La fobia contra los ventiladores abunda en Corea del Sur

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Evidentemente a nadie le gustaría salir con una mano herida o el cabello enredado en el aspa de un ventilador, pero de ahí a sufrir temor por la vida al pensar en estos artefactos hay tremendo trecho de irracionalidad.

Sin embargo, una suerte de leyenda urbana que surgió muchos años atrás ha logrado sostenerse vigente en Corea del Sur, en pleno siglo XXI y provoca que particulares y hasta entidades gubernamentales sientan “pánico” ante el uso de ventiladores.

De acuerdo con un artículo de BBC Mundo, el profesor de folclor coreano, Tim Tangherlini, ha recibido una singular respuesta a lo largo de 20 años como académico en la Universidad de California cuando pregunta “¿Qué pasa si duermes en una habitación cerrada con un ventilador encendido?”. La mayoría ha dicho que simplemente “te mueres”.

Y es que el mito que se ha ido repitiendo de generación en generación en aquel país asiático es que el aire de los ventiladores que circula en un espacio cerrado puede causar hipotermia, sofocación e incluso convertir las moléculas de oxígeno en dióxido de carbono, hasta causar la muerte.

Siempre de acuerdo con Tangherlini, lo que más sorprende es que no solo la gente común, en especial los mayores, perciben los ventiladores como armas mortales potenciales, pues el propio gobierno tiene sus resquemores.

En el 2006, afirma BBC, la Junta de Protección al Consumidor de ese país, institución financiada por el Estado, señaló a la “asfixia por ventiladores eléctricos y aparatos de aire acondicionado” como uno de los cinco accidentes más comunes durante el verano, según medios de comunicación locales.

Lo que ocurrió cinco años después contribuyó en reforzar la creencia: según el diario The Korean Herald, un hombre de 59 años identificado como Min fue hallado por la Policía con un ventilador encendido apuntándolo directamente. Ese miedo hacia los ventiladores se originó, según la teoría más extendida, en los años 70, cuando muchos surcoreanos pudieron comprar ventiladores eléctricos y los utilizaron tanto, que los sistemas de energía se empezaron a sobrecargar.

Para reducir el consumo, el Gobierno propagó el rumor de que si se dejaban encendidos durante la noche, había un potencial riesgo de morir. Ya en los 80, muchas viviendas rurales se calentaban en invierno con bloques de carbón vegetal que emanaban gases calientes, y hubo casos de fugas que culminaron con la muerte de familias enteras por causa de asfixia con monóxido de carbono. Fue a partir de estas tragedias que se popularizó la creencia de que si dormir encerrado en invierno podía ser causa de muerte, hacerlo en verano también.