La nota curiosa: Una favela con sello mundialista

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Copa del Pueblo: así fue bautizada una nueva favela que se instaló el pasado fin de semana a escasos cuatro kilómetros del flamante estadio Arena Corinthians, de Sao Paulo, donde la Copa del Mundo arranca en solo 30 días.

Un enorme rótulo que reza: “Por una vivienda digna”, marca el inicio del asentamiento, ubicado en un terreno polvoriento de dos hectáreas, lleno de piedras, maleza y algunos árboles.

El precario es una muestra de cómo, pese a las enormes inversiones y los proyectos mundialistas, la pobreza en Brasil sigue estando casi omnipresente.

“Este terreno lleva 40 años vacío y vinimos a ocuparlo para que cada familia pueda tener un hogar. Estos son los grandes contrastes de Brasil, que se quiere mostrar como un país perfecto durante el Mundial”, comentó María Siqueira, de 44 años, integrante del Movimiento de los Trabajadores sin Techo, que lidera la ocupación.

Para el lunes anterior, había 1.500 familias registradas, y los organizadores esperan que los pobladores aumenten con el paso de los días.

Recorrido

Por todos lados se ven niños jugando. Grupos de hombres y mujeres cavan pozos en la tierra para levantar unas pequeñas tiendas de palos, lona y plástico: las precarias viviendas donde planean establecerse.

“En ese estadio es donde deberíamos ir a vivir. Ahí tendríamos hasta baño”, dice, medio en broma y medio en serio, José Ferreira, de 50 años.

Ferreira, quien sufrió un accidente vascular hace unos años y ya no puede trabajar, resume el sentimiento de muchos hombres y mujeres de la nueva favela: aman el fútbol y van a seguir el Mundial, pero sienten que el Estado brasileño debió priorizar los recursos de otra manera.

A cuatro kilómetros se levanta el Itaquerao , como se conoce familiarmente al estadio que aún no está listo, pese al poco tiempo que falta para el arranque de la Copa el próximo 12 de junio.

La estructura costará $424 millones, hasta 18% más de lo previsto en el presupuesto inicial. El enorme gasto público en la Copa del Mundo también fue cuestionado el año pasado en las protestas que en junio, durante la Copa Confederaciones, llevaron a más de un millón de brasileños a la calle.