Éricka Morera: “La maternidad me convirtió en una mejor persona”

Zoé es una belleza angelical que vino a cambiar todo en la vida de Éricka Morera y su esposo Mauricio Hoffmann. En una cálida entrevista, esta mamá primeriza nos cuenta las angustias, aprendizajes y satisfacciones de su nueva faceta.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Cuando uno es mamá, parece imposible lucir perfecta. Entre alistar a los hijos, cumplir con el trabajo y una decena de otras responsabilidades, con gran facilidad nos olvidamos de nosotras mismas. Éricka es la excepción a la regla. ¿Cómo lo hace?

Parece que la clave es estar bien por dentro para reflejarlo fuera. Todos los astros confabularon para que la maternidad de Éricka Morera llegara en el momento perfecto: a sus 35 años, con bienestar físico, estabilidad emocional, un negocio viento en popa, el amor y la compañía de su esposo Mauricio Hoffmann y el gran apoyo de su familia. Con todo eso, imposible no lucir radiante.

Además, Zoé le vino a dar un nuevo brillo a sus ojos y una razón más para, día a día, esforzarse para ser una mejor versión de sí misma.

Claro que no todo es color de rosa. Éricka, como todos los mortales, tiene sus momentos de desesperación. Y, aunque en redes sociales siempre se ve divina, en la intimidad de su casa anda con una licra cómoda –en especial ahora que su bebé gatea por todos los rincones–, moño y cero maquillaje.

En esta entrevista, hermosísima por lo humana, conversamos con una mamá que a veces se agota, que se esfuerza la milla extra para tener tiempito para ella, que lloró del susto en los primeros meses de Zoé y que vivió el cambio hormonal a flor de piel, pero, sobretodo, con una mamá que se enloquece hablando de su gordita y a quien le late el corazón más rápido cuando piensa en ella.

Éricka es humilde, simpática, sincera. Entrevistarla fue como sentarse a tomar café con una amiga de años. Hablamos de eso que hablan las mamás: de dar teta, de pañales con caca, de madrugar y del amor a primera vista.

Contextualicemos un poco: ¿quién es Éricka Morera?

Soy una mujer que nació en San José. Mis papás son divorciados y tengo una excelente relación con ambos. Tengo un hermano de 28 años y uno de 14 por parte de mi papá.

Crecí en entre San Pedro y Curridabat, ahí hice mis estudios desde la escuela hasta la universidad, y, desde hace ocho años vivo en Ciudad Cariari, en Heredia.

¿Dónde estudió?

Estudié parte de mi escuela en el Colegio Sagrado Corazón; luego me pasé a la Escuela República del Perú, donde saqué mi sexto grado. El colegio lo cursé en el Liceo de Curridabat y la carrera profesional la hice en la Universidad Latina, donde me gradué de Periodismo.

¿El periodismo fue su pasión desde niña?

Siempre me gustó el periodismo. Actualmente no lo ejerzo porque estoy dedicada a ser mamá y a atender el negocio que emprendí junto a mi esposo, pero antes de esto trabajé en televisión, en prensa escrita y en agencias de comunicación.

Es una carrera que me gusta mucho. Me apasionó en su momento, pero sentía la necesidad de hacer otras cosas. No sé ahora, pero cuando estaba trabajando en periodismo no pagaban bien; me sentía estancada. Yo quería surgir un poco más y ojalá emprender en un negocio.

Cuéntenos de ese negocio

Hace tres años empezamos con la idea de crear Blow Dry Bar y desde dos años es una realidad.

A mí siempre me ha gustado todo lo relacionado con el cabello. Una vez, en un viaje, vimos el concepto de un salón de belleza mezclado con un bar. Al regresar se lo contamos a uno de nuestros mejores amigos, quien se convirtió en nuestro socio.

Blow Dry Bar es un concepto muy diferente. Es un salón de belleza que les da a sus clientes toda una experiencia: uno se puede sentar en la barra y tomarse un trago o un vino.

Las cosas fueron fluyendo y eso nos hace pensar que este negocio Dios lo tenía para nosotros. El proyecto inició y nunca hubo una sola traba. Ya tenemos dos años, un gran equipo de 17 colaboradores y mayor conocimiento del mundo de los negocios.

¿Cuál es su historia de amor Mauricio Hoffmann?

A Mau lo conocí hace ocho años. Tenemos siete años de estar juntos y cuatro de casados. Nos conocimos a través de una de mis mejores amigas, Ana Lucía Vega, y desde ese momento se dio un click. Desde ese día hasta la fecha estamos juntos; creo que nuestra relación es parte de unos planes muy bonitos de Dios. soy una mujer felizmente casada.

¿Cómo se comprometieron?

Él me propuso matrimonio cuando cumplí 30 años. Andábamos de viaje; fuimos a Las Vegas. Íbamos a hacer un tour en helicóptero sobre el Río Colorado y aterrizar en El Gran Cañón, donde se hacía un picnic con champaña… Toda la belleza.

