Un muro contra Trump

Un grupo de diseñadores en Nueva York construirá un muro frente a la Torre Trump para protestar contra las propuestas discriminatorias del candidato republicano.

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En junio del 2015, Donald Trump se paró ante el público que había llegado a atestiguar el inicio de su campaña por la candidatura del Partido Republicano.

Entonces profirió un discurso que, para partidarios y detractores, sigue siendo memorable, una muestra irrefutable de por qué Trump debe o no –según la perspectiva– ser el próximo presidente de los Estados Unidos.

“Cuando México envía a su gente, no están mandado a los mejores. Están enviando gente con muchos problemas y están trayendo esos problemas consigo. Están trayendo drogas, están trayendo crimen. Son violadores, y supongo que algunos de ellos son buenas personas”.

Trump no se detuvo ahí. También propuso construir un muro. Un muro alto que dividiera a los dos países norteamericanos, que mantuviera a los mexicanos fuera de Estados Unidos. Un muro que, además, pagaría México.

Quienes asistieron al mitin vitorearon las palabras, que resonaron entre millones de estadounidenses conservadores que, un año más tarde, convirtieron a Trump en el candidato oficial del partido Republicano.

Pero su discurso también tuvo eco entre quienes no estaban de acuerdo, entre quienes creen que la grandeza de Estados Unidos –y, en realidad, de la especie humana– es su heterogeneidad.

Desesperanza

A principios de mayo de este año, Mara González, David Haggerty y James Cazzoli, diseñadores radicados en Nueva York, estaban cenando en un pequeño restaurante y discutiendo la campaña presidencial de Donald Trump, su retórica discriminatoria.

Se sentían descorazonados y faltos de esperanza. Trump no dejaba de crecer en las encuestas y la latente amenaza de su llegada a la Casa Blanca, que no hace mucho parecía una broma torpe, era cada vez mayor. Decidieron que no podían mantenerse como testigos: se sentían obligados a hacer algo.

Entonces, Haggerty tuvo una idea. ¿Qué tal usar las propias propuestas de Trump en su contra? ¿Qué tal construir un muro que encerrara a Trump? “No solo sería irónico; también sería la forma perfecta de que la gente se manifestara ante una injusticia social. El resto es historia: a partir de ahí, la idea creció exponencialmente”, cuentan los muchachos, a quienes se unió Luke Baterman.

Su proyecto, titulado Wall in Trump, es construir, el próximo 30 de agosto, un muro hecho de sacos de arena frente a la entrada de la Torre Trump, en Nueva York.

El muro, aunque pequeño en comparación a lo que Trump pretende construir en la frontera con México, es “similar en cuenta a que crea una división”, aseguran los diseñadores, “pero hasta ahí, es ahí donde las similitudes se acaban”.

A diferencia del muro de Trump, el muro contra Trump será una división temporal –se removerá ese mismo día– y metafórica; más un mensaje que un medio, un “símbolo para iniciar una conversación diplomática, en lugar de un monumento al miedo y al rechazo”.

“La gente podría pensar que estamos haciendo lo mismo que él, pero no es cierto. Los muros, como el que Trump quiere construir, están hechos para dividir, para restringir, para ‘proteger’. Pero nuestro muro está pensado para dar apoyo”, comentan los neoyorquinos. “Para dar apoyo a los marginados y los satanizados. A quienes no tienen voz y a quienes son atacados cuando intentan hablar”, agregan, refiriéndose a la forma en que varios protestantes han sido expulsados violentamente de las convenciones republicanas.

Por media calle

El camino para la construcción del muro no fue sencillo. Lo primero que los muchachos debieron conseguir fueron los permisos de la ciudad. El muro estará construido sobre la acera de Central Park, por lo que podría afectar la movilidad de los transeúntes.

“No fue fácil. Tomó más o menos dos meses moverse a través de las exigencias burocráticas; tuvimos que poner muchísimo de nuestra parte para poder encontrar a las autoridades indicadas que nos pudieran conceder los permisos necesarios”, cuentan. Así, el proceso tomó una infinidad de llamadas telefónicas, cambios de planes, preguntas y más preguntas. “Fue un proceso constante de coordinación y re-coordinación para ajustarnos a los parámetros que nos exigía la ciudad”.

La consecución de los permisos era no solo necesaria, sino fundamental en el mensaje, pues implicaba la apropiación de un espacio público para iniciar una protesta política. “Los espacios públicos son un foro en el que los ciudadanos podemos expresar lo que pensamos. Son lugares donde es posible enfrentar sus creencias, conocer diferentes personas y aprender nuevas cosas para dejar de temer a los demás”.

Cuando finalmente consiguieron la autorización, faltaba algo aún más complicado: el dinero. A principios de agosto, el grupo lanzó una campaña a través del sitio Indiegogo, en la que cualquier interesado podía hacer una donación monetaria para conseguir los sacos de arena que se utilizarán en el muro.

“Hay una gran diferencia entre un muro construido a partir de la solidaridad de las personas, que donan lo que consideren prudente a partir de su interés en la campaña, y un muro construido a punta de fuerza y de obliga a alguien más a pagar, como Trump lo pretende con México”.

Las donaciones llegaron de distintas partes del mundo, algo que en opinión de los muchachos fortalece su concepto de solidaridad global. “Nos da esperanza, nos hace pensar que no estamos solos en la lucha contra esta injusticia”.

Cuando este artículo se escribió, la campaña había conseguido más de $8.000. Ese dinero se utilizará en la compra de sacos de arena. “Los sacos se utilizan como barreras durante inundaciones. Son una metáfora, pues nos ayudarán a controlar el miedo y el odio que salen de la boca de Trump”.

Pero los sacos también tendrán una utilidad literal. Después de que el muro se desmonte, los sacos serán donados a la Oficina de Manejo de Emergencias de Nueva York. Además, cualquier dinero conseguido a través de la campaña de donación que no se utilice en la construcción del muro, se le entregará a la fundación I have a dream (Tengo un sueño), una ONG que se dedica a luchar contra la discriminación, marginación, satanización y “todo lo demás que Trump personifica”.

Aunque el muro contra Trump será momentáneo, los muchachos confían en que su mensaje permanecerá vigente y, sobre todo, que irá mucho más allá de su propuesta. “Las ideas que rodean esta campaña son más grandes que +Wall in Trump y, ciertamente, más grandes que Trump.

Si esto tiene éxito, probaría el poder de la voz de la gente y les demostraría a quienes tienen miedo de hablar que no están solos”, explican. “Para que nuestras protestas marquen una diferencia, debemos fundamentarlas en la solidaridad y en el apoyo de personas de cualquier color de piel, cultura y credo, que luchen contra la injusticia social donde quiera que asome su fea cabeza”.

***

Muros de bondad

En marzo de este año, la diseñadora Jessica Walsh y el ilustador Timothy Goodman construyeron su propio muro en torno a la Torre Trump, base de negocios del magnate estadounidense.

Junto a un equipo compuesto por decenas de voluntarios, Walsh y Goodman dieron forma a un “muro de bondad”.Cada voluntario cargó un rótulo con una letra que, al ser unidos, formaban la expresión “Contruye bondad, no muros”.

“Excluir a las personas genera discriminación y odio. La historia nos dice que construir muros, tanto físicos como metafóricos, solo causará más problemas. No podemos permitir que se rechace a la gente con base en su religión, etnicidad, género o sexo. Necesitamos construir amor y bondad”, escribieron en defensa de su proyecto.