Siete datos históricos sobre Los 7 de Chicago: más allá del juicio mediático que cautiva en Netflix

El nuevo filme de Aaron Sorkin revive el proceso que enfrentó a ocho líderes civiles contra el sistema político estadounidense, en 1969. Si la película lo dejó con ganas de saber más, acá le ahorramos el viaje a Wikipedia.

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Ocho hombres de antecedentes, métodos e inspiraciones distintas se vieron unidos, a la fuerza, para enfrentar como un solo cuerpo a un sistema político represor de la disidencia. Fueron conocidos en un inicio como Los 8 de Chicago, aunque para cuando su historia se convirtió en leyenda ya eran Los 7 de Chicago.

En 1969 y con la guerra de Vietnam cobrando a diario la vida de decenas de soldados estadounidenses, el recién electo gobierno republicano y conservador de Richard Nixon quería poner “en orden la casa", tras los convulsos hechos del año previo, que incluyeron los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, así como las múltiples protestas antibélicas a lo largo de todo el país norteamericano.

Justamente, a finales de agosto de 1968 la ciudad de Chicago se había convertido en un campo de batalla, cuando decenas de miles de manifestantes se congregaron para protestar durante la realización de la Convención Nacional Demócrata que se efectuaba en esa urbe. Las marchas fueron reprimidas con violencia extrema por la policía de Chicago y la Guardia Nacional, en uno de los episodios más controvertidos de una época llena de agitación cultural y política.

Nixon instruyó a su fiscal general, John Mitchell, a no dejar pasar la oportunidad de hacer un ejemplo de aquellos revoltosos y el gobierno acusó a ocho líderes civiles de instigar los disturbios y de haber actuado en conspiración, aunque varios de ellos no se conocían de previo y representaban a distintas organizaciones, entre las cientos de fuerzas que se hicieron sentir en aquella sangrienta semana de Chicago.

Lo que siguió fue un juicio mediático como pocos, en el que los acusados, los defensores, el juez y los fiscales se tranzaron en constantes enfrentamientos públicos. Todo esto queda reflejado en The Trial of the Chicago 7 (El juicio de los 7 de Chicago), filme que se supondría llegaría a los cines este 2020 pero que finalmente fue adquirido por Netflix y estrenado días atrás en esa plataforma de streaming.

Escrita y dirigida por el laureado Aaron Sorkin (creador de la serie The West Wing y guionista de The Social Network, A Few Good Men y Moneyball), la película se centra en los aspectos más llamativos del juicio, que se extendió desde marzo de 1969 hasta febrero de 1970. Los ocho acusados fueron el activista pacifista David Dellinger; los líderes universitarios Rennie Davis y Tom Hayden; los fundadores del Partido Internacional de la Juventud (conocidos como yippies) Abbie Hoffman y Jerry Rubin; el cofundador del Partido de las Panteras Negras, Bobby Seale; el químico y activista John Froines, y el trabajador social Lee Weiner.

Desde el inicio, el caso estuvo plagado de vicios, siendo el más escandaloso que Seale no contó con representación legal. Siendo el único afroamericano entre los acusados (y sin ningún vínculo comprobado con los otros siete), no dudo en señalar el racismo de parte del juez Julius Hoffman, con quien se enfrascó en constantes intercambios de gritos e insultos, al punto de que el juez ordenó amarrarlo y amordazarlo en la sala de juicio, para espanto de todas las partes. Con tal de no descarrilar el proceso, los fiscales pidieron desestimar la causa contra Seale, por lo que al final el caso pasó de Los 8 de Chicago a Los 7 de Chicago.

El filme de Sorkin ha sido un éxito de crítica y audiencia, manteniéndose entre lo más visto en Netflix en decenas de mercados, incluido Costa Rica. A la luz de las revelaciones del largometraje (que sobra decir recomendamos ver), acá exploramos un poco más de la vida de los involucrados de un caso que si bien sucedió hace 50 años, establece vigentes paralelismos con la situación del 2020.

Si no ha visto la película, este artículo también le puede ser de mucha utilidad para comprender mejor el contexto histórico y social en la que se dio el juicio y disfrutar aún más de la trama.

