Un cuento de Bitcoins y malas decisiones

El Bitcoin alcanzó su pico en diciembre del 2017 al ser valorada en $19.000. Las criptomonedas se volvieron tan cotizadas que todos querían un pedazo del pastel cibernético; desde poderosos millonarios de la China hasta cincos amigos sin plata que se encontraron un jueves en un bar de San José

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Esta es una historia de cinco amigos y una inversión en Bitcoins, que no salió tan bien. En palabras sencillas, el Bitcoin es una moneda, como el dólar, euro o colón, con la particularidad de que es virtual y muy– demasiado– volátil, tanto que en tres meses una inversión puede puede volver a alguien millonario o pobre.

Esta criptomoneda es aceptada en muchos sitios de Internet, tan normal como cuando usamos Pay Pal o una tarjeta de crédito; las podemos comprar y vender. Es un mercado fascinante por su inestabilidad.

Todo comenzó durante el último jueves de noviembre del 2017. Ese día había quedado de ir por unas cervezas con unos cuatro amigos del colegio a un bar josefino del que no recuerdo el nombre.

La idea era hablar de la vida, del trabajo, de los bebés que no tenemos (por suerte para nuestro bolsillo) y, evidentemente, de fútbol.

A la segunda botella, Carlos – el único que se graduó del TEC (Instituto Tecnológico de Costa Rica)– harto de una larga charla de la Premier League, soltaría la bomba que acapararía la conversación hasta la madrugada.

“¿Mae, por qué no nos metemos a invertir en Bitcoins?”.

El resto nos le quedamos viendo raro, pero Carlos continuó con su propuesta.

“Es en serio. Tengo un compa que compró cinco bitcoins en el 2014 (cuando el valor de la criptomoneda estaba en $115) y lo vendió en setiembre de este año (cuando el valor del Bitcoin subió a $5.000)”, comentó el único ingeniero del grupo.

–¡Juee! ¿Al final que hizo su amigo con ese montón plata?”, le pregunté.

–Ah mae. Renunció al brete y se fue a vacacionar a Ibiza como por un mes, creo que todavía vive de eso, o al menos es lo que pasa poniendo en el Instagram. Tras de eso, el carebarro dice que se metió por pasión a tecnología.

Todos en la mesa nos empezamos a reír y nos preguntamos: ¿Cómo no lo habíamos hecho antes?

Más allá de una anécdota solitaria, Carlos insistió en que lo de los Bitcoins no era mala idea, que si le metíamos plata ese año quizá, algún día, todos nos iríamos a vacacionar.

“Pero en serio, metámonos. Ahí tengo una platilla que está sin hacer nada, además, estos meses el bitcoin ha estado subiendo un montón. De hecho, en el corto plazo da un porcentaje mayor al que cualquier banco podría darnos, quizá no tanto como para irnos a España pero mínimo para ir a Jacó ”, terminó, riéndose de su propia propuesta, pero el resto queríamos saber más. El tema de las criptomonedas acabaría de manera tajante con el debate sobre si el Arsenal le alcanzaba para llegar a la Champions League (no le alcanzó) y nos puso a conversar sobre algo de lo que no sabíamos nada.

¿Qué es un bitcoin?

En lo personal, solo sabía que los bitcoins se usaban como moneda en algunos sitios de apuestas en los que trabajé y que, además, eran el eje central de esos indeseables videos que uno se encuentra por ahí en la Internet con el título : ¡No vas a creer la manera en la que me hice millonario en tres semanas! Pero Carlos y un par de cervezas pudieron más que toda esa publicidad de la web.

El ingeniero nos convenció de invertir en una moneda más joven que todos nosotros, una que nació en el 2009 cuando un japonés bajo el seudónimo de Satoshi Nakamoto, lanzó la red Bitcoin con la creación del Bloque Génesis, la primera entrada en el registro de transacciones global de criptomonedas.

Este hecho ocurrió un año después de la crisis financiera del 2008, el ambiente ideal para que una moneda así pudiera germinar. Desde entonces, el Bitcoin había acaparado algunos de los titulares en medios de comunicación.

De hecho, el tema más mediático ocurrió en el 2012, cuando el sitio Wikileaks empezó a recibir donaciones en Bitcoins, debido a que el gobierno de Estados Unidos le exigió a Visa, MasterCard, Payal, AmEx y Mooneybookers (entre otros) que no aceptasen las donaciones destinadas a Wikileaks.

El sitio dirigido por Julian Assange recibió 1,185 bitcoins, los cuales hoy se cuantifican en $72 millones.

