Los mejores viajes se hacen mochileando

En vez de gastar en cosas banales, el mochilero ahorra para poder recorrer países y continentes en busca de experiencias que trasciendan el turismo tradicional. Viajar así no es caro ni peligroso, ¿se anima?

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Han dormido arrullados por el sonido de hienas y leones en Sudáfrica, han sido apuntados en la cabeza por un militar en la frontera entre Montenegro y Albania, y han tomado sopa con un grupo de beduinos en el Sahara.

No hablamos de personajes de ficción al estilo Indiana Jones o Tin Tin, sino de gente común y corriente, costarricenses que no llegan a los 30 años de edad.

La diferencia entre ellos y el resto de quienes viajan, es el equipaje que llevan consigo.

Estos tipos son mochileros, es decir, viajeros que se atrevieron a recorrer una buena parte del mundo con un presupuesto limitado, esquivando las ofertas del turismo tradicional y buscando pequeñas –pero enriquecedoras– experiencias en cada sitio que visitan, en su gente, su comida y sus tradiciones...

Así han conocido desde destinos emblemáticos como la torre Eiffel o las pirámides de Egipto, hasta otros más particulares como Petra, en Jordania, o Zambia, el país más pobre del planeta.

¿Qué se requiere para ser parte de este ‘club’? Simplemente ganas, sostienen los mismos mochileros, pues insisten en que el costo económico no está pegado del cielo y que los peligros a que se exponen no son mayores a los que hay cuando se camina por una calle josefina pasadas las 6 de la tarde.

Ahorre

Óscar Rosabal Ross es uno de estos aventureros. Publicista de 29 años y vecino de Heredia, ha conocido 32 países en tan solo seis años de viajar así.

Considera que emprender la aventura es mucho más sencillo de lo que parece. Incluso, hace un par de años creó el blogConsejos para mochileros, en el cual, además de brindar consejos, insta a la gente a que se atreva a dar el paso.

Uno de los mitos que Rosabal pretende traerse abajo es aquel de que, para viajar, se necesita mucho dinero. Él afirma que el presupuesto no se debe adaptar al viaje, sino el viaje al presupuesto.

“No hay que pensar en un destino, hacer un itinerario y después comenzar a buscar dinero para llevarlo a cabo. Lo primero, más bien, es ver cuánto dinero se tiene y ajustar el viaje a ese monto”, detalló.

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Rosabal trabaja y ahorra durante períodos de 11 meses y luego se dedica a mochilear. Ha hecho cálculos de que, en cada uno de sus viajes, gasta cerca de ¢1,5 millones.

En algunos países logra vivir con el equivalente a ¢15.000 diarios, incluyendo el hospedaje. Menciona como los lugares más baratos donde ha estado a Rumania, Egipto y China, mientras que los más caros han sido Italia e Inglaterra. Sus tácticas de ahorro son dormir en hostales o en el servicioCouch Surfing, viajar en aerolíneas de bajo costo (buscando ofertas en sitios electrónicos ) y evitar comer en locales “lujosos”.

Para Rosabal, el meollo del asunto es saber planificar y tener claro para qué se ahorra. “Mucha de la gente que dice que no tiene dinero para viajar es porque gasta su plata en un carro del año, en ropa que no necesita o en tecnología. Yo prefiero acumular experiencias, no cosas”, resaltó.

Otros mochileros, como Ernesto Steinvorth Álvarez, optan por ahorrar durante varios años para luego emprender viajes más extensos.

Tenía 24 años de edad y tres de trabajar en el mismo sitio cuando renunció y se marchó a recorrer Europa durante cinco meses. Su plan inicial era quedarse más tiempo en el Viejo Continente, pero se le acabó el dinero.

En total, este administrador de empresas y vecino de Escazú, gastó alrededor de ¢6 millones en aquella aventura en la que anduvo por 12 países.

“Desde pequeño, sabía que quería viajar. Mi objetivo siempre fue trabajar hasta tener el dinero suficiente para irme a conocer el mundo”, sostiene Steinvorth, hoy de 28 años y quien se prepara para cursar un posgrado en Alemania.

¿Riesgos?

Otra creencia errónea es que mochilear es peligroso, sobre todo si se hace en solitario, un mito alimentado por películas hollywodenses como Hostal, en la que una organización internacional tortura y asesina mochileros de modos espeluznantes y en completa impunidad.

Nada más lejano de la realidad, asegura Óscar Rosabal, quien incluso fue a Bratislavia , país donde se desarrolla la trama de esa cinta, y cuenta que es de los sitios más hermosos que ha visitado.

La mujeres tampoco tienen mayores problemas a la hora de viajar solas. Eso opina Josephine Bland, una estadounidense de 23 años, quien está mochileando por Centroamérica y en días pasados se encontraba en el hostal Casa del Parque, en San José. Anda sin más compañía que los amigos que hace en el camino y dice que solo hay que tener cuidado y usar el sentido común para evitar problemas.

Ni en su actual viaje, ni en sus recorridos anteriores por otros 15 países –en cuenta Corea del Sur e Italia, por ejemplo– ha enfrentado problemas de seguridad. “En la vida hay que asumir riesgos, hay más cosas buenas que malas. El mundo es muy grande y vale la pena conocerlo, no hay que privarse de esas experiencias por miedo”.

Steinvorth sí ha tenido la experiencia de lidiar con situaciones de peligro. Lo más atemorizante que recuerda fue cuando un soldado albanés lo apuntó con un arma al tiempo que lo amenazaba en un idioma incomprensible, cuando él intentaba ingresar a ese país. Al final, la historia no pasó de un susto y se convirtió en una buena anécdota qué contar.

Todos los mochileros consultados coinciden en que viajar de esta forma es una vivencia única y mucho más enriquecedora que cuando las visitas se hacen con un tour guiado o con un paquete de agencia de viajes. Solo así, dicen, se conocen lugares que no están en el mapa, se interactúa realmente con la gente y se ve el mundo desde otra perspectiva.