Navidad en San José: Luces que iluminan con más esperanza

Decorar San José de Navidad es una tarea encomendada a un grupo de 15 personas de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz. Su labor, más allá de instalar luces, busca servir de escenario para unir a las personas en estas fechas

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Era una tarde noviembre, pero de esas que ya anuncian que se aproxima la Navidad. La brisa fría, que contrastaba con un cálido atardecer, podía ser considerada idílica de no haber sido por el incesante pito del carro que estaba a nuestro lado izquierdo, en medio de la Autopista General Cañas.

El conductor, en su evidente desperación y enojo por la presa, buscaba desquitarse con un grupo de tres hombres que se encontraban en una de las grúas de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL). Ellos parecían estar completamente ajenos a la incomodidad del chofer, pues su atención se centraba en colocar los adornos navideños que tienen como objetivo vestir a la ciudad de San José en la época decembrina.

Presenciar esa escena me hizo cuestionarme qué tan conscientes estamos de la importancia de la labor que realizan, desde hace más de 50 años, esos trabajadores. Según comentaron algunos de ellos, no se trata solo de instalar las luces o figuras decorativas, sino que para ellos es aportar su “granito de arena” con el fin de que estos días sean de reencuentro y disfrute con los seres queridos.

“Uno aprende, con los años, a que ese tipo de actitudes no afecten el trabajo ni la disposición que se tiene cuando se está colocando todo. Yo quiero pensar que son más las personas que agradecen y valoran nuestro esfuerzo, que las que se quejan porque quizás les estorbamos en su camino”, comentó Garyl Méndez, operador del CNFL desde hace 19 años.

La convicción con la que expresó estas palabras resultó digna de admirar. Para este hombre, quien vive en San Sebastián, la instalación de más de 3.5 millones de bombillas LED en el cantón central de San José, además de las cabeceras de los 20 municipios que son atendidas por la Compañía, son el más fiel reflejo de lo que para él es la Navidad: la época perfecta para dedicarle tiempo a nuestros seres queridos.

Según Méndez, quien prácticamente dejó de ver a su familia en los más de 40 días que duró este año la instalación de cada una de las piezas, la razón de ser de este y otros “sacrificios”, como la inclemencia del clima, las pocas horas de dormir y hasta de los hurtos de los que han sido víctima, pasan a un segundo plano cuando se trata de llevarle ilusión a quienes más lo necesitan.

“A veces, quienes cuestionan todo lo que implica la decoración navideña en San José no son conscientes de cómo una simple luz puede transformar el día de una persona; crear ilusión en un niño que, quizás, no vaya a poder recibir un regalo porque sus padres no tienen el dinero para comprarlo o, simplemente, darle la oportunidad a los ciudadanos de que tengan un motivo para caminar en las calles de la ciudad”, aseguró.

Si hay un momento que atesora, en todos estos años, son los segundos vividos en las iluminaciones del árbol de Navidad del Hospital Nacional de Niños. El estar de cerca de pequeños que están atravesando un momento difícil, le ha permitido poner en perspectiva las prioridades en su vida.

“Es vacilón, porque paso tantos días fuera de la casa cuando instalamos la decoración que, por ejemplo, valoro mucho más poder estar con ellos. Mi esposa y mis hijos van a Festival de la Luz en esta ocasión. Yo le dije que prefería quedarme con el más pequeño, que apenas tiene ocho meses, en la casa, porque no he tenido tiempo de chinearlo”, afirmó Méndez.

Primera ocasión

Un equipo interdisciplinario de 15 personas, entre los que se encuentran operarios, ingenieros y administrativos, es el encargado de trabajar a lo largo del año en la planeación, coordinación e implementación de toda la decoración, que este año tuvo como novedad la colocación de figuras interactivas 4D, ubicadas a nivel de piso en los parques Central, Braulio Carrillo, Mora Fernández y el boulevard del Barrio Chino.

Harold Porras, con cuatro años de laborar en la institución, expresó que este 2018 su trabajo tuvo una particularidad: a finales del mes de octubre fue informado de que sería el líder de la cuadrilla que se encargó de hacer el montaje. Aunque ya había estado involucrado en este proyecto en otras oportunidades, esta era la primera vez que asumiría una mayor responsabilidad.