Sucedió algo super cómico, porque, antes de agarrar el helicóptero, Mauricio perdió el canguro donde andaba el anillo. Cuando nos íbamos a ir, todo se paralizó hasta que encontraron el canguro. Yo no entendía por qué estaba tan acongojado.

Luego, en una mesita de madera, y con una vista impresionante, me propuso que me casara con él.

¿Cómo fue la boda?

Fue una ceremonia íntima, con familiares y los amigos más cercanos. Fue la boda que los dos queríamos.

¿Cómo recibieron la noticia del embarazo?

Mau y yo hemos sido muy ordenados en las facetas del matrimonio. Claro, que uno propone y Dios dispone. Yo no puedo decir que tengo el control de todo, pero hemos intentado ir cumpliendo las etapas ordenadamente: nos casamos, vivimos un tiempo bonito de matrimonio, luego emprendimos en un negocio y después de un tiempo empezamos a pedir bebé.

Fuimos donde el doctor y nos indicó que, como yo tenía mucho tiempo de planificar, podía durar entre seis meses y un año para quedar embarazada. ¡Sucedió a los dos meses!

Me fui a hacer la prueba de sangre sola para no hacer mucho alboroto, pensando en que tal vez no estaba embarazada, y resultó positivo. La primera persona en saber fue mi mamá, porque yo quería darle la noticia a Mauricio en persona.

¿Cómo le contó a Mauricio?

Ese mismo día le insistí que yo lo iba a recoger al trabajo. Antes pasé comprando una cajita donde le guardé una chupeta y el papel de la prueba de embarazo. Cuando nos vimos se lo di y Mau se llenó de felicidad de una manera que no les puedo ni explicar. Lloramos juntos e hicimos una oración juntos.

Yo a Mau lo he visto llorar tres veces desde que lo conozco: cuando nos casamos, cuando falleció el abuelito de él y cuando le dije que iba a ser papá.

¿Cómo fue su embarazo?

Los tres primeros meses fueron difíciles: tuve muchos achaques y náuseas, pero después de eso fue un embarazo muy lindo y bendecido. Me mantuve activa no solo haciendo ejercicio, sino también atendiendo el negocio. Lo disfruté muchísimo.

El último mes sí es cansado, entonces me di un ‘estatequieto’ para descansar todo lo que después no iba a poder descansar; un excelente consejo que me dieron las que ya habían tenido bebés.

¿Fue cansado el primer mes de mamá?

Claro, somos seres humanos y nos cansamos. A veces uno dice “Dios mío, necesito dormir” y se extrañan los domingos tranquilos, pero todo se compensa cuando veo a Zoé, que es el mayor regalo de Dios.

¿Cuándo y dónde nació Zoé?

Ella nació el 9 de diciembre del 2018, en la Clínica Bíblica, a las 7:59 de la mañana. Nació por cesárea porque todo el embarazo estuvo sentada, entonces tuvo que ser cesárea.

¿Antes de saber el sexo, sentías que era niña?

Yo soñé que era mujer y Mau soñaba que era niña, pero cuando uno está esperando bebé siempre dice que sea lo que Dios quiera, porque siempre va a ser una bendición.

Yo trataba de no darle mucha mente a eso porque luego uno anhela algo que no es. No obstante, siempre lo sentí; no puedo decir que no.

Para conocer el sexo, nosotros optamos por hacer un examen de sangre y el resultado le llegó por correo a mi mamá y a mi suegra. Ellas se iba a encargar de hacer una dinámica para que Mau, el resto de la familia y yo nos enteráramos.

El día anterior de la actividad, yo soñé que me mamá me daba un papel que decía ‘Soy Zoé’. Claro, yo me levanté llorando de la emoción pero estaba consciente que era solo un sueño. Finalmente, el sueño se convirtió en realidad.

¿De dónde salió el nombre Zoé?

Eso fue mi mamá. Un día estábamos con ella y nos comentó que el nombre Zoé significa vida. A Mau y a mí nos gustó y decidimos que si era niña, la íbamos a llamar de ese modo; si era varón, le íbamos a poner Lucca.

¿Qué sintió la primera vez que la vio?

Es inexplicable. Yo veo las fotos del día que nació Zoé y... Seguramente las que son mamás se identificarán conmigo porque uno no se lo termina de creer.

Todavía me emociona acordarme de eso. Es conocer el verdadero amor. Ser mamá es un amor que trasciende absolutamente todo. El amor a primera vista sí existe cuando uno es mamá.

¿Y cómo ha cambiado la relación de pareja?

Cambia, claro que cambia. La llegada de un bebé cambia absolutamente todo, tanto individualmente como en la pareja.

En el matrimonio, los primeros meses tras la llegada del bebé son muy difíciles; al menos para mí, los tres primeros meses fueron difíciles. Las hormonas y todas las reacciones posparto me pusieron más vulnerables.

