La senda incierta de la diabetes

El 14 de noviembre se celebró el Día Mundial de la Diabetes, un mal que cada vez acosa a más costarricenses y puede tener graves consecuencias. Tres pacientes cuentan su batalla contra las consecuencias de este mal.

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El primer paso para inyectarse insulina es tomar una jeringa e introducir su delgada aguja en el pequeño frasco de vidrio que contiene la hormona. Acto seguido, se debe extraer justamente la dosis recomendada. Después, se desinfecta con alcohol la zona donde se aplicará la inyección: el brazo, el estómago o la pierna. Por último, se introduce la aguja y se libera el líquido lentamente.

Tal procedimiento se ha convertido en un ritual indispensable para cientos de miles de ticos que reciben tratamiento para la diabetes mellitus.

La enfermedad no viene sola. Más allá de los síntomas asociados –fatiga, disminución de peso y aumento del volumen de orina– trae consigo una serie de complicaciones que pueden atacar directamente la calidad de vida del diabético.

El mapa de estos padecimientos empieza con la retinopatía diabética, la nefropatía diabética y, por último, la neuropatía, explica Alejandro Cob, jefe de endocrinología del Hospital San Juan de Dios. Y es que la diabetes mal controlada puede llevar a la ceguera. La retinopatía diabética consiste en la oclusión de los vasos sanguíneos de la retina. “Esto genera la liberación de sustancias que producen la creación de nuevos vasos sanguíneos que tienden a sangrar, se contraen y desprenden la retina”, precisa el oftalmólogo Claudio Orlich.

La nefropatía diabética es la principal causa de insuficiencia renal crónica. En esta, la elevación de la glucemia puede producir un daño permanente en la anatomía del riñón. El nefrólogo Fabio Hernández explica que las afecciones renales son sigilosas, ya que no suelen presentar síntomas hasta que se llega a un cuadro grave, y es cuando el paciente debe recurrir a la diálisis o el trasplante para seguir con vida.

En cuanto a las neuropatías, están asociadas a esas fibras que llevan los impulsos eléctricos del cerebro a las diferentes partes del cuerpo (los nervios). Involucran muchos síntomas, como dolor o insensibilidad en las extremidades, disfunción eréctil, incontinencia urinaria o problemas digestivos.

Por otro lado, la diabetes también tiene relación con infartos, derrames y amputaciones de las extremidades. En este caso, no puede dejarse de lado el “combo metabólico” que presentan muchos diabéticos: “El 80% de los pacientes de diabetes tienen problemas de presión alta, colesterol y triglicéridos, o son obesos; por ello, probablemente el 75% de los diabéticos muera de un problema vascular”, asevera Cob.

Otros riesgos se asoman tras la diabetes, como una mayor incidencia a padecer ciertos tipos de cáncer: 23% más con respecto al de mama y 26% más en el de colon.

La fórmula para evitar estos males es conocida: si un diabético hace ejercicio, controla su dieta, sigue al pie de la letra su tratamiento y se somete a control médico periódico probablemente tenga calidad de vida.

Por el contrario, descuidar el nivel de glucosa en la sangre equivale a jugar una ruleta rusa que puede conducir al diabético hasta el lado amargo del azúcar.