Verdulero, mandadero y repostera; los nuevos oficios de los desempleados de la música

Trabajadores de la industria del entretenimiento han sorteado la pandemia con ideas que los sacaron por completo de sus profesiones. Al mal tiempo buena cara y reinvención; ese ha sido su secreto para salir adelante en tiempos donde el trabajo escasea.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Hace más de un año que muchos trabajadores de la industria del entretenimiento no han tenido cómo generar ganancias, se quedaron sin conciertos, sin eventos masivos, sin trabajo.

La pandemia cerró todo, aunque las medidas cambian constantemente con respecto al comportamiento de los casos. Actualmente se permiten realizar eventos con público reducido en espacios cerrados y al aire libre; pero el sector todavía no ve una luz clara con respecto a su futuro.

Sin embargo, y pese a la situación, hay historias de resiliencia pandémica que son ejemplos de que no todo está perdido y eso es lo que queremos contar.

Un roquero que aunque no sabía nada sobre legumbres y frutas se puso una verdulería, un técnico de escenario que echó mano de la bicicleta de su mamá para hacer mandados por todo Cartago, una productora que nunca en su vida había cocinado aprendió a hacer repostería para vender; y un empresario que no deja morir su negocio aunque los equipos se le deterioran. Son estos ejemplos de no dejarse rendir los que les presentamos a continuación.

Tierra Fértil

Kacho: así es como en el medio de la música metal de nuestro país se conoce a Carlos Morera, vocalista de la banda Totem; pero en el barrio es Carlitos, el verdulero.

Kacho es un músico emprendedor, apasionado por las artes, con conocimientos en audio, video y producción de conciertos y eventos artísticos. Por la pandemia dejó de lado los amplificadores, las luces y los micrófonos para cambiarlos por tomates, cebollas, sandías y aguacates.

¿Que pasó? Kacho, de 38 años, es uno de los muchos trabajadores de la industria del entretenimiento que vieron cerrados de golpe sus trabajos por causa de la pandemia. Hace un año el anuncio de la suspensión de actividades de concentración masiva le cayó como un balde de agua fría al cantante, quien tuvo que buscar de un día para otro una nueva manera de ganar dinero para mantenerse.

Kacho vivía de la música, era su negocio. Además de cantar con Totem, es el dueño de La Cassettera, una sala de ensayos y de grabación que tiene en su casa en Alajuela, y alquilaba equipos de audio e iluminación para eventos de todo tipo, pero la pandemia le cerró oportunidades.

“La noticia de las cancelaciones me sorprendió trabajando. Estaba en los preparativos de la fiesta internacional de cuentería que se iba a realizar en Alajuela. Cuando vi la conferencia de prensa en la que informaron que se cancelaban los eventos masivos, se me vino el mundo encima porque teníamos varios contratos de producciones”, recordó el artista.

Poco a poco empezaron a llegar los mensajes, llamadas y correos electrónicos cancelándole a La Cassettera sus contrataciones. De repente Kacho se quedó sin trabajo. “Pensé ‘¿qué voy a hacer?’. Tenía una bodega llena de equipo que no me servía para nada en ese momento. Fueron días muy tristes, de depresión e incertidumbre. Tenía unos ahorritos por ahí, pero no duran toda la vida”, recordó.

Desde hace muchos años Kacho decidió emprender y formar su propia empresa. En La Cassettera alquila el espacio para que músicos lleguen a ensayar y a hacer sus grabaciones, pero sin dinero por la falta de espectáculos, los artistas dejaron de reservar espacios.

Tampoco había producciones en las cuales trabajar, no podía alquilar su equipo. La banda tuvo que dejar de hacer espectáculos en vivo. Por todas las facetas el cantante se vio afectado; pero acostumbrado a ser un emprendedor comenzó a pensar qué hacer para pagar las deudas, los servicios, para comer él y sus cuatro perros.

Pensó en invertir sus ahorros en una fotocopiadora porque creyó que las clases iban a seguir y podía poner un negocio con ese enfoque, pero se asesoró y decidió que no era la mejor opción pues pronto iban a cerrar los centros educativos.

“Cuando uno trabaja en lo propio no se puede dar el lujo de esperar a que pasen los días sin generar alguna ganancia. Tengo una filosofía de que una necesidad individual debe transformarse en colectiva, así que analicé varios escenarios”, dijo.

La lluvia de ideas lo llevó a poner la mirada en las legumbres, verduras y frutas porque son artículos de primera necesidad. Pero había otro obstáculo: Kacho no sabía absolutamente nada sobre el negocio, ni siquiera tenía una idea de cuánto podía costar un kilo de zanahorias, según recordó entre risas.

