Sanación a caballo: una ayuda con calor y cadencia

Las terapias equinas han tomado auge en el país, no solo para mejorar la salud de personas con condiciones físicas y psicológicas especiales, sino porque también se han convertido en un espacio de aprendizaje y fomento de las relaciones interpersonales.

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Tonka se veía imponente, regio, hermoso. A sus casi 17 años su misión en la vida es ayudar a las personas porque sobre su lomo, literalmente, carga con el peso que muchos seres humanos no podemos manejar.

En mi caso, cuando recibí una equinoterapia de relajación, Tonka tuvo que sopesar con una tensión que se ha acumulado a lo largo de la cuarentena por la pandemia, las preocupaciones por la situación económica y algo de soledad y tristeza. ¡Juro que me disculpé con él antes de subirme a su lomo!.

Pero Tonka, un caballo con una nobleza admirable y envidiable, hizo su trabajo. Su naturaleza de libertad me la transmitió por medio de su pelo suave, de su calor corporal y con la cadencia de su paso. Tonka fue el instrumento para que mis miedos y ansiedades salieran de mi mente y de mi cuerpo.

La sesión de equinoterapia que recibí en el centro Campos Arias, en San Joaquín de Flores, en Heredia, ayudó a que mis energías se recargaran por medio de una manera poco convencional a la que a partir de ahora le tengo una gran fe.

Solo una vez en mi vida había montado a caballo y creo que no fue la mejor experiencia que haya tenido. Lo hice en una de esas cabalgatas que te dan en algún lugar de entretenimiento, pero mi inexperiencia lo que provocó fue una tensión terrible y un miedo inmanejable al sentir que no estaba segura sobre aquél pobre caballo. Estoy segura de que el sentimiento era mutuo.

Así que en este nuevo encuentro con un caballo iba con algo de recelo sobre la situación. La preocupación se incrementó cuando me dijeron que iba a montar “a pelo”, solo sostenida por las manos y que mis piernas y pies iban a ir libres. Pero Tonka, con toda su experiencia hizo que yo me sintiera segura desde el momento en que tuve contacto con él.

Entre su piel y yo había solo una especie de manta que nos separaba, pero aún así sentí su calor, algo que inesperadamente me hizo sentir muy cómoda.

Comenzamos la sesión. Desde que subí a Tonka estuve siempre acompañada por la psicóloga Angélica Arias y su esposo el terapeuta Mauricio Campos, quienes son los encargados del centro, ella siempre a mi lado dándome soporte y él al frente dirigiendo al caballo.

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Dimos un pequeño paseo, estaba tensa desde las manos hasta los pies porque no sentía un soporte; sin embargo, tras un par de ejercicios de respiración me fui relajando. La postura de Tonka y su fuerza me hicieron sentir segura aunque mis pies no tenían un soporte.

Mi cuerpo poco a poco se fue acoplando al del caballo. Él, según me explicaron los expertos, es una especie de pararrayos de las energías y curiosamente todo el estrés que recibe, lo expulsa al bostezar (la verdad quedé sorprendida al ver que no bostezó ni una sola vez durante nuestro encuentro).

Inevitablemente iba con la mirada pegada en el cuello del caballo, estaba un poco asustada todavía, pero los terapeutas me fueron retando a hacer pequeños movimientos para soltar todavía más las energías negativas que cargaba.

Los ejercicios me concentraron en los movimientos, en las órdenes que recibía y en la terapia auditiva que iba recibiendo por parte de la psicóloga.

Una a una fui cumpliendo metas que no pensé que las iba a lograr. Ejercicios de equilibrio como soltar las manos de la grapa del caballo, levantarlas, cerrar los ojos, contar hasta cinco, inhalar, exhalar; todo mientras Tonka me daba un suave paseo por el lugar.

Llegó el momento de hacerlo todo al revés. Tuve que pasar las piernas sobre el caballo y sola darme vuelta hasta quedar de espaldas con mi cara hacia la cola del caballo, pensé que no podía, primero porque mi flexibilidad física no es la mejor en este momento y segundo porque me daba pánico caerme del caballo ... pero lo logré.

Mis manos en esta ocasión estaban sobre lo que para mí serían las caderas del caballo. Lo sentí suave y al tocarlo él inmediatamente hizo un pequeño movimiento como dándome permiso para que siguiéramos trabajando juntos.

“Ponga todo el peso sobre el caballo, déjese llevar, aflójese”, me dijeron. Todo lo hice al pie de la letra y la conexión entre Tonka y yo fue haciéndose más fuerte.

Manos arriba, luego a la cintura. Ya me sentía como toda una profesional porque esos ejercicios que se basan en la confianza (en la propia y hacia el caballo) me ayudaron a que con algo de gracia me sostuviera solo con el equilibrio de las piernas por un buen rato.