1. El señor abogado

Aunque en el juicio en la mesa de la defensa hubo siete abogados, la película solo resalta a William Kunstler y Leonard Weinglass. De ellos, Kunstler (interpretado en el filme por Mark Rylance) se distinguió por su estilo teatral y por involucrarse en casos de alto perfil mediático, usualmente defendiendo a activistas civiles pero también poniéndose del lado de figuras controvertidas y hasta mafiosos. Su lista de clientes es tan variada como se puede imaginar, incluyendo nombres como Martin Luther King, Angela Davis, Jack Ruby (el asesino de Lee Harvey Oswald), Omar Abdel-Rahman (el clérigo egipcio ideólogo del atentado de 1993 contra el World Trade Center), y líderes del crimen organizado de la talla de John Gotti.

Durante el juicio de los 7 de Chicago, Kunstler se enredó en una pelea abierta con el juez Hoffman, quien rechazaba al abogado por usar el pelo largo. Al final del proceso, Hoffman acumuló suficientes desacatos a la corte que le valieron cuatro años de prisión, los cuales no se vio obligado a cumplir.

El defensor falleció en 1995, a los 76 años, no sin antes interpretarse a sí mismo en un episodio de La ley y el orden, así como hacer de abogado de Jim Morrison en The Doors y de juez en Malcolm X.

2. Acusados de reparto

De los ocho acusados en Chicago, casi todos eran ya conocidos por las autoridades y el público por sus acciones antibélicas y liderazgo civil. Sin embargo, dos de los enjuiciados no encajaban con ese perfil: John Froines y Lee Weiner.

La película explica bien cómo ambos fueron “arrimados” a la acusación, a fin de darle al jurado un par de casos fáciles de liberar y así no hacer parecer tan drástica la condena contra los acusados más notorios y combativos. Y así fue: Froines y Weiner fueron los únicos absueltos.

Weiner siempre se tomó con asombro y humor el ser parte de aquel circo, pese a su poco valor como “preso político”. Durante el juicio se entretuvo leyendo ciencia ficción y filosofía y sus únicos problemas con el iracundo juez se dieron cuando corregía a aquel por pronunciar mal su apellido, lo que al final le valió dos meses y medio de cárcel por desacato, pese a ser declarado inocente de los cargos principales.

Froines dedicó su vida a la ciencia y la salud pública, y, al igual que Weiner, se consolidó como un reconocido académico. Son de los pocos involucrados en el caso que aún viven.

3. El carismático

De los acusados, Abbie Hoffman fue por mucho la estrella. Figura prominente del movimiento hippie de protesta, convirtió el juicio en un escenario y se valió de todos los medios para hacerse notar y extender el alcance de su causa, especialmente por medio de la comedia.

Encarnado con maestría por el actor Sacha Baron Cohen en el filme, Hoffman y el juez (del mismo apellido pero no emparentados) se odiaron desde el primer momento: el acusado le mostró el dedo del medio en varias ocasiones, llegó a la sala disfrazado de juez y dijo que aquel era una vergüenza para el pueblo judío.

Fuere del juicio de Chicago, la vida de Hoffman no fue menos interesante: en el festival de Woodstock interrumpió la actuación de The Who para dar un mensaje político y Pete Townshend lo sacó del escenario a guitarrazos; escribió un libro titulado Steal This Book que hubiese sido un éxito de ventas de no ser porque mucho lectores efectivamente se robaron los ejemplares; fue detenido por vender cocaína; huyo de la policía, se sometió a cirugía plástica y vivió bajo otra identidad por años, abandonando a su familia.

En 1989 Hoffman se suicidó, a los 52 años, con una sobredosis de medicamentos y licor.

4. El “chico correcto”

En El Juicio de los 7 de Chicago dos de los acusados antagonizan en sus métodos y actitud ante el sistema: por un lado el ya abordado Abbie Hoffman y del otro Tom Hayden, activista del movimiento antibélico estudiantil y quien era de la idea de lograr los cambios desde dentro de la política (en la película es interpretado por Eddie Redmayne).

Hayden fue uno de los líderes universitarios de izquierda más visibles de la lucha civil que reclamaba la salida estadounidense de Vietnam, país que visitó en varias ocasiones para mostrar la otra cara del conflicto. En sus esfuerzos cruzó caminos con la actriz y activista Jane Fonda, con quien se casó en 1973 y tuvo un hijo, el actor Troy Garity. El matrimonio duró 17 años.

