Personajes 2021: Luis Antonio Sobrado, el presidente del TSE que renunció por convicción

Lideró el primer referéndum, vio nacer las segundas rondas electorales y la proliferación del multipartidismo. Planeaba un retiro más pausado del TSE, sin embargo, renunció a su cargo de forma repentina y ahora se hace la idea de vivir las elecciones del 2022 lejos de la adrenalina que tanto disfruta

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Si Luis Antonio Sobrado González tuviera que escoger, elegiría los Crocs en lugar de las zapatillas impecables y las pantalonetas tipo bermudas se impondrían al traje entero.

Sacaría a relucir ese humor negro que tanto lo caracteriza y que se le da natural, en lugar de contenerlo para pasar a ser el tipo serio que aparece frente a las cámaras dando una conferencia de prensa.

Sin embargo, Sobrado tiene claro lo que significa ser el presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), la responsabilidad que tiene a su cargo y con la que debe abordar cada proceso electoral.

De lo contrario, no hubiera renunciado.

Si a inicios del 2021 alguien le hubiera preguntado a don Luis Antonio cómo se vería dentro de un año, él, sin pensarlo dos veces, hubiera contestado que liderando el conteo de votos, preparándose para anunciar al nuevo presidente de la República. Pero la vida tenía otro camino para él.

Luis Antonio Sobrado renunció el miércoles 27 de octubre a los cargos de magistrado y presidente del TSE por ser cuñado de Ana Lupita Mora, candidata a la segunda vicepresidencia del partido Costa Rica Justa. El Código Electoral le habría permitido conservar el cargo, sin embargo, apegado a sus principios decidió dar un paso al lado y dimitir al puesto que ocupa desde el 27 de julio del 2007.

A tan solo unos días de dejar su cargo, el magistrado de 60 años ya imagina que por primera vez en muchos años vivirá los comicios electorales del 2022 sin esa adrenalina a la que estaba acostumbrado y que, confiesa, le encantaba.

“Yo creo que me comeré las uñas cuando vea las dificultades que enfrenta el organismo electoral; podré ir a votar con la tranquilidad del anonimato. Podré ver el resultado electoral con mis amigos, quizá tomarme una copa de vino y sin la angustia con la que se sigue un desenlace electoral”, afirma.

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Extrañará contar un chiste a sus compañeros magistrados en medio de los momentos más tensos como un respiro del estrés ante el cierre de urnas. También echará de menos levantarse cada mañana para ir al sitio que por más de dos décadas ha sido su segundo hogar, pero se va tranquilo al saber que hizo lo que él consideraba era lo que debía hacer.

“Dicen por ahí que cuando el hombre se pone a hacer planes, Dios se ríe. Y en mi caso, la realidad me impuso una condición y una condición que tenía que resolver, no fundándome en tecnicismos jurídicos, sino en lo que consideraba yo lo correcto para el bien de la institución y del país”, detalla.

Difícil decisión

Cuando Luis Antonio Sobrado tomó la decisión de renunciar, lo hizo con el visto bueno de su esposa, Carolina Mora, y sus hijas Ana María e Isabel Sobrado.

Lo realmente difícil fue redactar la carta que entregó a Eugenia Zamora, vicepresidenta del TSE.

“Esa carta la empecé a redactar hace más de un mes… fue difícil. Fue una carta que se hizo con lágrimas a ratos, que la revisé mil veces y realmente me costó mucho. En primer lugar, porque llevo más de 20 años viviendo una adrenalina que es adictiva; así que desprenderme de esto no es fácil.

“Además, yo sentía un compromiso personal por terminar al menos de participar en esta elección: creo que he desarrollado conocimiento y sabiduría a lo largo de muchos años y creo que mi presencia daba mayores posibilidades de éxito a la institución. Y además, creo que me merecía un retiro más pausado”, explica.

Finalmente, cuando la entregó, comprendió que no había marcha atrás y que su salida como magistrado presidente del TSE era inminente.

Su último día como presidente será el 16 de diciembre y ahora solo puede recordar todos aquellos momentos que vivió estando en el cargo. Incluso los más tensos y que hoy son una anécdota más.

Una de ellas, fue la elección presidencial del 2006, en la que Óscar Arias se impuso ante Otton Solís con una diferencia de apenas un 2% de los votos.

