Mujeres de acero

Más allá de los bikinis y las pesas, la fuerza de estas mujeres también está en su vida cotidiana.

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El esfuerzo y la disciplina son términos abstractos, sin cuerpo. Esto es cierto casi siempre, excepto cuando el esfuerzo y la disciplina son puro cuerpo. Hablemos de fisiculturismo.

Sylvia Argüello entra al camerino de una competencia de body fitness y encuentra a otras atletas como ella maquillándose, planchándose el cabello y poniéndose pestañas; todo ello ocurre mientras en el piso descansan las ligas para practicar la tensión dinámica (al estilo de Charles Atlas) y las pesas de mancuerna para resaltar, digamos, los bíceps. Sylvia es la fisiculturista que entró a la disciplina de esculpir músculos durante un bache emocional, tras luchar con el sobrepeso. Con 29 años es estudiante de Educación Física, entrenadora personal y profesora de Filosofía en secundaria.

El caso de Susetty Tabash es el de la culturista que, en su primera exhibición de body figure (otra competencia distinta de la de Sylvia), quería ser cubierta por otras competidoras, porque ella era muy tímida. Con el tiempo, perdió la pena, y esta entrenadora personal de 33 años dice que es difícil equilibrar sus facetas de madre, esposa y atleta, porque la escultura de su cuerpo le exige una planificación completa de su día en religiosas sesiones de ejercicio y tiempos de comida. Mientras tanto, su hija Dalia disfruta de tomarle fotos para llevar un registro de su desarrollo físico.

La tercera figura que le da fuerza a este fotoensayo es la de Nathalie Elizondo, de 26 años. Ella no lo sospechaba, pero bajo la piel de una mujer sedentaria, vivía una atleta. Ya no recuerda lo que es trasnochar, tomarse una cerveza ni tener pastel de cumpleaños.Su profesión de abogada le da flexibilidad para cumplir con rutinas de ejercicio extenuantes.La disciplina se encarnó en estas mujeres. Ellas tienen una fuerza que no nace en el músculo, sino en la mente.