Paraíso para fiebres

Con miles de discos en su inventario, la tienda Amoeba, en Los Ángeles, es un destino obligado para los que buscan ampliar su colección musical.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

¿Recuerda cuándo fue la última vez que compró un CD de música? No se extrañe por la pregunta, pues cada vez son menos las personas que lo hacen.

Sea por la piratería o las descargas de música, tanto legales como ilegales, el futuro del disco compacto como medio de coleccionar la música está en jaque desde hace ya un tiempo.

Sin embargo, siguen existiendo esos “otros individuos”, los coleccionistas de discos, para quienes una tienda como Amoeba Records , con tres sedes en el estado de California, es un auténtico paraíso.

La tienda está en Berkeley y data de 1990. La de San Francisco se inauguró en 1997 y la más reciente adición es la de Hollywood, que abrió sus puertas en el 2001.

Esta última tiene más de 44.000 discos disponibles, entre usados y nuevos, por lo que la búsqueda de ese objeto para la colección puede resultar tan compleja como hallar una aguja en medio de un pajar.

Dichosamente, la tienda se ha encargado de facilitar al máximo la experiencia de los compradores, pues la música está acomodada por géneros, dividida entre discos nuevos y usados, y agrupada por formato físico (CD, vinil y hasta casetes).

La historia de éxito de Amoeba es cada vez menos común en estos tiempos. En los últimos años, gigantes como Virgin Records y emblemáticas tiendas como Tower Records y Empire Records se han visto obligadas a cerrar sus puertas.

De hecho, a solo una cuadra de esta tienda en Los Ángeles, luce vacío el edificio que solía albergar a Borders, una cadena de tiendas donde se podían adquirir libros, DVD y, por supuesto, CD. Resulta que el año pasado se declaró en bancarrota, luego de lo cual cerró sus locales.

Razones de sobra había para que, de paso por esa ciudad, hiciera una visita a esta tienda asentada hace varios años en el corazón de Hollywood, en el Sunset Boulevard.

El local, que ocupa toda una cuadra, está lleno siempre, incluso en la mañana de un domingo. Adentro, incontables ojos curiosos buscan sin distraerse ese tesoro personal y único.

Sin muchos lujos, todo lo que está en el lugar está a la venta. Pueden adquirirse pósters, camisetas y publicaciones relacionadas con música, libros, revistas y hasta periódicos, algunos de épocas anteriores a 1980 que están emplasticados.

Uno de los objetos más curiosos es un póster enmarcado de Jimi Hendrix que cuelga de una de las paredes y tiene un valor de $5.000.

No obstante, la mayoría de los precios son bastante accesibles, en especial, los de artículos usados cuyo costo ronda los $3.

Los clientes entran incesantemente al lugar; algunos solos, otros en pareja, algunos más con su perro, pero todos con los ojos bien abiertos para no dejar pasar nada.

{^SingleDocumentControl|(AliasPath)/2012-07-22/RevistaDominical/Articulos/RD22-DISQUERA/RD22-DISQUERA-quote|(ClassName)gsi.gn3quote|(Transformation)gsi.gn3quote.RevistaDominicalQuoteSinExpandir^}

De gustos exquisitos

Entre los clientes del día está Felipe García, un joven turista mexicano, que llegó con su novia Natalia. Se describe como un aficionado de la música, dueño de más de 2.000 discos e “insaciable”, razón por la cual siempre anda en busca de algo más.

En opinión de este profesor, el éxito de la tienda está en su amplia variedad y sus precios bajos. Dijo no tener inconveniente en comprar un disco usado, siempre que esté en buen estado. Bien sabe que muchos de esos álbumes no los podrá conseguir en ningún otro sitio.

Su novia es menos entusiasta, pero comprende la pasión de Felipe por la música y está dispuesta a acompañarlo, sobre todo porque más tarde será su turno de ir de compras.

Amoeba Records se autocalifica como “la tienda independiente de música más grande del mundo”. Por esta razón, abre sus puertas a las bandas emergentes que quieran presentarse en vivo para que los clientes puedan escuchar su música.

Hay varios puestos en los que la clientela puede escuchar discos en exhibición o recomendaciones musicales hechas por el personal con comentarios de “por qué no debe perderse este disco”.

Mientras el visitante mexicano sigue en busca de un artículo digno de sumarse a su colección, la tienda sigue en ebullición y los fanáticos comparten eufóricos sus hallazgos con el vecino de al lado.

También está la amiga o compañera que no solo piensa en ella, sino en la pareja o algún conocido. Había una mujer que, tras encontrar un disco de Pink Floyd, llama de inmediato a su amigo para preguntarle si quiere que se lo compre. De inmediato, se dirige a la caja con el disco entre sus manos.

“Cuanto más tiempo me quede aquí, más me doy cuenta de los discos que quiero, así que mejor vámonos”, le dice un hombre a otro, mientras se encaminan hacia la caja.

Una situación similar le sucede a Felipe: dice que se da cuenta de que es hora de irse cuando no recuerda si ya tiene un disco o no. “Eso significa que he pasado demasiado tiempo aquí”, dice entre risas.

Mientras, seguirá revisando, cajón por cajón con paciencia, en busca de su tesoro final. Y lo encuentra. Ese día, su visita culmina con cuatro discos, de los cuales uno le salió gratis debido a una oferta de la tienda.

Pagó $2,99 por cada uno y calificó como su mayor –y mejor– hallazgo el álbum X , de la banda australiana INXS, de 1990.

¿Por qué es tan especial para él este disco? Según Felipe, esa edición en particular es más significativa ya que pertenece al tiraje original del álbum, según un sticker pegado a la caja.

Tras dos horas en la tienda, el joven se declara satisfecho. Igual, no tiene opción de quedarse más, porque ya su novia se ha empezado a impacientar.

Otro de los asiduos visitantes es Dave McCormark, un diseñador gráfico irlandés, quien viaja a California al menos una vez al año y siempre incluye la visita a la tienda en su itinerario de viaje.

“Amoeba es el Shangri-La de las tiendas de discos para los fans de la música. Es un lugar grandioso para encontrar ediciones raras o fuera de circulación tanto de CD como de viniles, DVD y pósters”, destacó el europeo.

Para este hombre, el secreto de Amoeba Records está en que su catálogo se amplía constantemente, y su personal, además de amistoso, tiene un amplio conocimiento musical. Es una tienda espaciosa, donde todos los géneros tienen su lugar, así que, según McCormark, no hay quien no tenga algo que buscar ahí.

“El catálogo es como un sueño hecho realidad. Uno nunca sale con las manos vacías; siempre hay una joya por encontrar o nueva música por descubrir”, añade.

McCormark cuenta que sus recorridos nunca tardan menos de dos horas y que, en varios de sus viajes, ha visitado la tienda más de una vez. “Hago una inspección inicial y luego, una de seguimiento, hasta que aparezca ese disco extraño, y, por lo general, aparece”.

Según recordó el irlandés, dentro de las piezas que ha hallado hay una que es su favorita pues pertenece a una de sus bandas predilectas. “Es una copia bien extraña de una edición francesa del álbum The Kinks Are the Village Green Preservation Society . Tiene una portada distinta y canciones diferentes de las versiones inglesa y estadounidense. Es mi disco favorito de todos los tiempos”, destacó este hombre que aparenta unos cuarenta y tantos.

Otros tesoros que ha encontrado en el lugar son versiones rarísimas de discos de Zappa, The Stooges, New York Dolls, Big Star y Beefheart, entre otros.

“La música es alimento para el alma y también es una gran medicina. Por eso, es esencial”, se despide el irlandés.