La moneda de (el otro) José María Castro Madriz

Este diseñador con nombre de expresidente se especializó en diseño numismático y esperó por más de 10 años su oportunidad. Hoy se siente orgulloso de la moneda del Bicentenario, así como de cumplir con la promesa que hace tres décadas le hizo a otro exmandatario

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-”¿Cuál es su nombre completo?”

-”José María Castro Madriz”.

-”¡Ay! ¿Cómo el presidente?”

-”Sí, como el presidente...”.

Esa es la típica conversación que el diseñador José María Castro Madriz se ha acostumbrado sostener con quienes lo atienden cada vez que realiza un trámite y, en general, cuando conoce a cualquier persona.

No es para menos: su nombre es el mismo que el del último jefe de Estado y primer presidente de Costa Rica, una figura de la que tantas veces nos hablaron en la escuela y el colegio: José María Castro Madriz, aquel hombre que a sus 30 años decretó a Costa Rica como una República Libre, Soberana e Independiente, el 31 de agosto de 1848.

“Yo entiendo que llama mucho la atención, pero en realidad yo soy hijo de vecino y me llamo igual que el señor. Pero lo más importante es que si yo me hubiese llamado Gerardo, también le hubiese puesto el mismo amor a la moneda”, afirma Castro Madriz.

José María fue el artista que diseñó la nueva moneda de ¢500 que estará circulando en el país a partir de noviembre. Una pieza conmemorativa de los 200 años de independencia.

Este fue un sueño que por aproximadamente dos décadas el diseñador gráfico anheló y que finalmente vio plasmado hace tan solo unos días atrás, cuando tuvo entre sus manos por primera vez la moneda.

“Han sido muchos años de investigar, de luchar, y cuesta mucho que este país reconozca el trabajo de las personas”

— José María Castro Madriz, diseñador.

Fueron tan solo unos minutos los que pudo contemplar su creación, pues entre la corta lista de nombres a quienes se les entregaría una de las piezas de previo a salir al mercado, el del diseñador responsable no figuraba. Sin embargo, poder palpar el resultado de su propuesta le deparó un orgullo que todavía no puede explicar con palabras.

“Cuando la tuve entre mis manos, la disfruté todo lo que pude. Estuve con ella como tres horas viéndola y revisándola, y cuando la tenía que entregar yo la sostenía muy fuerte, como un chiquillo cuando le van a quitar algo que es así como de ‘deme, deme’.

“Pero puedo decir que lo que sentí en ese momento fue una inmensa emoción, porque por primera vez estaba logrando hacer una moneda. Yo había logrado hacer medallas, y estoy muy orgulloso de ello, pero ¿una moneda? Es que es algo de mi trabajo que llega a todo el mundo, tanto dentro como fuera del país. Realmente es un orgullo.

“Además, he tenido comentarios agradables, la gente siente que quien hizo eso lo hizo con cariño. Entonces a mí eso me llena, porque han sido muchos años de investigar, de luchar, y cuesta mucho que este país reconozca el trabajo de las personas”, explica el diseñador, de 45 años.

Todo comenzó hace aproximadamente cuatro décadas atrás, cuando todavía era un niño y su abuela coleccionaba monedas. A él le llamaban mucho la atención los dibujos que estaban impresos en las dos caras de las piezas y quería saber qué significado tenían dichas ilustraciones.

Así, conforme fue creciendo, José María fue aprendiendo lo que representaban los distintos símbolos en metálico.

Desde entonces esta se convirtió en una pasión que lo llevó a estudiar Diseño Gráfico en la Universidad de Costa Rica (UCR) y hacer su tesis de licenciatura, hace 11 años, enfocada en la numismática, en la cual planteó hacer una moneda precisamente para el Bicentenario de la Independencia.

“La verdad, yo hice mi tesis sin esperar que lo que yo plantee algún día se iba a hacer realidad. Y lo hice porque yo decidí especializarme en diseño numismático, un diseño poco común y prácticamente sin mercado porque al no existir una casa de la moneda en Costa Rica, era una especialización que era una locura, sin embargo, como a mí me gustan las monedas y las medallas la hice”, explica.

Monedas y medallas

Desde que se graduó de la universidad, José María ha trabajado en diseño comercial e impartiendo clases en la UCR, al tiempo que desarrollaba uno que otro trabajo en metal. Sin embargo, su oportunidad de hacer monedas o medallas aún no llegaba.

Su suerte cambió hace seis años, cuando la Universidad de Costa Rica le encomendó diseñar la medalla por el 75 aniversario de su fundación. Este era el inicio de su gran sueño de dedicarse al diseño numismático.

“Se creó un tiraje para honrar a los investigadores más connotados de la UCR de aquí hasta que la universidad cumpla 100 años. También se dejó una parte para honrar al mejor promedio de la universidad y otras más se vendieron”, comenta.