“Me sorprendió muchísimo cuando me llamaron a la oficina para darme la noticia. No recuerdo exactamente qué fue lo que pasó por mi cabeza en ese momento, estaba consciente de que tenía en mis manos la responsabilidad de que la Navidad llegara a San José, pero me tranquilizó saber el equipo de trabajo que me acompañaría”, dijo Porras.

Dentro de sus principales funciones, además de participar en las instalaciones, estaba la responsabilidad de cumplir con el tiempo de entrega, ya que estaba previsto que la inauguración oficial de la Navidad en San José se realizara el viernes 30 de noviembre. Presenciar el momento en el que, finalmente, su labor brilló en los casi cuatro kilómetros de carretera, además de algunos paques, hizo que el esfuerzo realizado fuera aún más valioso.

Para Porras, esta asignación significó una especie de reconocimiento a su trabajo diario, en el que dentro de sus funciones destaca la atención de las averías que surgen en las zonas en las que la CNFL ofrece sus servicios. Los días en los que se dedicó por completo al decorado en San José le permitió conocer otras destrezas personales que desconocía.

"Algo que descubrí es la capacidad de trabajar bajo presión, porque esto no es fácil. Usted me preguntó qué haré ahora que ya terminamos, pues me hizo pensar en que ahora tendré el tiempo para decorar mi casa, a la que todavía no ha llegado la Navidad. Es vacilón, porque siento que este año lo haré con mayor entusiamo y con la convicción de que mi trabajo sirvió para unir corazones y regalarle un poco de esperanza al país.

Mayor ilusión

No son muchos quienes tienen la dicha de trabajar en lo que realmente les apasiona, al menos así lo siente Norman Torres, quien asegura que trabajar para la CNFL le ha permitido cumplir sueños.

Este ingeniero electromecánico, quien llegó a la institución hace siete años, asegura que jamás se imaginó que tendría la oportunidad de crecer a nivel profesional dando vida a una de sus celebraciones más importantes: la Navidad.

Entre risas recuerda que, desde que era un niño, siempre veía en estas fechas la oportunidad de dar rienda suelta a su creatividad. Su papá siempre ha sido un gran cómplice, ya que le ha permitido que su casa sea el reflejo de que lo su mente sueña.

“De alguna forma, la luz ha marcado toda mi vida y es el reflejo de la evolución que he tenido como persona. Para mí, decorar nuestra casa es el momento ideal para darle rienda suelta a lo que tengo en mi cabeza, dentro de lo que la economía me permita. Hoy, por el trabajo, ya no puedo dedicarle tanto tiempo como antes a esto, pero lo recompenso con la satisfacción de lo que hacemos en el Gran Área Mertropolitana”, reconoce Torres.

Con un carisma, que resulta inquebrantable ante las bromas de sus compañeros, este joven tiene la labor de planear la logística, realizar la compra de todo el material y ser el enlace directo entre los proveedores y el CNFL. Su tarea a lo largo del año es todo menos sencilla, pero, al igual que cuando era pequeño, hoy ha encontrado en su jefe, Mauricio Guzmán, el apoyo para salir adelante.

Es por ello, quizás, aunque su Navidad comience desde el mes de enero, con el desmontaje de la decoración, que para él en su vida sigue intacto el verdadero espíritu de estas fiestas. A pesar de los años, la felicidad de crear un portal con nuevas piezas o agregar otro tipo de luces en su casa, le permite reencontrarse cada año con el niño que fue.

“Yo tengo el mismo pensamiento que Harold, en cuanto a que saber las capacidades que tiene cada uno de los que integramos el equipo, de alguna forma te da una mayor tranquilidad y seguridad del trabajo. No se lo voy a negar, esta es una labor realmente extenuante, pero cuando uno está en San José y ve a los niños tomándose fotos, uno siente que vale la pena todo el esfuerzo, porque se está contribuyendo con su felicidad”. comentó el ingeniero, quien vive en San Antonio de Desamparados.

