Lleve la intuición a la mesa

Comer intuitivamente es una práctica que seduce a muchas personas, sobre todo ahora que tenemos la cocina y la refrigeradora tan cerca, pero hay que tener cuidado

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Comer todo lo que le genera disfrute; no pensar en la balanza, en porciones ni macros; y, al mismo tiempo, conectarse con las señales que le envía su cuerpo en torno a uno de sus instintos primarios son claves de la tendencia de comer intuitivamente. Se trata de un práctica que puede seducir a muchos, sobre todo durante estos días en los que la nevera está más cerca que nunca y el cerebro y la conciencia hacen de las suyas, reforzando los sentimientos de culpa por romper la dieta.

Es cada vez más frecuente ver en redes sociales esta tendencia, la cual promueve la alimentación intuitiva como un enfoque nutricional más allá del plato y garantiza salud física y mental al romper las obsesiones por bajar de peso y, en cambio, hacer las paces con la comida y con el reflejo del espejo. De ahí que sea la ‘no dieta’.

En este sentido, abundan publicaciones con habituales exquisiteces culinarias, ya no acompañadas de las epistolares preparaciones paso a paso, sino de etiquetas que aluden a la intuición y a la autocompasión, como #intuitiveeating (que se traduce ‘alimentación intuitiva’) o #eatbetternoless (‘come mejor, no menos’).

La nutricionista y dietista Johanna Losada dice que este concepto “lejos está de ser una dieta. De hecho, rechaza esta cultura, la fuerza de voluntad o los regímenes restrictivos. Se centra en escuchar al cuerpo y entrar en sintonía con sus señales que guían al instinto de comer, como el hambre y la saciedad”. Y destaca, entre sus beneficios, el lograr comer de forma consciente lo que el propio cuerpo necesita y lo que el gusto desea (sin sesgos por influencias externas, cumplir un estándar estético o seguir modas impuestas por los personajes fit), ‘legalizar’ los alimentos y dejar de cuestionarse sobre las dietas y las prácticas que se venden como saludables, pero que siguen dándole todo el peso al peso.

“Como nutricionista –agrega Losada– aplico algunas técnicas de la alimentación intuitiva útiles para que las personas olviden la mentalidad de dieta y dejen de juzgar los alimentos y, en cambio, descubran el placer de comer permitiéndose incluir todo tipo de alimentos, aprendan a encontrar la saciedad y vean el ejercicio como un medio de disfrute y no como autocastigo”.

Conciencia y autocompasión

Con el auge de las tendencias budistas asociadas a la conciencia plena (o mindfulness), la alimentación intuitiva se viralizó, al derivarse del mindful eating (aplicación del concepto del aquí y el ahora a la alimentación), pero, sobre todo, por seguirles los pasos a las tendencias de inclusión y belleza en todos los formatos, como lo proclaman el body positivity y la noción de salud en todas las tallas o Health at Every Size (HAES, siglas en inglés).

Para Ana Patricia Salgado, médica especialista en nutrición clínica y mindfulness eating, “es una vía a la aceptación y la autocompasión, pero no todo lo que publican como #intuitiveeating aporta. Así suene muy íntimo, es bueno ir de la mano de alguien que trabaje desde el mindfulness hasta la nutrición”.

Salgado explica que ser intuitivo “no es justificarse en ‘Hoy no iré a trabajar y me quedaré haciendo ejercicio’ o ‘me voy a comer 50 brownies’ con la excusa de que ‘Mi cuerpo y mi intuición lo piden’. Convertiríamos una herramienta que busca el autocuidado en algo perjudicial”. Destaca, además, que no se debe ver este enfoque como la forma de comer de todo, sin engordar.

“No permite adelgazar –dice Salgado–. Como herramienta compasiva y de autoaceptación no busca cambiar el cuerpo para ser más atractivo ante los ojos de los demás”.