Ojos que ya no ven

La degeneración macular asociada con la edad es una de las principales causas de la pérdida de visión en los adultos mayores. Sin embargo, continúa siendo poco conocida. ¿Cómo enfrentarse a este mal? ¿Se puede prevenir?

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Poco a poco, se va haciendo más difícil enfocar la vista. Las líneas que solían ser rectas aparecen curvas de vez en cuando, y algunas caras se convierten en borrones. La degeneración macular senil es lenta, pero no se detiene: es un mal común y, curiosamente, poco conocido, que puede amenazar la vista en las personas mayores.

Entre los múltiples cuidados que deben tener los adultos mayores con todo su cuerpo, debe prestarse especial atención a los ojos. La vista, ese precioso sentido, se ve amenazada por diversas afecciones, por lo que una especial atención nunca está de más.

Daño progresivo

La degeneración macular senil, o asociada con la edad (DME), afecta una parte importante de la retina, llamada la mácula. En ella se concentra la mayor cantidad de células fotorreceptoras (llamadas bastones y conos), las cuales captan la luz y la convierten en impulsos nerviosos que el cerebro reconoce como imágenes.

Con los años, los fotorreceptores se van dañando por lesiones diferentes a lo largo del tiempo. El oftalmólogo Manrique Ortiz Stradtmann describe así el proceso: “En esa zona, se empiezan a depositar restos de fotorreceptores que se acumulan con los años. Siendo joven, esos desechos de células se pueden limpiar, pero conforme se avanza en edad, se retarda la limpieza y se acumulan depósitos de fotorreceptores en la membrana de Bruch. Ahí empieza a dañarse la capa”.

En la membrana de Bruch se concentran muchos vasos sanguíneos y tejido sensible. El epitelio pigmentario retinal es el encargado de transportar los desechos de los fotorreceptores a través de esta membrana. “Al irse dañando el epitelio pigmentario, que limpia, que nutre y que procesa los restos de los fotorreceptores, se pierde la capacidad visual”, describe el doctor Ortiz.

“Al principio, usted puede notar que las líneas se distorsionan: una línea recta o un marco de ventana se ven torcidos. Las imágenes se ven más pequeñas en ciertas zonas. Se empieza a ver una mancha, gris, oscura, en el centro del ojo y ya no se ve tan bien lo que está en el centro”, precisa el oftalmólogo.

Es un proceso irreversible y que no necesariamente está asociado con otras enfermedades. Se ha identificado el peso de la herencia en las probabilidades de sufrir este mal, pero existen otros factores de riesgo que obligan a prestar atención.

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Por ejemplo, las personas blancas, las que tienen ojos claros, los fumadores y quienes se exponen mucho tiempo al sol, deben chequearse con mayor regularidad después de los 50 años, pues corren más peligro de desarrollar DME.

Si se sufre de otras afecciones oculares, como cataratas, glaucoma o retinopatía diabética, es imprescindible revisar con sumo cuidado los daños a la mácula.

La DME es de las principales causas de ceguera entre adultos mayores y, si bien no existen estadísticas para Costa Rica, se estima que puede presentarse en proporciones de entre un 2% y un 5% de los pacientes mayores de 60 años.

Dos tipos

La degeneración macular se presenta en dos formas: seca y húmeda. En su forma seca, la más frecuente, las células sensibles a la luz se deterioran y se nubla la vista en el centro del ojo. Aparte de tener la vista borrosa, en los ojos se identifican drusas, depósitos amarillentos que aparecen debajo de la retina.

“La seca es hasta cuatro veces más frecuente que la húmeda. La seca tiene progresión más lenta y la pérdida de visión no es tan severa. La húmeda es mucho menos frecuente, pero la pérdida de visión es mayor y más rápida”, explica el doctor Ortiz.

La DGE seca no tiene tratamiento hasta la fecha. Se han realizado experimentos con células madre y se continúa investigando pero, por ahora, su daño es irreversible. El geriatra Milton Gutiérrez Rodríguez considera a la nutrición fundamental para combatirla: “Muchos alimentos con proteínas, minerales y vitaminas pueden detener la progresión de la degeneración macular. Un tratamiento con buena nutrición puede retrasar la degeneración, pero en 15 ó 20 años se puede llegar a la pérdida de la visión”.

