Omar, el amigo de Kim Kardashian

Los Kardashian, una de las familias más famosas del mundo, visitó Costa Rica, pero solo un afortunado pudo obtener un selfie con una de las hermanas que integran el clan

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El 2 de febrero, el Diario Extra publicó una entrevista con Omar Bustos, "quizás el único costarricense que se tomó un selfie con una de las influencers más grandes del mundo en redes y TV: la espectacular Kim Kardashian".

Las Kardashian, celebridades estadounidenses, visitaron Guanacaste, por lo que tuvieron que usar el Aeropuerto Internacional Daniel Oduber Quirós, de Liberia.

La entrevista de la Extra, realizada por el periodista Ariel Chaves, dice que Kim se acercó a Bustos. Pero esto, asegura Omar, no es cierto. Dice también que la novia de Omar, Yudixa, se enojó por la foto. Eso tampoco es cierto. Dice que que la vida de Omar nunca será igual después del selfie. Esto sí es cierto.

"Yo no dije la mayoría de cosas que están ahí. El periodista se inventó respuestas. Mi novia nunca se puso celosa. El periodista hasta dijo que Kim era como la Madre Teresa. Yo ni leo la Extra".

* * *

Omar Bustos tiene 20 años. Le gusta la música de Michael Jackson, y tiene un tatuaje con el nombre de su madre y otro que necesita terminar de rellenar. Vive en Los Lagos, en la comunidad de Guardia en Liberia, un lugar donde, según el hermano de la abuela de Omar, don Juan Eliseo, de 67 años, "nunca pasa nada".

Bustos asistió a la escuela de Los Lagos, una que se puede ver desde la entrada de su casa. La escuela, me cuenta su madre Annie, es unidocente y tiene tres aulas. "Pero cuando Omar asistía era un bodegón". Annie es joven, tiene la piel oscura, el pelo colocho y los ojos verdes. Hace unos meses murió su madre de cáncer.

"Mi mamá era gordita, gordita pero con el tiempo se puso como un palito. Qué duro es perder a la madre, ¿verdad? Yo todavía la recuerdo sentada ahí en la mecedora".

Annie me señaló la casa donde vive Omar. Cuando la abuela murió, Bustos se mudó allí. No muy lejos. Las casas están a unas plantas, un par de gallos y una cerca de distancia.

El pueblo, uno que se encuentra sobre la carretera principal de Liberia, es tranquilo, lleno de sombras y polvo de playa. Al frente de la casa de Annie hay un palo de mango con frutos. Es alto y las hojas son muy verdes. Las ramas son duras para que se puedan trepar. Cerca del árbol hay una pulpería. Afuera hay un lote donde Bustos y sus amigos mejenguean, casi no tiene zacate. No hay ningún lago.

Omar tiene un hermano menor de 15 años que se llama Bryan. Gracias a él, Omar pudo reconocer a Kim ese día. Bryan veía de vez en cuando el programa Keeping Up with the Kardashians.

Afuera de la casa de Omar hay un par de pericos verdes, un macho y una hembra: Poli y Moli. Poli muerde. Moli no. También hay helechos y un vivero que sembró la novia de Omar, quien tiene seis meses de embarazo, y está terminando sus estudios.

Don Eliseo trabaja vendiendo escobas de pulguilla, un tipo de rama que se consigue por esos lados. "La escoba preferida para barrer patios", me aseguró.

Esa tarde en la casa de Omar, estuve junto a don Eliseo y Annie debajo del palo conversando. Omar nos compró una Fanta Naranja, y nos bajó mangos. Don Eliseo me contó que "Omar es un buen muchacho". También aseguró que "A veces en los barrios más humildes es en donde pasa lo impensable".

Lo impensable

Cuando Omar estaba naciendo, en 1996, Kim Kardashian estaba en una fiesta usando un vestido del diseñador alemán Karl Lagerfeld. Diez años después, mientras Omar asistía a la escuela y –según la ciencia– aumentaba siete libras, Kim era la mejor amiga de Paris Hilton, novia del rapero Nick Cannon y, de acuerdo con los expertos de moda, tenía un pésimo gusto para vestir.

Otros diez años después, mientras Kim se tomaba fotos desnuda en un baño, Omar se enteraba que su primer hijo sería hombre. Un año después, mientras La Nación enviaba a una periodista para que persiguiera a la familia Kardashian a fin de obtener alguna primicia, likes y visitas al sitio, Omar parqueaba aviones.

Luego pasó lo impensable, lo que ni don Eliseo, ni Annie, ni Yudixa ni Omar alguna vez pensaron: Omar y Kim se encontraron en un aeropuerto en Liberia.

Los idealistas dicen que las celebridades y Hollywood están arruinando el ejercicio del periodismo. Catalogan las notas de la farándula como vacías o innecesarias. Pero existe, y se consume todos los días. Por ejemplo, en la categoría de ocio de La Nación, en la sección de farándula, algunas de las notas más leídas de enero a marzo de 2017 fueron la visita de las Kardashian y la cobertura del vestido de ¢7 millones que utilizó Carolina Rodríguez en el Miss Universo.

Las alturas

El primer trabajo que obtuvo Omar fue como agente de rampa en el aeropuerto de Liberia con la empresa suiza Swissport. Pero el pago no era tan bueno, y cuando se enteró que esperaba un hijo supo que debía hacer algo.

"Uno busca lo mejor para ganar", me contó Omar sentados en el redondel de las fiestas de Liberia.

La piel de Omar es oscura. Un tono café guanaco. El que demarca furia y fortaleza. El que solo los de allá pueden vestir, porque allá, lejos de la capital, la vida se mece entre tradiciones viriles, los toros, el machete y el coyol. Omar condensa en su ser la esencia de la pampa guanacasteca.

