcurso de cinco meses, había crecido a 7 centímetros, esto provocó que Kembly debiera someterse a una mastectomía radical para eliminar completamente el carcinoma.

“Yo tenía 27 años, entonces para los médicos era muy preocupante que fuera tan joven y que con los años, se volviera a activar el tumor, por eso cortaron todo el seno”, explicó Kembly.

Tan solo un mes después, comenzó con la quimioterapia. Doce sesiones de taxol y 4 de “quimio roja”, con la que perdió todo su cabello.

“Estaba sola el día que se me cayó el cabello, yo lo tenía largo, y ese día, unas semanas después de que había iniciado la quimioterapia, se me empezó a caer por partes, comencé a llorar, pero en la noche decidí ir con mi esposo a que me raparan completamente”.

A pesar de esto, una vez que Kembly perdió su seno y su cabello, comprendió que lo principal era vivir y continuar luchando por ella y por su familia. “Yo pensaba: «Bueno se me va a caer el pelo, pero me van a salvar la vida; me van a quitar un seno, pero me van a salvar la vida. Es un proceso muy doloroso, pero hay que llevar la mente a más adelante, el pelo vuelve a crecer, eso es secundario»”.

Esta fuerza y el deseo de vivir, fue la que le transmitió a sus hijos durante todo el proceso. A pesar de ser tan pequeños y no comprender la totalidad de la situación, Kembly cuenta cómo su hijo hoy dice: “Mi mamá tuvo cáncer pero ya está bien”.

Ellos, junto con su esposo, fueron el motor que Kembly necesitaba para continuar viviendo y afrontar todas las situaciones que conlleva este proceso. ”Él estuvo en la batalla conmigo día y noche. Un día antes de la operación me senté a llorar porque sabía que iba a perder una parte muy importante de mi cuerpo. Pero con mucha calma me dijo que yo siempre iba a ser bella aunque no tuviera nada. Gracias a su apoyo he logrado sobrellevar muchos momentos”.

Kembly también pudo ver el ejemplo de otras mujeres guerreras y de cómo continuaban con su vida, a pesar de estar con casos más avanzados de cáncer. “Yo llegaba a los grupos de apoyo y veía a mujeres, con situaciones más complicadas que la mía, bailando y disfrutando, y yo pensaba: «Yo que no estoy mal y que dicen que ya pasé todo lo malo, tengo que disfrutar como ellas».”

Esta luchadora cuenta que ha tenido una meta clara: sentirse bien consigo misma y no sentirse incompleta por tener un solo seno. Por ello, y por el temor a nuevas cirugías, Kembly aún no se ha realizado una reconstrucción. A pesar de que es joven y la operación es totalmente factible, no se siente mal de esta manera, ni le hace falta esta parte de su cuerpo para ser una mujer fuerte, decidida y segura.

Kembly no ve al cáncer como una desgracia, sino como un invasor que llega a la vida de algunas mujeres pero que a la hora de irse las deja con muchas enseñanzas. “Dios no escoge a las personas para que tengan esta enfermedad, pero sí para que podamos servir de ejemplo para muchas otras personas. En la etapa que estoy, yo ya me siento sana y libre de ese invasor que llegó a mi vida”.

Sin embargo, Kembly es consciente de que la prevención temprana y los exámenes de rutina son vitales para evitar el cáncer de mama. “Hay que entender que a cualquiera le puede dar, yo pensaba que nunca me iba a pasar, y cuando sentí una bolita me dio mucho miedo, pero lo enfrenté, me hice los examenes y el cáncer se detectó a tiempo. Por eso estoy viva”.

Esta joven guerrera aún continúa batallando con la radioterapia, un proceso desgastante tanto a nivel emocional como físico, sin embargo, cada día celebra su vida y se siente triunfadora de haber superado un obstáculo al que ha visto como una oportunidad. “El cáncer no es sinónimo de muerte, no es el fin, es tan sólo el comienzo de una vida mejor”.