“La comida preparada a nivel de comercio deja mucha más utilidad, pero el costo de inversión inicial es mayor. Pensé en montarme una verdulería porque tengo un garaje amplio que da a la calle y podía aprovechar el espacio”, explicó.

El negocio ya estaba ideado, ahora tocaba darle forma. Empezó con una romana antigua que le regaló don Gerardo, el pulpero del barrio; sumó un mueble viejo que tenía en su casa y una estructura truss (donde se cuelgan las luces en los conciertos), ahí fue donde guindó sus primeras dos trenzas de cebolla.

José Campos, un conocido suyo de la música fue quien lo ayudó con ese primer empujón. “Me acordé que conozco a un chavalo con demasiada experiencia en la producción y comercialización de sandía y papaya, así que me fui al mercado del mayoreo en Alajuela a rastrearlo para que me explicara el negocio”, recordó.

Ese amigo le dio la luz, le enseñó algunos secretos y lo puso en contacto con otros proveedores. Además, fue quien le dio el primer cargamento de productos. Una caja de tomates, sandía, piña, melón y cebollas: así fue como nació Tierra Fértil, la verdulería del roquero.

“Cuando me di cuenta tenía tres meses con la verdulería y más bien llegaban otros emprendedores al negocio a dejarme sus productos para que los vendiera. Siempre he creído que debemos de apoyarnos entre todos”, contó.

Este 2021 vino con un poco de luz para el área del entretenimiento, incluso Totem montó un espectáculo tras muchos meses sin tocar en vivo. El concierto se llevó a cabo en Peppers Club, en Curridabat, a inicios de mayo.

“Regresar a escena fue increíble, fue volver a recargar baterías y hablo por todos los de la banda, los técnicos del concierto y las personas que estuvieron involucradas en la producción”, comentó Kacho.

“Las nuevas medidas son un jalón de orejas para muchas personas en el medio que, por ejemplo, están haciendo eventos sin cumplir con los protocolos. Hay artistas que aceptan ir a trabajar en lugares donde no se cumplen los requisitos; entiendo esa necesidad de trabajo pero desde mi perspectiva estamos viviendo las consecuencias de esas acciones”, agregó.

Tierra Fértil y La Cassettera tienen sus instalaciones en la urbanización Ciruelas, en Alajuela. Ambos emprendimientos tienen perfiles en Facebook, allí los puede ver y contactar a Kacho, ya sea para comprar un kilo de papas o para ensayar en el estudio.

Mandados en bici

Dann Camacho, de 31 años, desde hace 11 se desempeña en el área de la música, específicamente trabaja como stage manager. La labor de Dann es coordinar todo lo que pasa en una tarima durante un concierto, desde la comunicación de la banda con el productor, hasta ver que todos los equipos funcionen bien. Afirma que su trabajo es tener a los músicos contentos, vigilando que todo esté listo cuando suben al escenario.

Pero la pandemia llegó también a cambiarle la vida. La adrenalina y las carreras de Camacho en conciertos mutaron a la adrenalina y las carreras sobre una bicicleta en la cual hace mandados: sí, así como lo lee. Recorre a diario todo Cartago y hasta San José comprando artículos, pagando recibos, yendo a la farmacia, llevando comida express... en fin, está para lo que se necesite.

El último trabajo de Camacho como stage manager fue en el Finca Fest del 2020, que se realizó en Peppers Club el 7 de marzo, dos días antes de que el Gobierno anunciara que se cancelaban los eventos masivos.

“Terminamos el Finca Fest, salí como a las 2 a. m. del lugar. El concierto fue perfecto, nada se atrasó, no hubo ninguna queja en cuestiones técnicas. Jamás me imaginé que a los dos días nos iba a llegar esta noticia”, recordó.

Camacho, quien también es baterista con las agrupaciones Mardá, Viejos de Patio y Pardos Crew, contó que en cuestión de 72 horas le habían cancelado toda la agenda de conciertos y festivales que tenía planeada para el 2020.

“Todo se fue al suelo. Tengo 10 años de vivir de ser stage manager y no sabía qué iba a pasar con mi economía. Entré en un periodo de inactividad, pasé como tres días en un limbo sin saber qué hacer porque esto no es solo mi trabajo, sino que es mi pasión, mi forma de vida”, dijo.

Pero el tiempo apremiaba y había cuentas que pagar. La reacción llegó y Dann empezó a pensar en qué ocupar su tiempo y generar dinero, pues no sabía cuánto iban a durar las restricciones.