Llegaron dos de los momentos que más disfruté de la terapia. El primero fue que así, montada al revés sobre Tonka, me acostara sobre él. El contacto de mi cara con su pelo caliente me reconfortó hasta el punto de erizar mi piel.

Hablando con total sinceridad, sentí que mi corazón latía al ritmo de su paso cadencioso y llegué a tal punto de relajación que me dormí por tal vez algunos segundos mientras la psicóloga seguía haciendo sus intervenciones.

“Derrítase, sienta como su cuerpo se ajusta perfectamente al cuerpo del caballo, vaya a su rITo”, me volvieron a decir. De nuevo hice caso y fue una sensación inigualable.

El último lapso de la terapia me volvió a poner a prueba. Tenía que volver a la posición inicial, de frente; pero esta vez fue mucho más fácil y ágil por mi parte pasar las piernas sobre el caballo, creo que porque mi cuerpo ya estaba mucho más relajado que al principio.

El turno ahora fue para acostarme de espaldas y sostenerme con las piernas sobre la grapa donde antes iban las manos. Una nueva meta tenía que cumplir. Poco a poco fui tomando la posición con algo de preocupación porque sentía de nuevo que iba a caerme, pero no.

Al estirar mi cuerpo y mis piernas sobre el caballo sentí como cada una de mis vértebras se acomodaban en el lugar correcto -ese que creo que desde hace unos ocho meses no existía-, los músculos se relajaron por completo y, otra vez, me dejé llevar por mi cómplice.

La marcha en círculos y en zigzag por el centro fue espectacular porque no solo Tonka me llevó a su ritmo, sino porque me sentí siempre segura con los especialistas al lado, con la voz tenue de la psicóloga que me iba dando direcciones y por la música instrumental que acompañaba el ambiente.

Después de poco más de 30 minutos, Tonka y yo nos despedimos aunque yo no me quería ir. Le di las gracias, acaricié su cabeza, su bella crin en trenzas y él bajó la mirada dulce como queriéndome decir que todo iba a estar bien, que al menos por ese día todo iba a estar bien.

Mucho más

La equinoterapia o la terapia ecuestre asistida basa sus procedimientos en tres principios fundamentales que son la transmisión de impulsos rítmicos, el patrón de la locomoción y la transmisión del calor corporal del caballo, según explicó Vanessa Adams, del centro Ekuus Terapias Ecuestres.

Adams es psicóloga y se ha capacitado en terapias ecuestres en países como Estados Unidos, México, Argentina y Chile, además es una de las personas que se ha encargado de compartir sus conocimientos y formar a varios de los terapeutas que trabajan en Costa Rica, con su centro ha trabajado durante más de 15 años en las terapias.

La equinoterapia se puede considerar como un trabajo complementario a los tratamientos de rehabilitación de diferentes trastornos físicos y de salud. De acuerdo con los especialistas consultados este tipo de terapias pueden beneficiar a personas con trastorno del espectro autista, lesiones físicas, ansiedad, ataques de pánico, trastorno obsesivo compulsivo, síndrome de Down, parálisis cerebral, depresión, alzheimer, enfermedades degenerativas; en fin, muchas afecciones distintas.

La recomendación es que las terapias sean realizadas por expertos en psicología y terapia física, la edad para comenzar con las mismas puede ser a partir de los seis meses, así que también es una buena oportunidad para promover la estimulación temprana.

“Hay un estereotipo de que las personas que asisten a las terapias son las que necesitan una silla de ruedas o un niño con trastorno del espectro autista y no es así. La equinoterapia trabaja muchas áreas como la sensomotora, la psicomotora, la parte afectiva, absolutamente todo puede ser atendido desde un paciente regular hasta uno con un compromiso neurológico”, explicó Adams.

Los beneficios son muchos. Esto lo comprueba el terapeuta Andrés García de IMT Equinoterapia porque él, su esposa Evelyn Víquez y principalmente su pequeño hijo Matthew vivieron en primera persona las repercusiones positivas de la terapia asistida con caballos.

Antes de que formaran su propio centro de tratamiento, la familia García Víquez recibía terapia en Anímales Equinoterapia Costa Rica debido a que Matthew es un niño con trastorno del espectro autista.

Anímales Equinoterapia también es un centro de desarrollo de las terapias ecuestres y ha sido formador y capacitador para nuevos terapeutas.

“En el Hospital de Niños la neurodesarrollista fue muy enfática y profesional en buscar ayuda con el tema de las terapias. Nos recomendó la equinoterapia, dijo que nos iban a ayudar mucho los beneficios”, recordó García.

Y efectivamente fue así. Matthew, quien ahora tiene cuatro años, fue cambiando sus relaciones interpersonales con el tiempo.

