¡Qué baile de sordos!

Gracias a la salsa, aprendieron a sentir vibrar sus pies. La música fue subiendo de tono hasta llegarles al corazón ¡y se lanzaron a pista! Ellos SON SORDOS PROFUNDOS... ¿y qué?

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Verlos en la pista de baile no representa mayor diferencia. Igual que el resto, e incluso, mejor en sus movimientos y su ritmo.

Veinte sordos puertorriqueños aprendieron a bailar salsa con ayuda de un maestro, una intérprete y, sobre todo, muchísimas ganas de sacarle brillo a la pista.

“Tengo un buen maestro que me ha enseñado los pasos, y yo veo a las personas. Los copio, más o menos tomo el paso, y practico. Queremos que vean que los sordos podemos hacerlo”, manifestó Edwin Quiñones, de 28 años, alumno de Rafael Cancel, quien dirige el grupo de baile Cambio en Clave.

A Quiñones, el baile le emociona, lo anima y le quita el mal humor que sentía y proyectaba hacia los demás. Una camiseta con la palabra“ salsa” es la mejor muestra de su nueva emoción.

El joven es unos de los 200 alumnos, oyentes y no oyentes, que van a las clases de Cancel en el atrio del Coliseo de Puerto Rico José M. Agrelot, de San Juan, la capital, el principal escenario de conciertos y espectáculos en la isla caribeña.

La inclusión de sordos en clases de salsa es “algo nuevo en la isla” y ha sido enriquecedor para todos, destacó el maestro de baile, quien está convencido de que todo el mundo puede bailar.

{^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2012-11-25/RevistaDominical/Articulos/RD25-SORDOS/RD25-SORDOS-quote|(ClassName)gsi.gn3quote|(Transformation)gsi.gn3quote.RevistaDominicalQuoteSinExpandir^}

Para Cancel, la música “rompe las barreras y las deshace por completo”. Si antes, entre oyentes y sordos no se podían comunicar con el lenguaje, ahora sí lo pueden hacer a través de la música y del baile.

En las clases, los bailarines sordos tienen la ayuda de Marina Martínez, encargada de traducir al lenguaje de señas cada palabra que Cancel pronuncia.

“Es un reto, pero es bien bueno porque me ayuda a integrarlos a la música y a la salsa, que era lo que buscábamos”, opinó Martínez, hija de padres sordos.

Cancel relató que, antes de esta iniciativa, apenas había conocido a un par de personas sordas que bailaran. La primera vez ocurrió en el 2006, cuando fue a la barra del establecimiento donde impartía sus primeras clases de salsa a pedir una botella de agua, solicitud que no fue respondida por el encargado.

El joven le explicó más tarde que no se había percatado del pedido porque era sordo, lo que sembró la curiosidad en Cancel. Pronto le preguntó cómo era que bailaba sin escuchar, a lo que le respondió que sentía la vibración del sonido en su piel.