En su forma húmeda, la DGE produce una red de vasos sanguíneos anormales detrás de la retina, muy frágiles y sensibles. “Esta red de capilares sanguíneos crece debajo del epitelio o lo perfora, y empieza a crecer, como si fueran raíces, por debajo de la mácula. Al ir creciendo, suelta líquido, produce hemorragias, suelta grasa, proteínas y lipoproteínas”, explica el oftalmólogo. La sangre y el líquido dañan rápidamente la mácula y la pérdida de visión es mucho más severa.

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Esta membrana se forma por la influencia de una hormona llamada factor de crecimiento endotelial. Si uno logra controlar en parte la hormona y se suprime con medicamentos, se reduce la membrana y se puede minimizar el daño a la mácula.

La DGE húmeda puede detenerse si se detecta a tiempo. “Si se aprecia alguna lesión, es recomendable tomar antioxidantes: vitaminas A, D, E, C, cobre y zinc. Si aparece la enfermedad, debe tratarse con medicamentos. El tratamiento más efectivo es una inyección al mes: es caro, pero es lo único que se ha demostrado funcionar. Cada una podría costar desde $600 (¢300.000) hasta $1.000 (¢500.000), o de $1.500 (¢750.000) a $2.000 (¢1 millón), según la fórmula”, indica Ortiz.

Familia atenta

Los adultos mayores que padecen de degeneración macular sienten temor de quedar ciegos por completo, y de ver disminuidas sus capacidades para leer, manejar, cocinar u otras actividades cotidianas. En raras ocasiones, se llega a una ceguera total, pero sí se da una sensible pérdida visual.

Los cambios que la persona empieza a apreciar en su vida cotidiana pueden afectar su autoestima debido a la pérdida de independencia en la edad adulta. Puede resultar difícil para los adultos mayores acostumbrarse a la reducción de su sentido de la vista. Esto afecta sin duda sus relaciones interpersonales, su movilidad y la participación en actividades sociales.

“En primer lugar, es muy importante el apoyo familiar y no aislar al adulto mayor. A veces somos muy groseros: el señor perdió la vista y, encima, ni lo sacamos a pasear, ni lo chineamos ni lo cuidamos. Es fundamental la integración de la familia, así como el apoyo médico y psicológico”, indica el doctor Gutiérrez.

“Hay pacientes que toman esto con tranquilidad; otros se deprimen mucho y necesitan terapia psicológica”, recomienda el geriatra. La mayoría de las veces, la pérdida de la visión no siempre es total: se mantiene la visión periférica en el grueso de los casos.

Por ese motivo, es posible ayudar a la persona que padece de DGE a acostumbrarse a sus nuevas capacidades, especialmente si es un adulto mayor que ya ve su capacidad de desplazarse afectada por otros motivos, como afecciones de los huesos o limitaciones de la motricidad.

“Conforme va aumentando la degeneración, se ve más borroso y no se identifican los objetos con claridad. Es cuando se necesita dar un cuidado más directo: hay que ayudarlos a comer, a bañarse y a movilizarse.

”El paciente comienza a entrar en estados de depresión, a aislarse psicosocialmente de la familia y corre el peligro de caídas y fracturas de cadera”, advierte el geriatra.

Es importante saber que la casa debe adaptarse a las nuevas necesidades del adulto mayor.

El doctor Gutiérrez recomienda remover “barreras arquitectónicas” de la vivienda; es decir, retirar todos los muebles y objetos que pueden interponerse en el camino de la persona.

La adaptación que debe hacerse consiste en mejorar las áreas donde ellos se mueven. Por ejemplo: instalar agarraderas en la ducha y al lado del inodoro, colocar pisos antideslizantes en los baños, quitar las alfombras pues los podrían hacer tropezar; en síntesis, tratar por todos los medios de evitar un accidente.

Si convive con un adulto mayor con DME, recuerde que este apoyo es la principal vía para que su calidad de vida no disminuya.