Muy a su manera, Cot enfrenta la pandemia

En los pueblos, alejados de las grandes ciudades, la crisis sanitaria por la pandemia se vive de una manera muy peculiar.

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Es sábado por la mañana y el día da sus primeras muestras de vida en Cot de Oreamuno, uno de los pueblos más antiguos del país, ubicado a 8,6 kilómetros del centro de Cartago, en la ruta hacia el volcán Irazú.

En este pintoresco y campestre lugar de solo 15 kilómetros cuadrados, precisamente, empieza la productiva zona del norte de la provincia. Por eso su gente se dedica, en su gran mayoría, a las labores agrícolas y desde muy temprano se aprecia el desfile de los peones por calles y trillos hacia la carretera principal para abordar los camiones que los llevarán a fincas más elevadas que les permitirá ganarse el jornal.

Desde algunos puntos estratégicos, incluso, se aprecia en lontananza la faena recién iniciada por algunos de los labriegos, ya sea preparando el terreno o recogiendo las cosechas de lo sembrado meses atrás.

En las casas, mientras tanto, reina el silencio solo interrumpido por el ruido ocasional y lejano de los autos, el canto de los gallos y los ladridos de los perros, en confinamiento igual que sus dueños.

Pero la tranquilidad de esta comunidad, ubicada a 1810 msm, está amenazada como en el resto del país, para decir lo más inmediato, por la pandemia que sigue condicionando nuestro modo de vivir.

Para algunos podrán ser solo datos, otros le darán poca importancia, pero para muchos de sus aproximadamente 11 mil habitantes, el dato de los 48 casos activos de covid-19 (al martes 25 de agosto) asusta o por lo menos les provoca mucho respeto.

Así lo dejan ver con manifestaciones escritas o representativas en paredes, puertas y ventanas. No pasan inadvertidos, por ejemplo los mensajes bien elaborados de que no se reciben visitas “hasta nuevo aviso”, o los altares con estampitas e imágenes de yeso, detrás del vidrio, para rechazar la enfermedad.