El Bitcoin es una moneda que se puede intercambiar por productos o servicios, al igual que el Colón en Costa Rica, el Euro en Europa o el oro virtual en World of Warcraft.

Eso sí, las criptomonedas son un bien digital, por lo tanto no está ligada a un banco o al gobierno y permite a los usuarios gastar dinero de manera anónima.

Otro de los detalles del Bitcoin es que este se puede minar, sí extraerlos, solo que en lugar de los picos y las palas, los usuarios deberán armarse con súpercomputadoras.

Para minarlas estaríamos usando el poder de nuestras PCs, aportando fuerza computacional para hacer este sistema de monedas virtual más seguro. Es decir, mi equipo trabaja para mejorar el sistema, el sistema me recompensa con cryptomonedas, todos ganamos.

Pero, ojo, para que esta inversión sea fructífera también se tienen que tomar en cuenta los costos de la electricidad y qué tan factible es tener una, dos o hasta 20 computadoras trabajando a toda potencia en un mismo cuarto frío.

Por esta razón, países como Finlandia y Suecia se han convertido en un paraíso para los mineros cibernéticos, debido a que los costes de energía son más baratos y no hay necesidad de invertir en enfriamiento artificial.

Un mercado volátil

Antes de darle un dinero que tenía ahorrado le pregunté a Carlos ¿Cómo sabemos que no es una estafa? ¿Es seguro en contra de los hackers?

“La garantía de esta divisa recae en el sistema de blockchain, una base de datos descentralizada que lleva un control de cada transacción y prácticamente escribe en piedra cualquier transferencia, o sea. no se puede usar dos veces”, explicó Carlos.

Listo. Invertimos, confiando en la seguridad del sistema y con esperanza.

Al día siguiente, todos le mandamos a nuestro compañero $150, que colocaría en una billetera virtual.

Con todo nuestro capital reunido, $750, compramos casi una décima parte de un bitcoin (el cual, en ese entonces se encontraba en $10.000).

Nos abrimos un grupo de Whatsapp con un meme de Ibiza como foto de perfil y todas las mañanas y todas las noches revisábamos el estado de nuestra inversión por medio de aplicaciones para celular.

Diciembre fue una locura, 15 días después de comprar nuestra tajada de criptomoneda, el Bitcoin había alcanzado $19.000– Los 750 que invertimos estaban valorados en casi el doble– .

Nos la estábamos creyendo y nos la creímos tanto que decidimos esperar un poco, al menos a enero para luego retirar la inversión.

Sin embargo, la volatilidad de la moneda nos jugó en contra.

Entre el 16 de diciembre del 2017 y el 30 de enero del 2018, el bitcoin se había devaluado casi $10.000. Es decir, estábamos justamente en el lugar en el comenzamos. En ese momento, decidimos vender nuestra inversión. Obtuvimos $130 y,sí nos bancamos una pérdida de $20.

Según expertos en economía, este decrecimiento se debió a distintos factores. El más evidente es que países como China y Corea del Sur anunciaron que iban a tomar medidas para regular el intercambio de Bitcoins en sus ciudadanos.

Además, aparte del Bitcoin existen otras criptomonedas como el Etherium, Ripple, Peer Coin y Monero; algunas incluso ofrecen un mayor sistema de seguridad a cambio de un procesamiento más “sencillo” para la computadora.

Otro de los factores de esta caída fue la alta demanda que tuvieron las criptomonedas a finales del 2017.

Cuando el mercado empieza a reconocerlas, lo natural sucede: se incrementa la demanda y la rentabilidad no parecía tener techo. En este escenario empezaron a involucrarse expertos, inversores que vieron el fenómeno de las criptomonedas como manera de duplicar su capital acumulado– grandes o pequeños, sin distinción– Algunos de ellos hoy pueden contar historias de ganancia; otros, por el contrario, empiezan a contar historias de pérdida.

Robert J. Shiller, ganador del premio Nobel de Economía en el 2013, se refirió al fenómeno del bitcoin como una burbuja. Algo que parece haber salido de una narrativa humana, un largo experimento que lleva a la gente a querer duplicar su dinero sin ningún esfuerzo.

Para Shiller, el destino del Bitcoin es estallar al igual que nuestro sueño de pasar los días bajo el sol de Ibiza, con dinero y sin preocupaciones.No fuimos a la playa, pero los cinco que estuvimos el último jueves de noviembre en aquel bar josefino, recibimos un curso intenso en criptomonedas por $20. De las malas decisiones también se aprende.