“Yo no me visualizaba como presidente. Algo de vértigo me dio cuando me tocó. Esa presidencia se empezó a gestar con el difícil desenlace entre Óscar Arias y Ottón Solís, en el 2006. Recuerdo que el día del cierre, con los primeros resultados, don Óscar iba ganando como por 6.000 votos, casi un voto por junta receptora, y eso era una situación de infarto.

“Todo magistrado electoral sueña que gane cualquiera, pero que gane, porque los resultados ajustados generan un desenlace electoral complejo por el conjunto de impugnaciones que se presentan y por la tentación en la que algunos sucumben de cuestionar al árbitro para no asumir una derrota generada en las urnas. Y para mí fue un momento muy significativo cuando salí a la prensa el día de la elección 2006, porque había un gran riesgo de que el proceso electoral se desviara de su curso y creo que mis palabras dichas frente a la comunidad costarricense trajeron sosiego para tirios y troyanos”, recuerda.

Otra experiencia inolvidable, fue la renuncia del candidato Johnny Araya en las elecciones del 2014.

“Fue un hecho inédito, una circunstancia que generaba una cantidad impresionante de incertidumbre y en el mismo momento en que el candidato estaba anunciando eso, yo estaba saliendo en un medio de comunicación nacional aclarando cuál era el escenario jurídico político que se planteaba”, recuerda.

Ingresó al TSE en 1999 proveniente de la Procuraduría General de la República, donde era funcionario de carrera, con una casi nula participación política. Fue en el 2007, cuando el entonces magistrado presidente Óscar Fonseca se acogió a su pensión, que Sobrado fue elegido para el cargo.

Durante estos años le ha tocado ser “el magistrado de los nunca” en el TSE.

“Siempre decían ‘es que nunca antes de Luis Antonio había pasado esto, esto y esto’. Por ejemplo: nunca habíamos tenido un referéndum en el país (hasta el 2007, el del TLC), nunca habíamos tenido más de una elección cada cuatro años y tuvimos en el 2010 elecciones nacionales y municipales. Nunca se había hecho una segunda vuelta (hasta el 2002, entre Abel Pacheco y Rolando Araya)”, recuerda.

Además, le tocó estar presente en esa transformación de la Costa Rica bipartidista, de una sola elección cada cuatro años, con lealtades partidarias sólidas y “con partidos fuertes, especialmente dos de ellos que representan la herencia de las dos familias políticas de 1948″.

“Nuestra realidad hoy es muy distinta porque ya no tenemos un país anclado en el bipartidismo, el clivaje de 1948 ya no significa nada para la inmensa mayoría de la población. Tenemos un electorado mucho más crítico, mucho menos guiado por colores de partidos que por candidatos, que medita mucho su voto y que la decisión la toma hasta que lo convenza, con información más amplia y menos guiada por la devoción, la tradición familiar y todo eso.

“Las segundas vueltas llegaron para hacer una regla más bien, y del 2002 en adelante debemos de sorprendernos si algún candidato gana en primera ronda”, dice.

Un tímido adolescente

Don Luis Antonio tiene 30 años de casado con su esposa Carolina Mora, a quien admira y aplaude por ser mamá y papá de sus hijas Ana María e Isabel, de 28 y 26 años, respectivamente.

Mientras ellas atravesaban por la adolescencia, él era magistrado a tiempo completo, incluso los fines de semana. No se arrepiente, pero le hubiera gustado estar más presente para sus hijas en ese entonces.

Sin embargo, reconoce que su esposa hizo un gran trabajo y las niñas nunca pasaron por la situación que él vivió cuando estaba en el colegio. Don Luis relata que era tan tímido cuando estudiaba en el Colegio La Salle que eso le trajo serios problemas, pues incluso, a veces se malinterpretaba y daba la sensación de ser una persona arrogante.

“Yo creo que tenía una baja autoestima. Yo sabía que era el nerd y que esa era una enorme fortaleza, pero no me veía fortalezas en otro lado y cuando yo veía a la chiquilla que me gustaba, parecía una vaca ahorcada. Ni siquiera conversar, pero eso cambió con el ingreso a la universidad, superada a la adolescencia.