Torres ha sabido ganarse el respeto y la admiración de sus compañeros en el CNFL, porque su dedicación les hace un poco más ligero el trabajo. Por ejemplo, Harold no escatimó en palabras de reconocimiento, porque le impresionaba llegar a los lugares en los que se haría la instalación y se daban cuenta que la cantidad de luces era la indicada o que tenían todas las herramientas para ser más eficientes en el montaje.

“Eso es algo que he desarrollado con los años. Al inicio todo parecía un mundo difícil de conquistar pero, con el paso del tiempo, uno va entendiendo cómo funciona lo de las compras, cuáles son los proveedores indicados, la importancia de algo tan mínimo como ir a tomar las medidas del lugar para saber con exactitud la cantidad de luces que se va a requerir. En fin, ese es mi trabajo y no puedo estar más orgulloso de lo que hago, porque eso me impulsa a una mejora constante”, puntualizó.

Líder integral

El que la Unidad de Alumbrado Público del CNFL, encargada de realizar la decoración, trabaje con la precisión de un reloj es posible, en gran medida, a Elena Amuy, quien es la jefa del departamento. Esta mujer, que labora en la compañía desde hace 22 años, se ha dedicado los últimos siete de ellos a consolidar las funciones de su equipo.

Tomarse el tiempo de sentarse y conversar con ella es tomar una bocanada de inspiración. Esta mujer es el mejor ejemplo de lo importante que es la constancia cuando se quieren lograr los sueños porque, para ella, el ver cómo todo su equipo es capaz de desarrollarse a nivel profesional con su trabajo, es una meta personal cumplida.

“Desde hace 53 años la Compañía tiene el honor de ser quienes decoran y preparan la iluminación del árbol del Hospital Nacional de Niños. Desde entonces, creo que esto le ha dado una visión distinta de estas fechas a cada uno de los trabajadores del CNFL. Nunca olvidaré lo que una vez me dijo un jefe: ‘el departamento de alumbrado público es la verdadera luz de esta compañía’. Así lo he sentido y eso se refleja estos meses en las calles que son decoradas por nosotros", explicó Amuy.

La jefa comentó que el hecho de que la ciudad se vea distinta cada año es uno de los principales retos a vencer en cada Navidad. Para este 2018, en conjunto con la Municipalidad de San José, trabajaron en un concepto que hiciera referencia a la nieve y a los cuentos de princesas; para lograr ese efecto se utilizaron proyectores y luces blancas.

Según dijo, esto requiere de una gran coordinación y trabajo anticipado, ya que hay algunos elementos que deben ser traídos al país desde China y Estados Unidos. A esto se le suma también el hecho de que es necesario revisar que todas las luces estén en buen funcionamiento, antes y durante de la instalación.

"Hay un enorme trabajo en hacer que la ciudad se vea distinta. La labor continúa aún después del montaje, porque tenemos que hacer seguimiento diario a que todo funcione correctamente o que si se roban algún equipo, debemos reponerlo y verificar que funcione. Esto significa que cuando se hace la inauguración de la Navidad, la carga es menor, pero igual seguimos trabajando", afirma.

Con una enorme emoción, que la lleva al borde las lágrimas, recuerda cuándo fue ese momento en el que fue consciente del impacto que tiene en otros el trabajo que realiza el equipo que lidera. Fue hace un par de años, cuando asistió a una reunión en el Hospital Nacional de Niños, para planear la logística del encendido del árbol.

"Iba por uno de los pasillos y acababan de diagnosticar a un niño con cáncer. El médico le dijo que todo estaría bien, que no se preocupara, que tuviera la esperanza de que estaría presente en el encendido del árbol. En ese momento me señaló y le dijo que yo era una de las responsables en que todo saliera bien ese día, por lo que el niño salió corriendo, me abrazó y aprovechó para darme las gracias", recordó Amuy.

En ese instante ella, junto con todos sus compañeros, se convirtieron en la esperanza que atesoraba ese pequeño de ver brillar las luces en Navidad. Tanto para Elena, como para quienes la acompañan en esta labor, ese abrazo tan sentido es la recompensa a un trabajo que por instantes nos hace recobrar la fe y la esperanza en el futuro.