Kennedy y sus nuevos secretos de alcoba

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Hay secretos que nunca se dejan saber. Y otros que estallan cuando menos lo espera la gente y agitan todo a su paso... Así ha sucedido recientemente en Estados Unidos al trascender que, meses antes de su muerte, el expresidente John F. Kennedy pudo haber mantenido un sórdido romance con una pasante de la Casa Blanca.

La fuente de esta noticia es la presunta amante, hoy una mujer jubilada de 69 años, quien desgrana sus memorias en un libro y se remonta al verano de 1962, cuando conoció al trigesimoquinto mandatario de ese país.

Entonces, Mimi Alford tenía 19 años y estaba empezando a trabajar para el servicio de prensa de la Casa Blanca. Como era costumbre entre los funcionarios, un día a media mañana, la muchacha y otros tres pasantes más fueron invitados a nadar con el Presidente y, en la noche, a departir con él en una recepción. La química entre ambos, cuenta, fue explosiva.

Al parecer, durante la fiesta, y tras haberse tomado unas copas, JFK quiso mostrarle a la joven las instalaciones y luego la condujo a la habitación de su esposa, Jackie Kennedy. La sentó sobre la cama y se dio este diálogo:

– ¿Nunca lo has hecho?

– No.

– ¿Estás bien?

– Sí.

Estas fueron, según Mimi, las últimas palabras que pronunció antes de perder su virginidad. “Podía sentir su respiración en mi cuello. Puso sus manos sobre mis hombros. Desabotonó despacio la parte de arriba de mi camisa y tocó mis senos. Luego acarició mis piernas y me sacó mis bragas. Yo terminé de desabotonarme la camisa y la dejé caer... Cuando terminó, se subió los pantalones y me sonrió. Yo estaba en shock... Era deseada por el hombre más poderoso de Estados Unidos”, recapitula el sitio Yahoonoticias, que se basa en cables de agencias y en un adelanto del libro Había una vez un secreto: mi romance con John F. Kennedy y sus consecuencias , publicado por Random House.

“Nunca nos besamos”

Pero aquel encuentro entre Mimi y John Fitzgerald Kennedy, no finalizó ahí. Continuaron viéndose durante 18 meses y la última cita tuvo lugar una semana antes de que JFK fuera asesinado, en Dallas, el 22 de noviembre de 1963.

Según el diario argentino El Clarín, la expasante accedió a sus galanteos las veces en que, en ausencia de su esposa, él la mandaba a llamar, la llevaba a pasear en yate, se bañaban juntos en la tina, escuchaban música y, tras concluir su pasantía, le enviaba los tiquetes para que regresara a Washington.

Dice haber estado cerca suyo en críticos momentos de su presidencia y su vida personal, como la crisis de los misiles en Cuba y la muerte de su cuarto hijo, Patrick Bouvier Kennedy, quien vivió solo dos días.

De acuerdo con extractos del libro publicados por The New York Post , Alford se atrevió a contar incluso, oscuros episodios en los cuales JFK supuestamente le obligó a inhalar popper (droga usada para estimular prácticas sexuales) y le pidió que “gratificara”, en presencia suya, a uno de sus más fieles colaboradores. A pesar de que llegaron a tales niveles de intimidad, la mujer afirma que nunca dejó de llamarlo “Señor Presidente” y que él jamás la besó en la boca cuando hacían el amor.

Entre corrillos se dice que Alford no fue la única becaria que compartió la cama con el político. Bárbara Gamarekian, asistente de prensa de Kennedy, narró para el libro Una vida inacabada (de Robert Dallek) que, para él y sus ayudantes, no era raro mantener relaciones con jóvenes que trabajaban en la Casa Blanca. Solo que eran otros tiempos y nadie se atrevía a ventilar esos asuntos en público, como sí sucedió con Bill Clinton y Mónica Lewinsky.