Experiencia: PIIT, una clase de pilates para quemar muchas calorías

Siempre concebí una clase de pilates como una serie de movimientos lentos que se realizan acostados sobre un mat de yoga. Al parecer no soy la única, pues Solana Schumacher es consciente de esa percepción y, por ello, decidió combinar este sistema de entrenamiento con los ejercicios funcionales para crear una rutina llamada PIIT (pilates + HIIT -entrenamiento en intervalos de alta intensidad-). Esta se realiza en Equilibrium, en Escazú.

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Siempre concebí una clase de pilates como una serie de movimientos lentos que se realizan acostados sobre un mat de yoga. Al parecer no soy la única, pues Solana Schumacher es consciente de esa percepción y, por ello, decidió combinar este sistema de entrenamiento con los ejercicios funcionales para crear una rutina llamada PIIT (pilates + HIIT -entrenamiento en intervalos de alta intensidad-). Esta se realiza en Equilibrium, en Escazú.

El PIIT consiste en un periodo de una hora donde es fácil perder el aliento y quemar muchas calorías. La flexibilidad, la resistencia y la fuerza, se trabajan al mismo tiempo.

"Soy instructora de pilates y empecé a dar clases de funcional y de cardio. Pensé en juntar ambas para sacar los beneficios de cada una. Además, por lo general la gente busca bajar de peso y solamente a través de pilates es difícil que eso ocurra", explicó Solana.

Llegué a Equilibrium un par de minutos antes de las siete de la mañana y, a pesar de tratarse de pilates, no es necesario quitarse los tenis. Todo dependerá del gusto de cada uno.

Yo, que acostumbro a sudar hasta el borde del colapso todas las mañanas en clase de CrossFit, debo confesar apenas si esperaba despeinarme. No obstante, cuando Solana apuntó los ejercicios del día en una pizarra, caí en cuenta que no sería tan relajado como me lo imaginaba: ocho movimientos propios de los ejercicios funcionales -todos con el peso del cuerpo- y ocho propios de pilates. Ese día se realizaron durante 45 segundos, con 20 segundos de descanso entre cada uno.

Solana explicó que la dinámica de la sesión es variable: a veces se trabaja durante cierto tiempo activo y ciertos segundos de descanso -como el día en que yo realizo la clase- en otros, se crean "estaciones" que algunos personas realizan en zonas determinadas del espacio de entrenamiento. "Empezamos con intervalos de cardio, luego de abdomen, luego de squats o toda una clase solo de cardio o de squats. Siempre es totalmente diferente, cada día", dijo.

Corrimos varios minutos para calentar. Hasta que Solana se detuvo para explicar los detalles de cada movimiento: rodillas afuera al hacer la sentadilla, el ombligo adentro en cada movimiento abdominal, respirar inhalando por la nariz y exhalando por boca.

Dominaba algunos de los movimientos, como las sentadillas con brinco y los jumping jacks. Otros, fueron todo un reto, como los donkey kicks, un movimiento en cual se debe poner las manos en el suelo y brincar con los pies, sosteniéndose varios segundos en el aire.

Algunos ejercicios, como los hollow rock y el corkscrew, llegaron a parecerme casi una tortura. Esos son los mejores, porque ¿para qué es el ejercicio si no para sufrir? Para experimentar el placer de sentir el dolor, enfrentarlo y verlo desaparecer. Para decir, al final de todo, "yo lo logré". Estos movimientos se enfocan en fortalecer la zona abdominal, un área en la que el pilates es efectivo como pocas disciplinas.

Los 16 movimientos acabaron pero fue solo la mitad de la clase. Luego de la primera ronda y un breve descanso, fue hora que volver a empezar: sí, todo, otra vez. La ronda terminó y en los últimos minutos, el estiramiento me recordó a una clase de pilates convencional.

Al concluir, me quedó claro que el PIIT es lo mejor de los dos mundos: me lo dice ese leve "arratonamiento" que toda buena clase de pilates deja un por rato, me lo reitera ese deseo de volver a empezar que acarrea el potencialmente adictivo entrenamiento funcional.