Quemar calorías a carcajadas

Un terapeuta nacido en Perú y nacionalizado costarricense ha ensanchado los alcances de la risoterapia. Más de 500 pacientes lo han buscado para que les haga cosquillas y así deshacerse de sus kilos de más.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

José Carlos Echeverría siempre habla en tercera persona plural. No porque trabaje con alguien más, sino porque dice siempre estar acompañado por Dios.

Ha estado con él desde antes de comenzar su investigación personal y proyecto de vida (hace casi 15 años), hasta hoy, con cada paciente que entra a su consultorio.

El peruano, nacionalizado costarricense, inició su acercamiento al campo de la salud desde la quiropraxia. Luego se instruyó en acupuntura y también en reflexología. Fue gracias a la última que llegó a la peculiar terapia con la que se gana hoy la vida: la risoterapia aplicada para la pérdida de peso.

“Hemos encontrado en esta terapia la técnica ideal para acelerar el metabolismo”, dice. “Buscamos también quitar ansiedad”. Él y Dios.

Todo comenzó en Estados Unidos, hace 15 años, cuando visitó a un amigo con sobrepeso. Le dijo: ‘te quiero ayudar. Déjame ponerte acupuntura’.

Su amigo ‘peló’ los ojos. Con agujas nada de nada. “Déjame entonces hacerte reflexología. Desde la planta de los pies vamos a activarte los órganos”, insistió.

La reflexología defiende que diferentes partes de los pies, manos, nariz y orejas están conectadas a los órganos del cuerpo a través de terminales nerviosas. Utilizando la digitopuntura se pueden aliviar diferentes dolencias y equilibrar el organismo.

“Le empecé a hacer reflexología y le dio demasiadas cosquillas. Le dije: ‘ríete, no importa’”, recuerda. “Terminó la sesión y cuando se incorporó tenía la camiseta pegada al cuerpo de lo que había sudado, como si hubiera estado corriendo en un gimnasio. Al día siguiente le planteé la idea. Le dije: ‘mirá, he visto este efecto. Quiero probarlo todos los días’. Estuve con él 10 días y perdió 4 kilos. Ya no quería que me regresara”.

Echeverría volvió a Costa Rica y la terapia con cosquillas se convirtió en su proyecto personal. Comenzó a practicar con amigos, a tomar apuntes y a medir alcances.

¿Se adelgaza?

¿Realmente se puede quemar calorías a punta de carcajadas? El terapeuta está convencido de que así es y de que los efectos en sus pacientes hablan por sí solos. Su mayor caso de éxito logró perder 60 kilos en un año y medio.

“A diferencia de otras terapias, esta no está basada en regímenes alimenticios, en pastillas que inhiben el apetito o en batidos que son suplementos. Está basada en la aceleración del metabolismo para que la absorción de los alimentos no funcione mediante un metabolismo lento, sino que apenas se absorba lo que se necesita”, explica. “También controla la ansiedad para que al momento de llegar a los tiempos de comida no consumamos más allá de lo que debemos”.

Quiere que sus pacientes adelgacen comiendo arroz y frijoles. Quiere, también, que no sufran. “Todo lo que es sacrificio y sufrimiento es lo que marca a las personas para no hacer nada por el peso”, dice el tico-peruano.

Su terapia funciona así: una sesión de cosquillas de 15 minutos es acompañada de 15 minutos más de reflexología. Al reírse, las personas con obesidad ponen su metabolismo a trabajar y queman calorías con la sesión, equivalente a un ejercicio físico que no pueden realizar por peso de más.

“Las personas con obesidad mórbida no pueden hacer ejercicio. Por su peso destrozarían sus rodillas, sus caderas, sus tobillos. Esta es una alternativa espectacular para que hagan ejercicio”, dice. “Después de quitar la ansiedad vamos a buscar que el organismo esté regulado. Si yo voy a acelerar tu metabolismo, tu fábrica, el motor, tengo que afinarlo. ¿Cómo lo hacemos? Con reflexología”.

Constancia

Maikol Vargas, de 37 años, se quita los anteojos, se limpia el sudor de la frente… descansa. Está agotado.

Toda la semana espera que sea viernes para ir a reírse.

El ‘doc’, como le dice a José Carlos, le cayó como un ángel del cielo hace casi dos años. “Yo tengo una hernia en la columna. Cuando salí de la cita un doctor me dijo: ‘si vas a seguir con ese peso, te van a salir más hernias’. Me dijo que si no perdía kilos ni siquiera me iba a operar”, recuerda Vargas. “Eso fue en la mañana. En la tarde me contactó el doctor (José Carlos). Me dijo que Dios me había puesto en el camino y me ofreció, de la nada, que si quería bajar de peso”.

Cuando comenzó, pesaba 140 kilos y era talla talla 52. A la fecha, ya ha bajado 37 kilos. Ahora, la talla 32 le queda floja.

“Mi primera reacción fue: ‘¿cómo va a bajar uno de peso con que le hagan cosquillas?’ Obviamente él me explicó que una sesión de risoterapia equivale a tantas horas de ejercicio. También me explicó lo de la reflexología. Yo dije, bueno, está interesante este reto”, asegura Vargas.

Fue una evolución. Es cuestión de tener disciplina, pero sobre todo, perseverante. “Así como uno duró para engordarse, no se puede pretender bajar de la noche a la mañana. Hay que ser constante”, indica.