Sin embargo, desde el 2015 no hubo más oportunidades de este tipo hasta hace unos meses, cuando Castro recibió una llamada de los jerarcas del Banco Central, quienes le ofrecieron la posibilidad de desarrollar la moneda.

Él no dudó en decir que sí, pues se trataba de una oportunidad que había esperado por más de dos décadas. Así que, sin pensarlo dos veces, puso manos a la obra.

“Estábamos contra el tiempo. Entonces yo tuve que trabajar muy intensamente hasta altas horas de la noche, durante más o menos casi dos meses y después hacer detalles y afinar. Al final, yo presenté como nueve propuestas distintas”, relata.

Para José María lo importante era poder representar a todos los ticos en una sola moneda y demostrar que Costa Rica tiene un lugar en el mundo. De allí, que en esta aparezca el planeta y dentro de este se vea la figura del país, donde resaltan las cordilleras.

Además, aparece una antorcha junto a las palabras “Libertad, Paz y Democracia”, que han caracterizado a nuestra nación.

La moneda está conformada por dos piezas: un anillo y un núcleo, es decir, una parte externa y una interna que a la hora de acuñarse quedan unidas en una sola pieza. Esto también tiene un significado.

“Al celebrar dos centenarios era el concepto ideal. Y también ese proceso mecánico de expansión del núcleo me parecía muy interesante porque era ligar el pasado y el presente en una sola pieza a punta de fuerza, que es lo que ha hecho también este país para formar su identidad como nación”, comenta.

Y aunque posiblemente este ha sido el trabajo más destacado en numismática que ha tenido hasta ahora el diseñador, viene en camino a Costa Rica una medalla que diseñó junto a las asociaciones numismáticas de Centroamérica, para celebrar el Bicentenario.

Según explica Castro, cada país celebró su independencia con una moneda conmemorativa por aparte. Sin embargo, desde los gobiernos no se hizo nada en conjunto, por lo que los amantes de esta ciencia en el istmo se unieron para crear un recuerdo que fuera el mismo para Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Honduras y Panamá.

“A mí me parece un hito que, aún después de tantos conflictos, las asociaciones centroamericanas se unan para decir ‘vamos a hacer una medalla para todos’ y saber que yo tuve ese privilegio de diseñarla es muy bonito.

“Creo que esa va a estar llegando pronto al país y se va a entregar una al Museo del Banco Central y el resto se van a vender entre la gente que la quiera. Entiendo que ya hay una lista para una segunda emisión, porque la primera se vendió en minutos”, detalla.

En esta pieza conmemorativa no oficial se ven las cinco naciones con las palabras “Libre- Crezca- Fecundo”, mientras que al reverso se ve el sol iluminando las montañas.

Nuevas luchas

Según comenta el diseñador, en el caso de la moneda del Bicentenario, esta es la primera vez que se le encomienda a un tico diseñar una pieza para Costa Rica, pues generalmente estas se le encargan a la compañía que las acuña en el exterior.

“Yo no tenía futuro haciendo esto. Nadie ha pedido nunca una moneda, porque aquí no hay casa de la moneda y siempre se han mandado a hacer afuera. Pero aquí necesitamos gente que rompa moldes”, afirma.

Por ello, haber diseñado esta moneda es, de una u otra forma, poner su nombre sobre la palestra y tener el sueño más vivo que nunca de abrirle camino al diseño numismático en Costa Rica. Es decir, es la forma de que su sueño finalmente se haga realidad.

“Tuve que luchar contra un medio que no existía y demostrar ser merecedor de poder hacerlo. Y peor aún, hasta que no llegó al país (la moneda), sentía nervios, porque ¿usted sabe lo que es fallar?... Ahora usted me está entrevistando y estoy muy contento, pero si yo me hubiera equivocado, este país me hubiera crucificado, porque así somos”, dice.

No obstante, José María está convencido de que ese sentimiento de orgullo es lo más gratificante ahora y por ello es enfático en que los jóvenes deben luchar por sus sueños, sin importar cuán largo sea el camino.

“Tuve que luchar contra un medio que no existía y tuve que demostrar ser merecedor de poder hacerlo”

— José María Castro Madriz, diseñador

El diseñador es enfático en que hay que equivocarse, caerse y levantarse para poder llegar a disfrutar del éxito.

“Nada es instantáneo, ningún profesional se hace de manera instantánea, ningún título da la facultad para hacer las cosas bien, sino el equivocarte, el ser humilde y ser perseverante. La inmediatez no se lleva con la excelencia. Es imposible.