Sin embargo, ya nos hemos ido acomodando. Al inicio todo gira alrededor del bebé y ahora que Zoé está más grande hemos logrado sacar el ratito para estar nosotros dos solos, aunque sea una vez a la semana.

Después de todo, la relación de pareja hay que cultivarla. En algún momento Zoé querrá independizarse, como todos los hijos, y quedaremos Mau y yo.

¿Cómo cambió la relación con su mamá tras usted convertirse en madre?

La relación con mi mamá es muy estrecha: ella es mi mejor amiga, mi confidente. A mis 35 años puedo decir que tengo mamitis y lo disfruto mucho. Ella para mí es un ejemplo, más ahora en mi rol de madre.

Ser mamá y verse guapísima siempre en redes sociales... ¿cómo hace?

Yo también tengo mis momentos de carreras. Sin embargo, hay que tener en cuenta que yo toda una vida he sido super vanidosa y ya es una cuestión de personalidad.

Cuando yo quedé embarazada me propuse seguir haciendo las cosas que me gustan y entre eso está hacerme el cabello, maquillarme, vestirme bonito. Estar embarazada no significa estar enferma ni verse mal. Así viví todo mi embarazo, aunque claro que hubo momentos en que prefería quedarme en pijamas todo el día y lo hice.

Ahora, con Zoé tengo mis días de buzo y moño, que además me permiten tirarme al piso a jugar con mi bebé. Al fin y al cabo, soy mamá, como muchas otras mujeres.

¿Quién le ayuda con el cuido de Zoé?

Tenemos una familia que nos apoya muchísimo: mis papás y mis suegros han sido fundamentales. Gracias a ellos, yo puedo ir constantemente a mi negocio o hacer otras cosas, No tengo nanas como mucha gente cree. Quienes estamos con toda la responsabilidad de Zoé somos Mauricio y yo; ambos hemos hecho un equipo increíble.

Retomó su figura muy rápido

Sí, me fue muy bien. Yo estaba en muy buena condición física antes de quedar embarazada y me mantenía muy activa. Eso me ayudó a iniciar el embarazo bien, sin sobrepeso, y durante la gestación hice ejercicio supervisado.

El ejercicio me apasiona. Regresé al gimnasio tres meses después del parto y creo que aunque el cuerpo no es agradecido –porque después de un mes todo el trabajo se pierde–, sí tiene memoria.

Voy a entrenar a las 6 de la mañana mientras Mau se queda con Zoé. Es un gran sacrificio porque a veces la gordita decide despertarse a las 4 a. m. y, cuando se despierta ella, también se despiertan los papás. Ha sido duro, ha sido de voluntad, pero con el apoyo de mi esposo lo he logrado. Claro que hay días en los que me siento cansada y no quiero entrenar, y no lo hago.

Además, cuido mi alimentación. Estoy en control con una nutricionista, pero también me doy mis gustos.

¿Hay momentos malos en la maternidad?

Sí. Los primeros días yo sentí miedo; extrañaba mi vida, mi independencia, ir y venir… y luego me sentía culpable por esos pensamientos.

Conversaba con amigas mías que son mamás y ellas me explicaban que es muy normal pensar esas cosas.

No todo es color de rosa; tiene sus momentos duros y lo principal es agarrarse de Dios y saber que todo pasa. Hubo momentos donde lloré, me asusté o me preguntaba en qué me metí.

¿Qué anhela para el futuro de su hija?

Mi principal objetivo es que sea una niña llena de Dios. Que sea una niña de luz, feliz y con valores. Ojalá poder apoyarla, junto a Mauricio, y guiarla para que tome las mejores decisiones.

¿Qué rasgos ha notado en la personalidad de Zoé?

Es una niña demasiado buena; cuesta mucho oírla llorar. Eso sí, tiene su personalidad: cuando quiere algo, lo quiere ya. Eso es algo que heredó de mí, sinceramente.

¿Qué tal Mauricio como papá?

Increíble. Yo salgo a hacer mis cosas y dejo a Zoé con Mauricio a ojos tapados. Le tengo total confianza. Es muy involucrado: él es el que baña y alista a Zoé. Él quisiera hacerle todo. Hemos hecho un equipo maravilloso.

¿Cuál es su manera para desconectarse de todo?

Hacer ejercicio. Yo practico crossfit hace siete años y es un gran escape para mí. Voy una hora diaria y ese es mi momento, mi forma de liberar estrés. Me llena de energía y felicidad.

Otra cosa que me encanta es ir a la playa, viajar o leer la Biblia, o algún libro, acompañada de un té.

¿Cómo se ve en unos 10 años?

Más viejita… Es broma. Me veo con otro Blow Dry Bar y muy dedicada a la maternidad. Quiero ser una mamá muy presente para Zoé y disfrutar juntas todas sus etapas.