Vargas intentó de muchas formas bajar de peso antes de conocer la terapia de José Carlos. Cuando vio que la primer semana bajó un kilo sin variar sus hábitos alimenticios, se convenció de que sí servía. De que ese sería el camino que seguiría.

“Todo mundo se asusta cuando yo les dijo. Me preguntan: ‘¿y qué has hecho?’ Les explico que todo ha sido un proceso: primero risoterapia con reflexología, cuando bajé cierta cantidad de peso ya pude empezar a hacer un poco de ejercicio, después cuando fui bajando más comencé a ir al gimnasio y después de ahí ya me empecé a cuidar con la comida. Eso me terminó de dar más impulso”, dice. “Espero bajar unos 5 o 6 kilos más y luego la fase de mantenimiento”.

Requisitos

Echeverría no pone reglas, pero sí da algunas indicaciones. La primera: tomar mucha agua. El agua oxigena el cuerpo y ayuda a deshacerse de la grasa que se mueve con la risoterapia. La segunda: dejar las gaseosas. La tercera: asistir a las citas una o dos veces a la semana.

“Cualquier terapia que te venda el bajar de peso rápido, corre. Va a dañar tu organismo, te va a vender una ilusión porque vas a recuperar el peso”, agrega el terapeuta. “Yo lo que les digo es que si entre semana o el fin de semana tienen algún evento, si hay queque o Coca Cola, agarren un pedacito pequeño y medio vasito de Coca Cola. Estamos y no estamos. Si digo que no, ejerzo opresión. Esta técnica no está basada en eso. No queremos que el paciente se sienta así, queremos que sea algo que siga el resto de la vida”.

Echeverría ha tenido más de 500 pacientes que lo buscan para quemar calorías con risa. Quiere publicar un libro y además, comenzar su investigación sobre risoterapia al Alzheimer.

---

Además, tiene un programa gratuito para personas con obesidad y obesidad mórbida que no pueden pagar el procedimiento.

“Las cosquillas en los pies están estigmatizadas. La gente dice: ‘ay no, eso es una tortura’. Yo tengo un paciente de ocho años. Él entra corriendo, se sube a la camilla y me dice: ‘hágame cosquillas’. Está deseando que le haga cosquillas para reírse a carcajadas”, agrega Echeverría. “¿En qué momento cambia ese patrón por el otro? Cuando apareció el personaje que te hizo cosquillas más allá de lo que debía. Donde ya se convierte en algo desagradable”.

Constancia

Carlos Obando, de 42 años, se considera a sí mismo como un paciente desobediente. Aún así, ha logrado deshacerse de casi 40 kilos.

“Yo llegué al punto de hablar con Dios y decirle, no puedo y no creo poder. Estábamos hablando de que de 7 días de la semana, 6 estaba mareado y descompensado. Ya el médico me había dicho: ‘si la próxima cita llega con los resultados iguales, va insulina’. Yo tomaba cerca de 12 pastillas diarias y hasta antidepresivos”, cuenta Obando, vecino de Santa Ana que llegó a tener un peso de 146 kilos.

El ‘doc’ le llegó también por sorpresa. Lo contactó por Facebook y le ofreció sus servicios.

“Cualquier obeso, cuando empieza cualquier dieta, empieza a bajar mucho de peso. Empecé a caminar 150 metros de ida y 150 metros de vuelta. Llegaba muerto a mi casa con 300 metros. Ya he corrido la Santaneña varias veces, que son 12 kilómetros”, asegura.

Le cambió la vida. Lo que deja claro es que no es nada mágico. Como cualquier otro programa, hay que comprometerse.

Las dudas del principio, evidentemente, son usuales. A Obando también le surgieron. ¿Cómo es todo esto posible?

“En la segunda cita a la que fui, estaba una señora en la sala de espera”, cuenta. “Me comentó que ella estaba escéptica también, pero en la segunda cita de ella, ella notó que le estaba tocando el pie en forma diferente. Le dijo: ‘qué raro, no le siento un riñón’. Ella captó y le dijo: ‘yo no le conté pero hace un tiempo tuve una operación y me lo quitaron’. Tocándole un pie se dio cuenta de que no tenía un riñón. Ahí fue donde dije, sí, eso tiene que funcionar”.

El Carlos Obando de hace tres años y medio ya no existe, dice. Ni espiritualmente, ni físicamente, ni sexualmente, ni en salud. Nada. Es otra persona.

“La risoterapia funciona, pero no todos los cuerpos son iguales. Yo no tengo muchas cosquillas y terminé diciéndole al ‘doc’ que me hiciera solo reflexología. A veces uno tiene que darse sus gustitos porque sino uno manda todo al carajo”, agrega.

La vida de un diabético no se la desea a nadie. Hoy va a cumplir casi tres años de no tomar medicamentos para la diabetes.

“Si he seguido asistiendo a través del tiempo es porque funciona”, añade Obando. “Obviamente, como todo programa, a unos les funciona y a otros no. O yo lo veo desde otro punto de vista, hay gente que no persevera, no insiste. No hay lucha. La gente cree que porque en dos semanas no ve cambios radicales ya no… Hay que seguir. De que el programa sirve, sirve”.

** Para más información, comuníquese al teléfono: 8843 3173 o ingrese a la página de Facebook Terapias Van Oordt.