La Niña Pochita sí existió: la historia de la “maestra” que todos recuerdan

Muchos han escuchado hablar de ella y aunque parece un mito, lo cierto es que este personaje tan tico vivió hace más de siete décadas atrás y su origen está en la radio.

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Pocos se han escapado de recibir un consejo de la Niña Pochita. Sí, esa a la que se hace referencia cuando se trata de corregir la forma de hablar o de escribir de alguien.

Este es un personaje icónico entre los costarricenses, que en la actualidad puede incluso parecer un mito o una leyenda. Sin embargo, en este punto lo más importante de aclarar es que este personaje no es producto de la imaginación.

La Niña Pochita sí existió.

Delgada, alta, con anteojos, de cabello corto y rizado, siempre con vestido o enaguas largas y dispuesta a enseñar inglés y a compartir sus conocimientos. Así era la elegante Petra del Socorro Arrieta Ramírez, también conocida como Gracia.

Nacida el 19 de noviembre de 1923 en Pacayas, en el cantón de Alvarado, en la provincia de Cartago, Gracia Arrieta Ramírez se convirtió a eso de los 20 años en este inolvidable personaje, tras formar parte del programa de radio La hora de la Niña Pochita, a mediados de la década de 1940.

En ese entonces la televisión no había llegado a Costa Rica y la radio era la plataforma de entretenimiento más importante que tenía el país, por lo que su nombre, o al menos el de su personaje, era muy conocido entre los ciudadanos de aquella época.

Pionera.

A sus 17 años Gracia Arrieta debutó en la radio, convirtiéndose en una de las voces más amigables y melódicas del dial.

Fue una de las pioneras de la radio en Costa Rica, de hecho su hija, Gilda Aburto, asegura que fue la primera locutora mujer que hubo en el país.

Su inicio fue en 1940 en la emisora Radio City y para ese entonces sus tareas incluían desde poner discos y atender el teléfono, hasta leer los anuncios y ser la compañía de los radioescuchas.

“Hacía de todo porque era el principio de la radio. Hacía tanto que terminaba de trabajar a las 10 de la noche y caminaba desde el centro de San José hasta Paseo Colón, en Barrio la Pitaya, donde vivía, pero ella decía que en esos tiempos no había temor de nada”, comenta Aburto.

Tras varios años de formar parte de esa emisora, recibió una oferta de Radio América Latina que no podía rechazar y que consistía en hacer un programa de aproximadamente 60 minutos a la hora que más gente escuchaba la radio: al mediodía, es decir, durante la hora del almuerzo.

Se trataba de La hora de la Niña Pochita, un programa que más que enseñar, buscaba entretener. Allí ella interpretaba a la Niña Pochita, una maestra que enseñaba inglés a las personas que tenían que viajar a Estados Unidos.

“Era un programa jocoso, no era educativo, pero la gente tiende a pensar que ella daba clases de verdad y era tan popular que todo el mundo lo escuchaba porque era la única diversión que tenían en ese entonces”, explica Aburto.

El nombre de Pochita hacía referencia a los mexicanos que en aquel momento viajaban a Estados Unidos sin saber inglés, y a quienes se les conocía como los pochos.

En este programa la joven locutora compartía micrófono con otras reconocidas figuras de la radio, entre ellos el locutor Carlos Luis Salas Arrieta, quien interpretaba al niño limonense Johnny.

Gracia era perfecta para el papel de la Niña Pochita, ya que su conocimiento en el idioma inglés era bastante amplio: su papá trabajó en la construcción del ferrocarril a Limón y aprendió el idioma al compartir con extranjeros. Y cuando ella estaba más grande se continuó preparando en el edificio metálico y en el Centro Cultural Costarricense Norteamericano.

“Tenía una excelente pronunciación y mucha facilidad con el idioma. Fue la primera que hizo anuncios en inglés en la radio de Costa Rica”, afirma Aburto, quien además recordó que cuando ella y sus hermanos eran apenas unos niños, su mamá les leía cuentos en inglés, para que también aprendieran el idioma.

El programa era muy famoso y Gracia también, pues su voz llegaba a todo el país e incluso traspasaba fronteras. Prueba de ello fue Juan Aburto, quien desde su nación, Nicaragua, escuchaba el programa en punto a las 12 mediodía.

