Tinta fresca: "Usted y el mundo", por Jacques Sagot

El ego es un chiquillo malcriado. Después del berrinche, terminará por dormirse.

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I: El mundo es una porquería, pero usted sabe cómo transformarlo. La tina del baño se está desbordando: hay que abolir el principio mismo que sustenta el acceso al agua potable, y dinamitar el sistema de cañería. Usted es un revolucionario.II: El mundo no es una porquería, pero ciertamente necesita ajustes. No hay que acabar con la red de acueductos y alcantarillado: bastará con cerrar la llave de la tina para frenar la inundación, y poner toallas sobre el piso del baño. Usted es un reformador social.

III: El mundo es una porquería, pero usted va a jugar su juego. Negociará, pactará, se hará de la vista gorda, no generará fricción, no se comprometerá con nada que no sea su propio bienestar, y sobre todo, bloqueará las secreciones de adrenalina que provocan el sonrojo. Desprogramará de su sistema la capacidad para sentir vergüenza. Usted es un cínico (y no como Diógenes, filósofo merecedor de todo respeto).

IV: El mundo no es una porquería, antes bien, es una maravilla del cosmos. Usted es el que está mal, mal, mal… No calza en él, no se adapta… A buen seguro, usted es el disfuncional, el problemático. Entonces se dedica a leer libros de autoayuda. Ellos le señalarán el camino para armonizar con su entorno social. Ser exitoso, vivir en paz consigo mismo, aceptar el rechazo, tonificar los músculos de la personalidad asertiva. Usted es un poco ingenuo.

V: El mundo es una porquería, pero ni usted ni nadie lo va a cambiar. Hay que vivirlo como una comedia, con papeles bien asignados, escenografía, efectos de luces, música de fondo, dramatis personae . Un sainete que involucra a 7.000 millones de actores. El theatrum mundi . No debemos tomarnos las cosas demasiado en serio. Representemos nuestro papel: a fin de cuentas, estamos en un escenario. Recojamos nuestros aplausos, no nos reguemos la bilis por un simulacro de la realidad, divirtámonos, y ya está. Usted es un bon vivant.

VI: El mundo es una porquería, pero la Verdad nos hará libres. Y la Verdad, es usted quien la divulga. Faro ético del mundo, campanario que hace escuchar su voz broncínea hasta los últimos confines del universo. Usted señala la ruta, juzga, absuelve, condena. Usted es un evangelista de pacotilla afecto de mesiánicos delirios.

VII: El mundo es una porquería, pero usted es parte de él, una piecita más en sus siniestros engranajes, no es mejor que su entorno. Víctima y gestor de su podredumbre. Una polea en su máquina de moler hombres. No vale más que el mundo. Flota en un océano de hipocresía, y no hay nada que hacer al respecto. Usted es un escéptico, un nihilista. Postura sospechosamente cómoda. ¡Qué fácil! ¡Quien no cree en nada no se compromete con nada!

Y usted, don Jacques, ¿en qué categoría se ubica? En todas, amigos. He recorrido el itinerario completo, y en un mismo día, me veo pasar de un rol a otro, de manera inexplicable. Hay actitudes mucho más honestas: no pedirle al mundo que se adapte a nosotros, ni transformarnos a nosotros mismos para ser universalmente aceptados. En un esfuerzo autocrítico supremo, usemos la lupa de Sherlock Holmes. Veamos de dónde procede esta desesperada necesidad de armonizar con el mundo. No es un ejercicio fácil. El ego lo resistirá. Pero el ego es un chiquillo malcriado. Después del berrinche, terminará por dormirse. Leámonos, descifrémonos. No nos traguemos nuestros propios cuentos. Quitémonos las máscaras. No ante el mundo: ahí serán necesarias. Ante nosotros mismos.