Artes con sello femenino

obre el escenario, al ritmo de la música o escribiendo historias ante el monitor, siete de las ocho mujeres ganadoras de Premios Nacionales de Cultura en el 2014 nos cuentan de su trayectoria.

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Hay un refrán que insiste en hacernos creer que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Por siglos, intentaron que fuera así. Hubo un tiempo en que la sociedad obligaba a las mujeres talentosas a colocar un nombre masculino sobre su trabajo.

Hubo un Currer Bell, que apareció en las portadas de Cumbres borrascosas para ocultar la autoría de Charlotte Brontë.

También hubo hombres, desde el teatro griego hasta las puestas en escena de Shakespeare, que representaron a las mujeres que no tenían derecho a salir sobre el escenario.

Pero las cosas han cambiado. Aquello que auguró la poetisa griega Safo hace poco más de 2500 años, "alguien se acordará de nosotras en el futuro", es ahora una realidad. Costa Rica lo confirmó en el 2014, otorgando una buena parte de los Premios Nacionales de Cultura a mujeres destacadas en el teatro, la música, la danza, la literatura y la investigación del arte.

Algunas de las ganadoras tienen gran trayectoria dentro y fuera de nuestras fronteras, como la dramaturga y actriz Ana Istarú, o la cantante Íride Martínez. La primera recibió el premio a Mejor Actriz Protagónica por la obra Virus pero sus trabajos previos, como Baby Boom en el paraíso, se han reproducido en teatros en diversos rincones del mundo, como Uruguay o Francia. La segunda obtuvo el Premio Nacional de Música a la mejor cantante por conquistar con su voz escenarios europeos.

También se reconoció el trabajo actoral de las hermanas María Chaves y Tatiana Chaves por su papel de reparto en la obra La bruta espera. La danza, por su parte, reconoció a Vicky Cortés con el premio a la mejor coreografía por la obra Margarita y a Estefanía Dondi en la categoría de mejor intérprete de danza. La bailarina contemporánea, quien realizó estudios en el Salzburg Experimental Academy of Dance, en Austria, ha destacado por coreografías como Entre la locura y la belleza, donde la improvisación es el punto de partida.

También se reconocieron mujeres de letras, como Karla Sterloff, quien inició sus camino por la narrativa con La mordiente, una obra merecedora del Premio Aquileo J. Echeverría en Cuento. A María José Monge le fue otorgado ese mismo galardón, pero en la categoría de ensayo, por mostrar un profundo análisis de la obra del artista José Miguel Rojas. Su exposición Juego Sucio fue presentada en los Museos del Banco Central desde junio hasta octubre del 2014.

Todas ellas nos demuestran que el trabajo creativo e intelectual, bien realizado se reconoce sin distinción de género. Había un refrán que insistía en hacernos creer que detrás de todo gran hombre había una gran mujer. Ahora sabemos que también puede estar a su lado o delante de él.