“Empecé a mandar currículums a todo lado, busqué trabajo; pero no me podía quedar esperando a que me llamaran de algún lugar porque muchas empresas estaban reduciendo jornadas y despidiendo trabajadores”, dijo.

“La idea me llegó un día que iba en la bicicleta pensando en qué hacer para pagar deudas. Le dije a mi mamá que le avisara a sus amigas que iba a hacer mandados y le conté a mis compas”, contó.

Dann te lo lleva es el nombre de su emprendimiento. Empezó haciendo “vueltas” para las amigas de su mamá, también lo llamaban conocidos de la música para que les ayudara con los mandados. Al principio comenzó con una bicicleta de ruta, pero lo atropellaron dos veces y la bici “pasó a mejor vida”.

Para no parar en su trabajo, Dann tomó la bicicleta de su mamá. Esta no era de cambios y tenía una canasta, pero aunque requería de mayor esfuerzo físico, no se echó para atrás. “Es curioso porque trabajando como técnico nunca tuve un accidente y como mandadero me han atropellado”, contó entre risas.

Dann tiene un horario que le da libertad de seguir en la música. Su jornada empieza muy temprano y está listo cuando algún cliente lo llama para un servicio, así que entre mandado y mandado aprovecha el tiempo para crear. “Muchas veces me llaman a las 11 de la noche para que les vaya a traer algo y ahí salgo a hacer la vuelta”, agregó.

“Muchos piensan que me siento mal por pasar de trabajar en conciertos a manejar una bicicleta. Por supuesto que prefiero estar en un concierto, pero no me voy a morir de hambre”, afirmó Camacho quien toma de manera jocosa ese tipo de comentarios.

Sobre las expectativas de lo que pasará en el futuro cercano, Dann comenta que tiene mucha esperanza de que poco a poco se reactive la industria. “No podemos esperar que todo cambie de la noche a la mañana, cuando pasemos las restricciones se va a poder retomar el trabajo, pero a un ritmo lento. Hay que tener paciencia para no arruinarlo. No hay que desesperarse, hay que hacerlo todo con paz y bien hecho”, finalizó.

Si usted vive en Cartago o en San José y necesita que le vayan a comprar algo, que le lleven comida, que le hagan un mandado; no dude en contactar a Dann al teléfono 6191-9482. De paso, si tiene gusto de donar alimento para perros, este emprendedor acostumbra hacer pausas en sus rutas para alimentar animales de la calle.

Arte y dulzura

Raquel Zamora heredó de su mamá Patricia Zamora la pasión por la producción de artistas y de conciertos. Ellas trabajan juntas en este tipo de actividad desde que Raquel es mayor de edad.

Tanto la promoción y representación de músicos costarricenses como los conciertos mermaron durante la pandemia y eso provocó que Raquel buscara la manera de apoyar en los gastos de la casa. Esta joven estudiante de administración dejó en pausa sus estudios durante este año porque no había con qué pagarlos.

“Yo era asistente de gerencia en una empresa y trabajaba con mi mamá también, pero la empresa cerró y por el otro lado los eventos colapsaron, todo se detuvo. De un momento a otro me quedé sin ninguno de mis trabajos. No sabía qué hacer”, explicó.

Raquel, de 28 años, recuerda que un día estaba en casa de su abuela acompañándola y que se antojó de comer pan de canela. “Pensé que podía hacérselos yo, busqué una receta en Internet y probé. Ella quedó enamorada”, contó.

Raquel nunca en su vida había cocinado repostería, mucho menos tenía noción de medidas, de tiempos de cocción, de hornos... pero su buena mano y su instinto le mostraron una oportunidad de crecimiento: ese podía ser un medio para generar ingresos.

“Antes de la pandemia, mami había comprado un horno que no habíamos usado para nada. Ese se convirtió en mi machete de trabajo”, afirmó.

Raquel no tenía instrumentos ni utensilios de cocina, empezó de manera rudimentaria. “No tenía rodillo, entonces estiraba la masa con una botella de agua”, recordó. Poco a poco se fue aventurando y aprendiendo a punta de recetas de Google. El negocio fue creciendo y ha sido una fuente de ingresos para sacar adelante a su familia.

Ahora prepara rollos de canela, arrollados de chocolate rellenos de fresas y nueces, rollos vegetarianos, pan capresse, pan de cebolla y hasta alfajores. El emprendimiento Dolce Arte ha crecido, aunque no todos los tiempos son buenos.