“Cuando Matthew empezó con las terapias no hacía contacto visual y su comunicación era muy poca. Era un niño que podía ser agresivo y gracias a las terapias logramos que no llegara a eso. En poco menos de dos meses empezó a hacer contacto visual muy puntual, recuerdo que no le gustaba ir a la casa de los abuelos y al tiempo de asistir pudimos llevarlo hasta un centro comercial. Los logros en él han sido muy puntuales”, comentó García.

Estos avances en su hijo y el hecho de que en el país hay pocos lugares que presten este servicio los motivó a prepararse para ofrecer las terapias en el centro que abrieron este año en Grecia. Lamentablemente la pandemia no les permitió trabajar como ellos querían y hasta hace unos tres meses retomaron las citas y los tratamientos.

En IMT los grandes protagonistas y salvadores son el caballo Rosiño y la yegua Lilli (esta fue bautizada en homenaje a Matthew porque durante un tiempo solo pronunciaba esa palabra).

“El caballo es mágico, tiene una bendición de Dios muy grande. Con las tres premisas de la base de la equinoterapia se logra mucho porque su movimiento hace conexiones con la columna vertebral de la persona que también provoca conexiones a nivel cerebral”, explicó el terapeuta.

Lo que dice García es que el movimiento del paso del caballo es muy similar al de la persona al caminar, esto provoca que se envíen esas señales al cerebro y en el caso de los bebés es una estimulación para los primeros movimientos del gateo y del caminar; algo similar sucede con las personas con problemas de lesiones porque con la rehabilitación se aceleran los impulsos para mejorar la postura y la movilidad, además de que aceleran muchos otros procesos en beneficio de la confianza.

Los esposos Mauricio Campos y Angélica Arias, del centro Campos Arias concuerdan con la explicación que hace su colega.

En su experiencia han notado las acciones positivas de la terapia con caballos no solo en personas con situaciones médicas físicas, sino también en las áreas de psicología.

“La equinoterapia es para todas las personas, por lo general se piensa que es específicamente para alguien con alguna discapacidad o con alguna condición diferente, pero la terapia se personaliza y se aplica hasta en situaciones de estrés”, reconoció Arias.

Con la equinoterapia se trabaja también la neuroplasticidad (que podría explicarse como la flexibilidad que tiene el cerebro de adaptarse a los cambios y al aprendizaje) por el movimiento del caballo que se utiliza como una fuente de poder para estimular esta acción.

Los esposos recuerdan muy bien el caso de José Pablo Gil, joven tenista que sufrió un accidente de tránsito que le provocó una lesión medular que lo dejó sin I en la mayor parte de su cuerpo, pero luego de varios meses de trabajo con Tonka, su condición mejoró.

“Al principio cuando sucede una situación así uno siente como miedo a salir, a afrontarse a lo que van a decir las personas, uno se encuentra un poco retraído a lo que es la discapacidad y en mi caso que siempre me han gustado los animales y la naturaleza, sentí que no podría compartir de nuevo con ellos", recordó Gil quien actualmente es seleccionado nacional de tenis y baloncesto en silla de ruedas.

“Compartir con Tonka me ayudó mucho en el lado anímico porque de primera impresión fue hacer algo que pensaba que nunca más iba a volver a vivir. En el tema de la rehabilitación con el trabajo que hicimos pude volver a sentarme sin respaldar y durante todo el tiempo que trabajé con equinoterapia pude reforzar temas de rotación y equilibrio", agregó Gil, de 25 años.

Doma natural, conocer al caballo

En la equinoterapia obviamente el personaje principal es el caballo que se utiliza para las terapias, así que no es que se tome a la ligera la elección del animal correcto para ayudar a las personas, como es una cuestión de mejorar la vida hay varias recomendaciones que se deben de seguir para asegurar el bienestar y el cumplimiento correcto del tratamiento.

En IMT, Campos Arias y Ekkus concuerdan en varias características físicas que debe de tener el animal, así como otras más del tipo de carácter y, como gran recomendación en los tres lugares aplican la doma natural una técnica muy importante para trabajar mano a mano con el caballo conociéndolo al máximo y adiestrándolo sin necesidad de castigos físicos.

“La doma natural nos permite conocer las reacciones del caballo y entrenarlo sin violencia”, explicó Campos.

Recuerda el especialista sobre la situación que experimentaron con una jovencita de colegio que no quería decir nada durante la sesión, pero el caballo bostezaba a cada rato y eso les expresó a los especialistas que la joven tenía una carga muy fuerte de estrés.

“La doma natural enseña a entender al caballo al 100%, al entenderlo podemos trabajar a un mayor grado con él porque sabemos cuándo un caballo está percibiendo algo en la persona o cuándo no está listo para dar una terapia y eso nos ayuda a evitar accidentes”, comentó García.