“Ser excelente incluye equivocarse, fallar muchas veces y seguir adelante. Las nuevas generaciones tienen la posibilidad de imaginar lo que nosotros ni siquiera podemos imaginar. No importa lo que haga: si usted ordeña vacas, sea el mejor, el más rápido y no maltrate la vaca. Eso es un compromiso con uno mismo en la vida” asegura.

De hecho, por ninguno de sus tres diseños numismáticos (la medalla de la UCR, la medalla centroamericana y la moneda del Bicentenario) José María cobró dinero, pues afirma que fueron solicitados por personas o instituciones a las que les debe mucho de su formación como persona y profesional.

No obstante, tampoco se afana por el dinero, ya que considera que con su trabajo tiene lo suficiente para vivir y el diseño numismático es simplemente el fruto de muchos años de esfuerzo.

Pero sus sueños son grandes y ahora anhela poder llegar a diseñar billetes, lo que define como su “nueva lucha”, al tiempo que espera que Costa Rica tenga su propia casa de la moneda (otra lucha), donde sean las manos ticas las que acuñen las monedas que se utilicen en el país.

Nombre de peso

Su papá se llamaba Rodrigo Castro Mattei; su mamá, María Elena Madriz Oses; y su abuelo José María Fernando de la Trinidad Castro Castro. Fue entonces cuando su padre pensó que si unía todos esos nombres llegaba al José María Castro Madriz.

“Alguna vez yo le pregunté por qué lo hizo, porque si yo me hubiera llamado Ricardo o Alberto o Carlos, sería un nombre normal. Su respuesta fue ‘es mejor tener un nombre ilustre de otra persona, por si acaso usted no puede hacer un nombre ilustre por usted mismo’.

“La razón fue un poco rara, pero al mismo tiempo es como que es el nombre de esa persona. Es decir, ¿usted sabe lo que es no tener nombre? Bueno, ese es mi caso y no es mi caso: yo tengo el nombre de otra persona y también si yo me robo un confite en la pulpería, todo el mundo va a recordar que José María Castro Madriz se robó un confite, entonces eso lo obliga a uno a ser una persona correcta y honesta para no echar a perder el nombre del buen señor.

“Pero al mismo tiempo uno sabe que nunca va a llegar a esa altura moral y ética. Él fue un hombre que hizo la educación para las mujeres, que fundó la República, que nos separó de la Federación Centroamericana en tiempos donde había que hacerlo… hombre ilustre”, detalla.

Sin embargo, llevar el nombre de un expresidente tan destacado de Costa Rica también le ha permitido al diseñador vivir experiencias curiosas. Una de ellas sucedió cuando estaba en la escuela.

Castro Madriz recuerda que el día de su graduación de sexto grado, en la Escuela Porfirio Brenes Castro, en el centro de Moravia, había un señor que él no conocía y que estaba observando la ceremonia desde un lugar privilegiado.

Ese señor le pidió a las maestras conocer al pequeño José María, quien apenas y tenía conciencia de su nombre, ese por el que tanto le chiflaban y le aplaudían en todas sus graduaciones.

Él aceptó aunque su papá, un calderonista empedernido, se molestó, dado que el visitante no era precisamente de su agrado. Esa persona era José Figueres Ferrer.

“A mí me dicen las maestras: ‘don Pepe quiere conocerlo’, y yo decía ‘¿quién será don Pepe?’ y mi papá lo tenía muy claro, porque mi familia era mariachi hasta la muerte e incluso mi papá había peleado en 1948 y mi abuelo estuvo preso porque era muy amigo del doctor Calderón Guardia. Entonces había un odio visceral y mi papá estaba muy indignado, pero igual yo fui a ver qué quería.

“Cuando me acerco, me dice: ‘¿usted sabe cómo se llama usted?’, y yo le digo: ‘sí claro, yo me llamo José María Castro Madriz’. Y me dice: ‘no, no, usted se llama como un hombre muy ilustre, entonces usted hoy me va a hacer una promesa: me va a prometer ser un hombre honesto para que nunca ensucie el nombre que usted lleva’. Me da la mano y me dice: ‘¿hacemos trato?’. Y mi tata furibundo porque él estaba ahí y le di la mano”, recuerda entre risas.

Como esa ha tenido muchas experiencias a lo largo de su vida, a las que ya está acostumbrado.

Sin embargo, en este punto, la pregunta es: ¿son familia José María Castro Madriz y José María Castro Madriz?

La respuesta es afirmativa. El diseñador se ha dado a la tarea de investigar su genealogía y llegó a detectar que el expresidente fue un antepasado suyo.

Y aunque siempre llevará sobre sus hombros el nombre del fundador de la Universidad Santo Tomás, José María, el diseñador numismático, está escribiendo su propia historia y dejando huella en el país por mérito propio, sin defraudar aquella promesa que hace más de 30 años le hizo a don Pepe… y espera seguir haciéndolo.