“Me organizo por semana para hacer pedidos y entregarlos. Los miércoles y los viernes hago rutas de entrega de lo que me encargan durante la semana”, explicó.

“Es una bendición, pero también es algo estresante. La semana pasada no vendí nada, esta semana está durísima porque pagan hasta el viernes. Hay semanas que me va muy bien y otras no tanto. Lo que he ganado ha sido para apoyar en los gastos de la casa y comprar ingredientes para los nuevos pedidos; el negocio da para mantenerlo, pero no para lujos”,afirmó.

En el tema del entretenimiento, Raquel, quien también trabaja con la agencia Caravana (que representa artistas nacionales), espera que el futuro sea mejor que los últimos meses. “Espero que todo vuelva a la normalidad, si es así seguiré con mi trabajo en producción pero no voy a dejar de lado Dolce Arte porque me ha hecho crecer mucho como persona. Creo que debemos de apoyarnos todos, en todos los ámbitos; si un artista hace un espectáculo virtual hay que apoyarlo, si alguien vende repostería tratemos de comprarle. Somos un pueblo y debemos de ayudarnos”, comentó Zamora.

Si se le antoja un sabroso rollo de canela o ese pan vegetariano, no dude en contactar a Dolce Arte en su página de Facebook o al teléfono 8494-9453.

Equipos sin uso

Con 11 años de trabajar en la producción de eventos especiales con el alquiler de equipo audiovisual, la empresa Upgrade se vio forzada durante la pandemia a reducir la planilla de sus trabajadores. Además, el equipo que manejan está en una bodega llevando polvo y, de paso, desactualizándose.

Maikel Castro, dueño de la compañía, comentó que unas 20 familias ligadas a su empresa se han visto afectadas por la pandemia. Esas familias corresponden no solo a los colaboradores fijos de Upgrade, sino también a trabajadores temporales que laboran para ellos durante las actividades que realizan.

“Desde que empezó la pandemia hemos tenido muy pocos eventos. Lo que hemos logrado ha sido realizar transmisiones virtuales, incluso las fiestas de diciembre de las empresas se realizaron de esta manera”, explicó Castro.

La reducción de planilla y de jornada laboral obligó a que el empresario echara mano de sus ahorros para mantener el pago de los pocos trabajadores que pudo sostener. Pero ese dinero no alcanza para siempre, afirmó. “Aunque no usemos los equipos tenemos que darles mantenimiento y también los guardamos en una bodega por la cual se paga alquiler, esos gastos no se detienen”, comentó.

“Tratamos de al menos encenderlos para que se calienten un poco con el fin de que los componentes electrónicos no sufran”, explicó. Castro agregó que como empresa tienen que seguir pagando impuestos municipales y patentes para que el negocio siga funcionando en el papel, mas la realidad es otra.

En su caso, la actualización de equipos y programas es de suma importancia para brindarle a los clientes una alta calidad; sin embargo, con más de un año de no generar ganancias la inversión en nueva tecnología no se puede realizar.

Para Castro, el futuro es incierto con respecto a la industria del entretenimiento. Sabe que es necesario cumplir con las órdenes del Gobierno para evitar más contagios, pero afirma que son un sector que necesita trabajar y que aunque se trate de reinventarse, muchos trabajadores no lo han logrado.

Upgrade es parte de la cámara Caproevent que agremia a diferentes empresas del sector con el objetivo de mantener una comunicación formal con las autoridades. Hace unos meses esta cámara de agremiados realizó una marcha pacífica en San José para pedirle dirección al Gobierno sobre las oportunidades para retomar la actividad.

Medidas

Hasta el cierre de esta edición (12 de mayo), las nuevas medidas sanitarias permitían retomar las actividades culturales con aforo reducido. Hasta el 31 de mayo se autorizó el aforo en eventos sociales de 30 personas (con distanciamiento de 1.8 metros), en el caso de los bares lo permitido es un 25% de ocupamiento del espacio total. Así mismo, los establecimientos comerciales no esenciales podrán funcionar de 5 a. m. a 9 p. m.

Por otra parte, la restricción vehicular sanitaria se amplió a todo el país en horario de 9 p. m. a 5 a.m. de lunes a domingo, así como la restricción por placas entre semana y los fines de semana.

El Ministerio de Cultura y Juventud, informó sobre las medidas que se aplican para el sector desde el martes 11 de mayo. Entre los protocolos incluyeron que quienes asistan a alguna actividad cultural y artística (cines, conciertos, teatros y autoeventos) pueden presentar un comprobante de la compra del tiquete o la reservación para evitar la restricción vehicular diurna.