Desde pequeño, el hijo mayor de la familia quiso tocar un avión. Por su casa pasan muy de cerca, tan cerca que uno puede ver los colores, las luces, se escuchan rugir y las ventanas cimbran.

Pero antes de llegar al aeropuerto Omar probó suerte trabajando junto a un tío en el campus de la universidad EARTH jalando pacas. Ese trabajo lo tomó porque quería ahorrar para hacer un vuelo a San José en avioneta, pero poco a poco fue gastando el dinero.

"El viaje costaba como ¢18,000. Yo hasta pensaba, 'di luego me devuelvo en bus, no me importa'".

Tampoco ayudó que el trabajo le requería sudar hasta la última gota. "No me fue bien en ese trabajo. Las pacas eran demasiado pesadas y ni siquiera las llegaba al camión. Por eso siento que mi trabajo ahora en el aeropuerto es bueno para mí. Puedo hacer lo que soñé cuando estaba pequeño".

Omar se encarga de guardar maletas, parquear aviones y subirse a ellos después de un vuelo para hacer la limpieza.

"Para guardar las maletas se dura como 10 minutos. Hay que entrar a la cabina como en forma de u para poder caber".

Para llegar a su trabajo Omar usa la bicicleta. "Usted no sabe como se siente cuando a uno le pasa a la par un camión que lleva caña. Se siente como si le fuera a pasar por encima".

Parquear aviones es una de las partes más peligrosas de su trabajo; por ende, de las más divertidas.

"Para acercarse al avión hay que contar hasta 30 segundos, así uno sabe que se apagaron los motores".

Omar no terminó el colegio, pero está en eso. "Yo era muy vago. Me escapaba para andar en bicicleta, y manejaba por horas solo hasta llegar a una poza. Eso era lo que hacía. Pero ahora tengo un hijo, y quiero tratar de terminar los estudios. También me escapaba como a los 14 para ir a las corridas de toros".

Pasión bovina

El papá de Omar no vive con él, sin embargo siempre ha estado cerca. "Siempre ha tenido palabras y consejos para mí. También me dice que deje de ir a los toros, pero es que yo no puedo".

Ni el papá, ni la mamá, ni la novia de Omar son amantes de las corridas, sino todo lo contrario.

"Yo no entiendo que es lo que le gusta de eso", reprocha su mamá. Pero Omar no responde, se ríe nada más. No sabe como defender porqué ama lo que ama, solo sabe eso, que lo ama.

Gracias a los toros ha salido en las trasmisiones del canal 6, y una vez quedó inconsciente después de una corrida.

"El Matapalo me agarró como un muñeco, quedé ahí en el suelo tirado. Lo que pasa es que los toros es algo que se lleva en la sangre".

Ahora, cuando se enfrenta ante las bestias lo piensa dos veces.

"Ya mi novia me dijo que no debería estar haciendo esto porque ahorita nacerá Mathew Jafet".

Pero aun así, esa tarde en la que hablamos Omar se preparaba para las corridas. Ya se conoce a los otros toreros, a los que le agradan y a los que no. Sabe donde esconderse, por donde esquinearse, qué camisas aguantan y qué tenis lo hacen más ágil, esos son sus métodos de supervivencia.

"A nadie en mi casa le gusta que yo haga esto pero no puedo dejar de hacerlo".

A Yudixa, su novia, la conoció a través de amigos en común en Facebook.

"Un día la vi en mis amigos en común con otro amigo. Yo la agregué y le envié un mensaje que decía 'Hola', y seguimos hablando. Luego ella me contó que apenas me conoció terminó con el novio que tenía porque yo siempre le había gustado, y ahora vamos a tener un hijo".

Después del mensaje quedaron de verse un día. Se toparon en un desfile del 15 de setiembre en el parque de Liberia.

La última cita que pudieron tener con calma —porque un embarazo todo lo distorsiona— fue el pasado San Valentín, cuando fueron a Pizza Hut a celebrar el día y, de paso, matar antojos.

El 'selfie'

Ese día, Omar trabajaba en el aeropuerto, como un día cualquiera. Eso sí, había visto más movimiento que lo normal.

"Yo sabía quiénes eran ellos. También estuve al lado del rapero Tyga pero me dio pena hablarle. Luego vi que Kim se alejó del montón de gente. Iba con dos guardespaldas. Ella fue la primera que se apió del avión. Entonces me acerqué y le dije: 'Kim selfie'. Yo sabía que esa era la única palabra que esa gente entendería. Kim me miró de arriba para abajo y luego dijo que sí. Después yo le conté de nuestras playas, y adonde debía ir. Y ella me contó que las hermanas querían comprarse una casa aquí".

La foto Omar no la pudo tomar con su celular. La calidad no era muy buena, entonces un amigo le prestó el celular.

Después de la foto, se acercó alguien y le dijo:

"Chavalo, guarde eso porque eso sí que es buen recuerdo".

* * *

En más o menos tres meses Omar tendrá que cambiar pañales, hervir leche. Unos años después deberá empezar a ahorrar para que su hijo vaya a la universidad. Por mientras, él quiere terminar sus estudios, y luego cursar una carrera de aviación o ser camarógrafo.

"Una vez actué en La Pensión. Yo les mandé un mensaje privado por Facebook diciendo que me gustaría participar y me llamaron. Tuve que leerme un papel bien largo. Nos sentamos en una mesa a practicar. Pero me equivoqué un montón, estaba muy nervioso".

Esa tarde después de conversar con Omar y su familia nos contó que esas fiestas iban a ser algo distintas. "Hay un rumor sobre algo del narco. Dicen que se pueden poner violentas esta vez. No lo sabemos".

Porque como dice don Eliseo, a veces en los barrios humildes pasa lo impensable.