“La universidad es un momento de primera libertad, porque todavía vivía en una familia donde había mucho control parental sobre lo que hacían los hijos, pero ya en la U no sabían ni a dónde iba a parar uno. Entonces, para mí la universidad significa descubrir la libertad, descubrir un mundo universitario con una tremenda diversidad, conocer gente, sentirme mejor con mi cuerpo.

“Y qué curioso: ahí tuve mi primera novia, en el primer año de universidad. De alguna manera ahí empecé a perfilar mejor mi forma de ser y me reconcilié con lo que veía en el espejo. Y ahora, si pudiera, como retroceder en el tiempo abrazaría a ese adolescente, porque la primera forma de sanar es con un abrazo y le diría a ese muchachito que ojalá aprendiera a quererse a sí mismo más temprano, que no vale la pena pasar por tal sufrimiento”, asegura.

Don Luis proviene de una familia de clase media y es el tercero de cuatro hermanos. Creció en el centro de San José, asistió a la Escuela Buenaventura Corrales y fue un estudiante que siempre perteneció al cuadro de honor; y como era muy aplicado, siempre obtuvo becas para estudiar.

Fue así como en 1986 pudo viajar a España a estudiar Derecho Constitucional y, más adelante, a obtener un doctorado en Derecho, en 1989.

Sin embargo, no todo era tan sencillo. Al estudiar con una beca sus recursos eran muy limitados y a duras penas lograba que los $500 que recibía mensuales le alcanzaran para pagar el apartamento, la alimentación y los gastos propios de estudio.

“Eso me obligó a vivir en un sótano, sin calefacción central y ahorrar hasta el último cinco. La segunda estancia, en 1989, fue un poquito mejor. Eso me permitió estar un año con la comodidad de tener calefacción central para soportar el invierno europeo”, cuenta.

Por ello, a sus hijas les insiste en la importancia de esforzarse para alcanzar sus objetivos; de no dejar el estudio y de prepararse como profesionales.

Y es que Ana María e Isabel son la luz de sus ojos y disfruta cada momento que comparte con ellas, al igual que con su esposa y por supuesto sus perras, Nina y Luna.

De hecho, detalla entre risas que Isabel, la menor, tiene su mismo sentido del humor y eso le fascina.

“Yo tengo el humor más negro que usted se puede imaginar… a veces le causo vergüenza a mi esposa y a mis hijas. Sin embargo, la menor comparte esa acidez de humor y viera los tú a tú que hago con ella para ver cuál de los dos dice la mayor barbaridad. Es que yo tengo una tremenda habilidad de ver el aspecto de humor en el momento ordinario.

“Yo no permito que haya una sesión en el TSE donde no nos echemos una buena risa, pero por supuesto, eso nadie lo ve. Dice Carolina que la clave de nuestro matrimonio, es que yo la hago reír”, afirma.

De la televisión y el fútbol

El presidente saliente del TSE es una persona que más allá de su trabajo es relajado, le gusta llevar una vida tranquila vistiéndose con sus pantalonetas tipo bermudas y es habitual verlo un fin de semana con sus Crocs.

Sus ratos libres son perfectos disfrutando una buena serie de Netflix o cualquier producción de terror. American Horror Story está entre sus favoritas, sin embargo, recientemente vio El juego del calamar y Misa de medianoche y ya tienen un lugar privilegiado entre su top.

“Yo voy a decir algo políticamente incorrecto. A mí me encanta un género que no es el más popular, que es el género de terror; y yo entiendo que a la mayoría no les gusta, pero a mí me fascina. Me fascinan los thriller, lo asociado con suspenso, me encantan las películas de recreación histórica y me encanta la ciencia ficción”, añade.

Sobrado creció viendo televisión y recuerda cuando su papá compró el primer aparato y lo instaló en su casa.

Se peleaba con sus hermanos, pues mientras él quería ver a su héroe Astro Boy, ellos querían ver otra cosa. Entonces, les tocaba turnarse.

Y aunque sufría cuando no era su turno, sufre más ahora, cuando le toca ver al Deportivo Saprissa perder.

“Lo que pasa es que yo soy saprissista de corazón, hace mucho que no voy al estadio, pero un clásico con la Liga o un Saprissa- Heredia jamás me lo pierdo. Soy aficionado”, asegura.

