Los peligros del amor no convencional

Las decisiones que se toman en el universo del amor son por lo general el martirio de muchos, sin embargo cuando se trata de maestras que se enamoran de sus estudiantes, el universo colapsa

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En 1995 Mary Kay Letourneau, de 34 años se convirtió el tema principal dentro de salas de redacción, en reuniones familiares, vestidores de gimnasios y muchos otros rincones del mundo cuando se hizo público el romance que mantenía con uno de sus estudiantes de 12 años llamado Vili Fualaau, quien cursaba el sexto grado. Letourneau fue sentenciada a siete años de prisión, a pesar de que para ese entonces ya había dado a luz a una hija producto de la inusual relación.

Después de seis meses de estar en prisión, salió en libertad provisional con la condición de que no podía volver a ver nunca más a Fualaau. La exmaestra no cumplió con la sentencia, y fue vista con Fualaau al poco tiempo así que tuvo que cumplir toda la condena; ingresó a prisión embarazada del segundo hijo. Finalmente, al salir en libertad en 2005 contrajo matrimonio con quien fue una vez su estudiante. La escandalosa historia fue plasmada en el filme All-American girl: the Mary Kay Letourneau story. La pareja, ella ahora de 52 años y él de 33 sigue felizmente casada. Pero este no es el único caso de este tipo: en Estados Unidos continúan dándose este tipo de relaciones, el fenómenos parece cesar.

Furor adolescente

Cuando estaba en la escuela tenía que viajar en buseta. El chofer —no recuerdo su nombre— se parecía a Alejandro Sanz (el de los noventa. El de Corazón partío). Obviamente (a pesar de que me di cuenta años después) estaba completamente enamorada de él. Como era la más pequeña del grupo podía ir adelante, ese era nuestro tiempo a solas. También, a veces, cuando ya habíamos dejado a todos, pasábamos a comprar manzanas rojas para el camino; yo era la que vivía lejos.

Pero eso fue todo; tardes soleadas que recuerdo con cariño. Solo que si el afecto hubiera traspasado lo establecido por la ley (o mi consentimiento), mi Alejandro Sanz estaría en la cárcel, y yo —posiblemente— no sería capaz ni siquiera de hablar del recuerdo.

Ser menor de edad es difícil. Ser adolescente aún más. Es una edad especialmente dramática y tormentosa. Yo, por ejemplo, me enamoraba con devoción. Tanto así que todavía recuerdo el nombre y los dos apellidos de "el de quinto". El que usaba camisas y pantalones del mismo color. El que me dio un beso en la frente el último día de clases, cuando tuvimos que despedir a toda su generación en el gimnasio como parte de una tradición de la institución.

Los expertos han escrito que experimentar el romance en la adolescencia es distinto que, por ejemplo, en la adultez (pero seamos honesto con algo; el drama y la tormenta nunca terminan). Solo que sí existe una diferencia monumental: es también un tema ético. Por eso existen leyes que protegen a los menores de edad de posibles abusadores; de matrimonios sin consentimiento; de abusos de autoridad. Y esto no es un tema menor.

Para la psicóloga y sexóloga española Cristina Martínez Gómez —una autoridad en el tema— los adolescentes "sienten una presión social muy fuerte al estar en una edad en la que ni son niños ni son adultos y sufren la necesidad, casi ansiedad, de pasar la prueba de la primera vez y sentirse mayores".

Martínez refuerza el argumento al explicar que "el hombre está más motivado para cubrir su deseo de manera precipitada. La mujer está más orientada a consentir sin poner límites".

Sin saberlo, caminamos entre individuos que padecen trastornos sexuales que controlan su vida, o al menos surten cierto poder sobre su conducta. Algunos de ellos son adolescentes, pero algunos no.

Está más que comprobado que existen preferencias sexuales según los rangos de edad; algunos de estos comportamientos son pedofilia (esto es cuando un adulto o un adolescente experimenta atracción sexual hacia niños prepubescentes), infantofilia (comportamiento en el que un adulto o adolescente experimenta atracción sexual hacia niños entre 0 y 5 años), o la hebefilia (adultos con atracción sexual hacia individuos entre los 11 y 14 años); esto por mencionar algunos.

Pero pocas teorías se han desarrollado sobre el por qué una mujer adulta se enamora de un menor de edad. Los casos que más resuenan resultan —casi siempre— ser entre maestras y sus alumnos. Es común que a las mujeres que se sienten atraídas por hombres exponencialmente más jóvenes que ellas las denominen cougars o "asaltacunas"; pero a pesar de esta definición sigue siendo un misterio el por qué de las relaciones entre mujeres adultas y menores de edad.

Casos de casos

La noticia reciente es esta: "Maestra quedó embarazada de su alumno de 13 años".

