Vértigo: cuando el mundo gira sin parar...

Los que creen que el vértigo es miedo a las alturas están lejos de tener la razón. ¿En qué consiste esta afección debido a la cual todo parece girar?

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Con sumo cuidado, John Scottie Ferguson se sube a un banquito en una habitación. Primero un pie; luego el otro. Es una grada pequeña, de esas que sirven para alcanzar los libros de un estante. Está sudando. Ve hacia arriba... todo bien. Hacia abajo... perfecto. Pero cuando deja caer la vista en la ventana del edificio, el suelo se trasforma en un abismo arquitectónico que gira sin pausa, le derrite las piernas y lo hace desvanecerse.

Alfred Hitchcock tituló a esa película Vértigo, justamente por el síntoma que padecía su personaje principal. Aunque su filme fue un éxito, Hitchcock cometió un error de terminología que hasta la fecha se reproduce en la boca de más de uno.

En el glosario popular, parece estar escrito que vértigo es el miedo a las alturas. Pero no. Ese miedo se llama acrofobia; el vértigo es otra cosa.

Los libros de medicina lo definen como una ilusión de movimiento, es decir, la persona siente que todo a su alrededor da vueltas o que su cuerpo gira y gira aunque tenga sus dos pies firmes en tierra. Esto puede ir acompañado de una sensación de vacío y de náuseas. Es similar a lo que uno experimenta cuando se baja de un juego mecánico en un parque de diversiones con “el estómago en la garganta” y un revoloteo incómodo en la cabeza.

Sin embargo, el vértigo no es una enfermedad, sino un síntoma que usualmente avisa que algo dentro del sistema vestibular del oído no anda bien.

Más que escuchar

El oído empieza en ese agujero negro que se asoma por los pliegues de la oreja. Es como una cueva con varias recámaras y túneles. La porción de más adentro se llama oído interno, aunque haciendo honor a su anatomía carente de líneas rectas, también responde al nombre de laberinto.

Cuando el laberinto funciona bien, cumple básicamente dos funciones: audición y equilibrio. Para desempeñar esta última labor, hace uso de varias partes, entre ellas los conductos semicirculares y el vestíbulo.

Estos conductos están llenos de un fluido que transmite la información del movimiento de la cabeza al cerebelo (parte del encéfalo). De esta forma, cuando el movimiento se detiene, el fluido también para.

No obstante, en los pacientes con vértigo, estas señales no se envían con rapidez, lo cual se manifiesta en esa sensación de mareo o de que todo alrededor gira. Este tipo de vértigo se llama paroxístico y es el más común.

No obstante, el vértigo puede tener otros orígenes, aparte de un problema en el oído.

Por ejemplo, las migrañas fuertes o inflamaciones en el nervio del equilibrio (neuronitis) también pueden causar vértigo.

Además, el padecimiento depende de la edad. “Generalmente, el vértigo aparece en personas adultas; es muy raro en niños (…). Las neuronitis se dan sobre todo en gente de 40 ó 50 años y la enfermedad de Ménière, que es un tipo de vértigo por presión alta en el oído, puede aparecer después de los 30 con una mayor predisposición de las mujeres”, explicó la otorrinolaringóloga Gisela Rodríguez.

Aunque no hay datos para Costa Rica, la Asociación de desórdenes vestibulares de Estados Unidos cita un estudio realizado en el 2009, que determinó que el 35% de los adultos mayores de 40 años en ese país han experimentado algún desorden del sistema vestibular, entre los que se encuentra el vértigo.

Qué hacer

El error número uno que comete la persona cuando siente que todo le da vueltas, es cerrar sus ojos y acostarse. Lo ideal es abrirlos, sentarse y sostener algún objeto, ya que así la vista y la propiocepción (el sentido que informa sobre la posición del cuerpo) le envían señales al cerebro de que el cuerpo no se está moviendo. De esta forma, el cerebro bloquea las señales anormales que provienen del oído y logra detener la crisis.

El error número dos es no acudir al médico con prontitud cuando se experimenta alguno de estos síntomas. “La persona que dura mucho tiempo sin recibir tratamiento empieza a generar reflejos anormales y a tener ciertos mecanismos de defensa, y pierde movilidad”, manifestó la especialista Rodríguez.

Los otorrinolaringólogos son los encargados de tratar estos síntomas, aunque dependiendo de la causa del vértigo, pueden trabajar en conjunto con neurólogos y hasta psicólogos.

El tratamiento va a depender del tipo de vértigo, pero en general, se aborda con ejercicios y terapia en el propio consultorio del médico, más la prescripción de algunos medicamentos.

A su vez, para lidiar con el día a día, la Asociación de desórdenes vestibulares de Estados Unidos, en su página web tiene un apartado con consejos para que las personas que sufren de vértigo puedan desarrollarse en su vida cotidiana y logren caminar, ir al estadio o visitar un restaurante.

Si usted siente que a veces el mundo le da vueltas, es sano que no subestime el síntoma y busque ayuda para acabar con esos giros.