Pero este no es el único equipo de sus amores, pues al Real Madrid lo vio jugar en el Santiago Bernabéu en tres ocasiones cuando era un estudiante de recursos muy limitados. Recuerda que veía los partidos a través de un cuadrito y de pie, ya que era la entrada más barata al estadio.

Y por supuesto, sufre cada vez que pierde la Selección Nacional y celebra con cada uno de sus ganes.

Pero este no es su único pasatiempo: el magistrado es también un amante de la lectura y de la escritura y, de hecho, en el 2020 lanzó un libro gratuito en Apple Books, Anécdotas de generosidad, en el que describe su infancia, juventud y madurez.

Sobrado dice que posiblemente lo han leído unas 100 personas, pero que ahí se encuentra disponible para quien quiera conocerlo mejor.

El profe de la U

Luego de su retiro del TSE, don Luis Antonio se concentrará en su otro trabajo de medio tiempo: el de profesor universitario en la Facultad de Derecho de la Universidad de Costa Rica (UCR). Una labor que también le apasiona.

Además, espera no tener que asumir en lo inmediato nuevas responsabilidades. “Obviamente no quisiera volverme a llenar de tanta presión, tanto trabajo y tanta responsabilidad, pero sí explorar algunas cosas donde pueda todavía aportar en una trinchera muy diferente. Creo que lo que he aprendido y lo que he desarrollado me permite todavía hacer algún tipo de aporte donde el país me quiere y donde me sienta bien”, asevera.

Lo que sí tiene claro es que entre sus intereses no está la política. Si bien laboró en el TSE por más de dos décadas y su trabajo estaba relacionado con esta área, esta no es una de sus grandes pasiones.

“Yo no tengo un perfil político, pero me relaciono con ese mundo (...). No me visualizo en el mundo de la política, o en una posición de inserción partidaria, pero en fin, yo en todo caso estimo que la interacción política es más sana ahora que antes, a diferencia de lo que piensan muchos, porque es un mundo que funciona con mayor transparencia con el ciudadano”, añade.

Independientemente de ello, ser presidente del TSE le ha traído un sinfín de aprendizajes a lo largo de los años. Buenas experiencias, malas experiencias, pero experiencias al fin.

Por ejemplo, se ha enojado en más de una ocasión con lo que dicen de él o del TSE en redes sociales o los mismos políticos.

“Cuando difunden mentiras de veras que causa mucha molesta, sobre todo si son mentiras que agravian, que injurian. Yo, sin embargo, nunca creí pertinente entrar en un debate abierto con políticos o candidatos. Nunca lo hice. Creo que la dignidad del cargo me impedía descender al barro y revolcarme en el lodazal, pero sí causa molestia y dolor”, reconoce.

También sabe que, por su puesto, no va a caerle bien a muchos políticos, sin embargo, tampoco es algo que le interesa demasiado.

“Me doy cuenta también de que los magistrados del Tribunal Electoral, con sus decisiones, afectan intereses políticos y eso crea odios y amores, y en política, las facturas no prescriben como deberían. Como dice un amigo: desde esta posición se gana a veces enemistades que uno no acaba de entender y que tiene que pasar por ellas.

“Yo no me creo aquello que dice que siempre todo pasado fue mejor y creo que en política también, eso se vale: yo veo una ciudadanía mucho más empoderada, mucho más capaz de conocer los intríngulis de la política, y creo que eso, eso se llama perfeccionamiento de la democracia”, explica.

Finalmente, desde hace 14 años, se encuentra personas que se acercan a saludarlo a donde quiera que vaya por su trabajo y con eso se da por satisfecho.

“Muy a lo costarricense, porque el costarricense tiene un profundo sentido de igualdad y de dignidad de todas las personas, entonces se acercan y me dicen: ‘¡Hola, Sobrado!, ¿cómo está?’, y a mí me gusta esa horizontalidad en el trato. Muy pocas veces, sin embargo, en público he tenido una falta de respeto. Sólo recuerdo una vez. El que me aprecia, me dice cosas bonitas; y el que no, se queda callado, pero yo creo que eso también es sinónimo de una figura que despierta el respeto”, comenta.

A través de ese viaje, don Luis Antonio Sobrado hoy mira hacia atrás y asegura que se siente tranquilo y satisfecho por lo que ha logrado y deja su despacho el 16 de diciembre cargando una maleta llena de recuerdos, metas cumplidas y anécdotas.