La historia esta:

Alexandria Vera trabajaba como maestra de inglés en la Escuela Intermedia Stovall en el instituto del Distrito Escolar Independiente de Aldine (a las afueras de Houston, Texas, Estados Unidos). Durante el 2015 Vera se enamoró de uno de sus estudiantes; él tenía 13 años, ella 24. El romance duró nueve meses y al culminar la aventura amorosa Vera supo que estaba embarazada. Se vio obligada a abortar. El pasado viernes 13 de enero Vera fue sentenciada a 10 años de cárcel por el delictivo amorío; y ahora enfrenta un destino entre barrotes.

El romance comenzó cuando el chico —cuya identidad está protegida en todos los reportes oficiales— le envió una solicitud para "seguir" a su maestra en la red social llamada Instagram.

Vera, en numerosas entrevistas, confiesa que nunca tuvo la intención de aceptar la solicitud y la rechazó en varias ocasiones. Sin embargo, un día el estudiante no llegó a clases y ella, como era su maestra, se preocupó.

Entonces le envió a través de Instagram un mensaje para preguntarle si todo estaba bien. El estudiante respondió y aprovechó para pedirle su número. Ella se lo dio.

Durante su primera cita, Vera pasó a recoger al estudiante a su casa. Según lo que cuentan los reportes, "dieron algunas vueltas en el carro, y luego se besaron". Ese mes también tuvieron sexo por primera vez en casa del estudiante en ausencia de sus padres.

Si usted busca a Alexandria Vera en Google encontrará no solo noticias al respecto, sino también videos donde distintas personalidades del mundo farandulero en Estados Unidos opinan. Por ejemplo, las mujeres del talk show The View compartieron su opinión diciendo que "ya los niños de 13 años no son como los de antes". Otros plantean la teoría de que tal vez esa relación se dio porque cuando utilizamos las redes sociales, como Twitter, Facebook o Instagram "pertenecemos a un mismo plano". La interacción social se distorsiona y esto facilita crear una ilusión sobre quien está al otro lado; es decir, estas redes nos permiten crear a nuestro antojo una personalidad en la que realmente la edad no importa. En ocasiones, la apariencia tampoco.

Pero de vuelta a la vida real, otra cara del escandaloso caso yace en los padres del estudiante, quienes según Vera estaban completamente de acuerdo con la relación. A la maestra la conocieron en octubre, dos meses después de que la relación se inició. La invitaban a reuniones familiares en casa del estudiante y fue presentada por él como su novia.

Cuando Vera tuvo que asistir a la Corte Suprema de los Estados Unidos —una vez que el caso llegó a los Servicios de Protección Infantil de ese país— el padre trató de alegar que él era quien mantenía una relación con la maestra, se especula que para protegerlos a ambos del problema legal.

En el reporte que se le entregó a la Corte, Vera confiesa que "casi todos los días tuve sexo con el estudiante" y que "había consentimiento por parte de los padres sobre la relación".

A pesar de esto, y suponiendo que realmente aquello fue amor, en el estado de Texas tener sexo con un menor de 17 años –a menos que haya una diferencia de edad de tres años– es un hecho considerado como "violación de menores".

El resultado final de esta contienda amorosa le dejó a la ahora exmaestra un veredicto algo fatal. Vera (ahora de 25 años) enfrenta cargos criminales por la relación que entabló después de una solicitud de Instagram; un juez estatal de Texas la condenó a 10 años de cárcel.

Con esta condena, el juez Michael McSpadden quiso hacer del caso un ejemplo para disuadir futuras relaciones de esta índole entre alumnos y profesores, con la esperanza de que no vuelva a suceder.

Caras vemos…

El futuro de Vera –como el de todos– es incierto. Sus decisiones la pondrán dentro de una celda durante una década o menos (está en veremos reducir la sentencia a cinco años) y algunos podrán decir que sus acciones fueron "inmorales", y relacionadas con la pedofilia, otros dirán que nada más fue amor.

Lo cierto es que existe otra historia por contar, una que durante el juicio se trató de exponer.

"Creo que ella, sus acciones, fueron impulsadas por la ilusión de estar enamorada de él", explicó durante el juicio Karen Lawson, una profesional quien trabaja con adictos al sexo.

Lawson agregó también que la historia de Vera está compuesta por situaciones de violencia doméstica durante su niñez; y si a ese elemento se le agrega que "la exmaestra presentaba una profunda necesidad de amor, se puede llegar a comprender por qué entabló tal relación, pues el estudiante le demostraba a ella su completa devoción".

Hasta que Vera no decida hablar sobre su relación y sobre sus sentimientos, o sobre las razones que la llevaron a cometer el "crimen", de lo único que podemos tener certeza es de que "el corazón tiene razones que la razón no entiende", y de nada más.

revistadominical@nacion.com