A mediados de los años 70 empezó su carrera hacia cargos públicos y fue electo eventualmente para la Asamblea Estatal de California y el Senado de California, donde permaneció hasta el 2000. Se le consideró un demócrata progresista y fue cercano a Bill y Hillary Clinton. También fue un destacado académico y autor.

Hayden murió en el 2016, a los 76 años.

5. El buen capitalista

Después de ser uno de los referentes de la contracultura hippie y fundador del movimiento yippie, Jerry Rubin se reinventó por completo a mediados de los años 70: se retiró del activismo militante para transformarse en un exitoso empresario e inversor y, eventualmente, en millonario (fue uno de los primeros inversores de la compañía de computadoras Apple).

Con la idea de inyectar al capitalismo de conciencia social, Rubin desarrolló distintos negocios y propició espacios para que ejecutivos pudiesen intercambiar ideas. Se distinguió también como conferencista y autor literario, incluyendo obras de autoayuda.

Encarnado en el filme por el actor Jeremy Strong, Rubin murió en 1994, a los 56 años, atropellado por un carro cuando trataba de cruzar una céntrica calle de Los Ángeles frente al edificio donde residía.

6. El abogado del diablo

Con la actuación de Michael Keaton, Ramsey Clark tiene una corta pero trascendental participación en el filme de Aaron Sorkin. El exfiscal general estadounidense fue uno de los testigos claves de la defensa de los 7 de Chicago, pues hizo evidente desde el estrado que el juicio era en realidad una persecución política de la administración Nixon.

Clark era el jerarca del Departamento de Justicia del presidente Lyndon B. Johnson y fue durante su gestión que se dieron los disturbios de Chicago, en 1968. La investigación conducida por su equipo determinó que la violencia había sido desatada por la policía y no por los manifestantes, por lo que no había motivos para llevar a ningún líder civil a juicio por esos incidentes, criterio que fue desechado tan pronto se dio el cambio de gobierno y John Mitchell lo sustituyó como fiscal general.

Tras volver a la práctica privada, Clark se avocó al activismo político, en muchas ocasiones colocándose al lado de figuras internacionales antiestadounideses señaladas como criminales, sirviendo de abogado para algunos dictadores y genocidas “célebres” como el liberiano Charles Taylor, el serbio Slobodan Milošević y el iraquí Saddam Hussein, entre otros.

Hoy Clark tiene 92 años y es uno de los poco sobrevivientes de aquel mediático juicio de 1969, junto a los acusados Froines, Weiner, y Seale.

7. El verdadero enemigo

John Mitchell fue el fiscal general que impulsó el juicio de Los 7 de Chicago. Sin él, a lo mejor esta historia no existiría. Cuando lanzó toda la fuerza del sistema de justicia estadounidense contra aquellos activistas civiles, nadie imaginaba que menos de una década después sería Mitchell quien estaría en la cárcel y por causas nada patrióticas.

Aliado y confidente de Richard Nixon, Mitchell fue uno de los principales implicados en el escándalo Watergate que le costó la presidencia a su amigo. Tras dejar el Departamento de Justicia, John fue el jefe de la campaña de reelección de Nixon y uno de sus cercanos confidentes, por lo que participó de las pláticas que condujeron al espionaje y allanamiento ilegal de las oficinas del Partido Demócrata en el edificio Watergate, el cual fue expuesto el 17 de junio de 1972. Las investigaciones siguientes ubicaron a Mitchell como uno de los responsables del espionaje y posterior encubrimiento por parte de la Casa Blanca, y en 1975 se le encontró culpable de conspiración, obstrucción de la justicia y perjurio, valiéndole una condena de dos años y medio, de los cuales descontó 19 meses en prisión.

En uno de los incidentes más extraños del caso Watergate, Mitchell fue acusado de orquestar el secuestro de su esposa, Martha, quien fue atacada mientras hablaba por teléfono con una periodista sobre el escándalo; drogada y retenida por horas en un cuarto de hotel. Luego se supo que la mujer fue silenciada pues había descubierto la conexión entre su marido y los involucrados en el espionaje.

En el filme Mitchell es interpretado por John Doman. El abogado y político murió a los 75 años, en noviembre de 1988, tras sufrir un ataque cardíaco mientras caminaba por una acera de Washington. Fue enterrado con honores militares.