El era escritor y trabajaba también en el Banco Central de Nicaragua, pues resulta que se enamoró perdidamente de la voz de la costarricense, aunque no la conocía, e hizo todo lo que estaba en sus manos para conseguir su contacto.

Por varios años se escribieron cartas, hasta que el 2 de noviembre de 1949, Juan Aburto llegó a Costa Rica a buscar a la Niña Pochita. Cuando se conocieron personalmente, él le propuso matrimonio y ella aceptó.

A principios de 1950, Gracia hizo maletas y se fue a Nicaragua junto a Aburto; a raíz de esto se acabó el programa que por varios años entretuvo a los ticos durante la hora del almuerzo y que, hasta la fecha, se mantiene vivo en la memoria colectiva de varias generaciones de costarricenses.

“Aunque ella dejó de ser la Niña Pochita desde 1950, nunca olvidó el personaje ni la gente tampoco, porque estamos en el 2019 y la gente todavía menciona a la Niña Pochita. Es un personaje que quedó entrañablemente incorporado al ser costarricense”, afirma Gilda Aburto.

Tras su paso por la radio costarricense e instalada en territorio nicaragüense, Gilda probó suerte en la radio de aquel país, sin embargo, no logró mantenerse por mucho tiempo. Según su hija, el acento le jugó en su contra.

Al no poder continuar en la radio, Gracia se dedicó a ser ama de casa y a la crianza de sus hijos. En total fue madre de seis: Ana Victoria (quien falleció a los días de nacida), Juan Gregorio, Alfonsina, Gilda, Eunice y Margarita Magdalena. Además, tuvo una perdida de gemelos.

De acuerdo con Gilda Aburto, su madre solía ser muy estricta y como era amante de la literatura y los idiomas, siempre procuró que sus hijos también lo fueran.

“En mi casa era una vergüenza un error de ortografía. Mi mamá decía que al leer uno se transporta a otros países, a otras épocas y trasciende de la realidad que uno vive. Y el ser hija de ella me dio esa rigurosidad en el lenguaje”, asegura.

Además de la radio, la Niña Pochita amaba cantar, principalmente música lírica y su voz era tan única y particular que sus amigos le ayudaron a conocer a Melico Salazar, uno de los cantantes de ópera más influyentes e importantes de Costa Rica y quien quedó sorprendido del talento de la joven.

Y pese a que se alejó de la radio y la música para formar una familia en Nicaragua, Gracia no olvidaba su país y constantemente cantaba La Patriótica, un tema que describe a la perfección las bellezas de Costa Rica. En ese instante ella sentía que se trasladaba a su patria.

Tras casarse, Gracia nunca volvió a vivir en Costa Rica, aunque visitaba el país cada vez que podía, principalmente para compartir con su familia y vacacionar. Tampoco se perdía las elecciones y cada vez que había un proceso electoral se las ingeniaba para votar.

“Era extremadamente inteligente, locuaz, alegre, dicharachera y tenía una particularidad: cuando se pasaba de tragos empezaba a hablar en inglés y se reía sola y en Nicaragua su gran afición era escuchar la radio de onda corta, como Radio Netherlands, radios de China y de todo lado”, agregó Gilda.

Recuerdo.

Gracia Arrieta Ramírez falleció el 19 de agosto del 2016 a los 92 años y aunque su cuerpo descansa en Nicaragua, su legado se mantiene intacto en Costa Rica.

Prueba de ello, es que en el 2008 el Colegio de Periodistas de Costa Rica le otorgó un reconocimiento como Pionera de la Radio Costarricense.

Como si fuera poco, un año más tarde, en el 2009 la Municipalidad de Alvarado la declaró Hija Predilecta del Cantón de Alvarado, por sus aportes a la cultura del país.

Sin lugar a dudas, la Niña Pochita se mantiene presente entre los ticos y aunque en la actualidad pueda pensarse que es una simple maestra inventada por alguna persona, lo cierto es que en realidad, su herencia ha pasado de generación en generación, motivando a los costarricenses a hablar y escribir bien.

Así que si en algún momento le dan un consejo de la Niña Pochita, lo están llevando hasta la década de 1940, una época donde la televisión no existía y la hora del almuerzo más que para comer, era para escuchar el programa de moda: La hora de la Niña Pochita.