Los especialistas aseguran que es totalmente necesario mantenerse en constante estudio con el fin de enterarse de nuevas técnicas y poderlas aplicar.

“A partir del conocimiento que provee la doma natural aprendemos a escoger al caballo. Si el caballo cumple con las características se puede trabajar a partir de la doma natural para hacer un equipo”, agregó Adams quien realiza sus terapias gracias a Antares y a Canela de las razas española y cuarto de milla respectivamente.

Entre las características físicas hay varias importantes para la elección del animal correcto. Muchos prefieren que sea un caballo ya entrado en años para evitar el ímpetu de la juventud, se busca que estén castrados, además de que tengan una complexión física fuerte, estable y musculosa. El caballo por naturaleza es noble, así que es fácil encaminarlos para que trabajen con las personas.

Una opción más para la familia

En estos tiempos de cuarentena, donde muchos trabajamos en casa y hemos aprendido a pasar más tiempo al lado de la familia con todo lo que esto representa: desde la compañía hasta la convivencia diaria que muchas veces puede tornarse en tensiones, las terapias con caballos pueden ser una buena opción para mejorar las relaciones en el hogar.

La equinoterapia en Campos Arias también la han adaptado a trabajar con familias e incluso con parejas que están pasando por problemas en su relación. Se hacen trabajos y ejercicios de confianza, comunicación y conocimiento, todos con el caballo como gran protagonista.

“Resulta que al final el caballo se convierte en otro psicólogo en la terapia porque él es un reflejo de las emociones de los pacientes”, explicó Arias.

Entre las actividades que han desarrollado en el centro destacan ejercicios donde la pareja sube al caballo, pero uno viendo hacia el frente y el otro hacia atrás; otros donde están sentados en sillas con los ojos vendados y el caballo los rodea, se les acerca y los huele.

“La reacción del caballo en este caso está relacionada con la energía de cada persona. Hay caballos que se acercan mucho a una persona porque les genera confianza y hay otros a los que ni los vuelven a ver porque les provoca rechazo”, agregó la psicóloga.

En este apartado entra a destacar el trabajo que está realizando la coach ejecutiva Adriana Cavazos de Shine Coaching &Consulting quien por causa de la pandemia renovó su manera de trabajar en sesiones de aprendizaje con caballos para enfocarlas en el mejoramiento de las relaciones familiares.

Cavazos se especializó en la metodología HorseDream® y gracias a su conocimiento es que aplica diferentes técnicas durante las sesiones de trabajo que aplica. “Son técnicas de aprendizaje facilitadas con los caballos que se vuelven un catalizador de ese proceso”, explicó Cavazos.

Las actividades de aprendizaje que se llevan a cabo en sus sesiones de trabajo pueden ser muy variadas, se ajustan a las necesidades de cada grupo familiar. Por ejemplo, pueden realizar ejercicios para mejorar la comunicación efectiva, otros para la empatía, el manejo de las emociones e incluso fomentar el hábito de la gratitud.

“Facilitar el proceso de aprendizaje de las personas es apasionante y más si se logra aplicar de manera lúdica. Trabajar al aire libre con los caballos, en medio de la naturaleza y hacer algo diferente es parte del crecimiento”, afirmó la especialista.

Cavazos reconfirmó que en el caso de las estrategias que ella aplica, el caballo es la gran estrella ya que para trabajar aspectos como la confianza y el liderazgo el animal es un perfecto vehículo para alcanzar esas metas.

“El caballo es muy bueno escaneando y percibiendo qué tan confiable puedo ser yo. El caballo es un animal muy sensible al tema energético y usa los sentidos para percibir cuando estamos enfocados o si lo que yo estoy sintiendo tiene coherencia con lo que estoy pensando y haciendo”, explicó Cavazos.

La especialista desarrolla sus actividades en el Rancho Aventura, en Piedras Negras del cantón de Mora. Allí hay 24 caballos de los cuales ella escoge cuál es el que se ajusta más a los ejercicios que se van a desarrollar.

Estas actividades ella las realiza con la técnica llamada pie a tierra, sin subirse al caballo, toda la sesión de trabajo se basa en lograr hacer que el caballo trabaje en equipo con la familia.

“Los caballos son muy sensitivos, son sociales y tienen diferentes roles dentro de sus mandas, trabajan con una jerarquía de liderazgo y para ellos el trabajo en equipo es muy valioso. Aquí es donde entra el yo humano a trabajar con el animal en equipo y descubrir hasta qué punto de confianza podemos llegar para alcanzar las metas”, finalizó la especialista.

Contactos

Si desea saber sobre precios, sesiones y terapias, puede consultarlas con cada centro especializado.

IMT Equinoterapia: 8340-2317.

Campos Arias: 7012-3266.

Ekuus Terapias Ecuestres: 8391-0155.

Shine Coaching &Consulting: 8812-0534.