Hernando París

Con la cárcel en la piel

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A él le tocó estrenar este 2012 dando la pelea desde su puesto de ministro. No terminará el año en ese cargo, pero lleva las cárceles en la piel.

Hoy, cierra el 2012 en su oficina privada, en el noveno piso de un céntrico edificio capitalino, con mucho tiempo disponible y viendo los toros desde la... ventana.

Este abogado de 46 años, vecino de Heredia y cuyo nombre no suena nada común es, en este año, el rostro de una serie de hechos noticiosos que tienen que ver, principalmente, con la crisis de las cárceles del país.

Se trata de Hernando Alberto París Rodríguez, quien comenzó el 2012 como ministro de Justicia y lo cierra en el ejercicio privado del Derecho, como abogado litigante.

Fue ministro a los 42 años y dejó la tarea a los 45. Viste tan formal como lo son sus antecedentes públicos, aunque es de trato afable, conversador nato y hasta chistoso.

Hernando París trabajó en el gobierno desde los 21 años. A los 26, ingresó al Poder Judicial y a los 30, decidió ser consultor internacional en resolución alterna de conflictos. Cuando lo llamó Óscar Arias al ministerio de Justicia debió renunciar a ser magistrado suplente de la Sala I. Decidió encarar una realidad que conocía a medias.

Este 15 de mayo dejó de lado la batuta con la que manejó por tres años la tarea de ordenar los “dos mundos” de esa cartera, como él mismo los denomina: la parte registral y la de adaptación social.

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Aunque ahora, con la tranquilidad que le da estar fuera de la función pública, París confiesa que llegó al ministerio movido por su interés de impulsar mejoras en el tema de su especialidad profesional –la parte registral–; al final, lo que más tiempo le consumió fue el tema de las cárceles.

No era para menos.

Una bomba de tiempo

El sistema carcelario del país de pronto saltó a los primeros planos noticiosos.

París asumió el ministerio de Justicia cuando a la la administración Arias le faltaban nueve meses para terminar. Pero al llegar al poder, la mandataria Laura Chinchilla le ofreció quedarse al mando y así lo hizo él por dos años y una semana.

Hace siete meses, la salida del jerarca fue una especie de cronología anunciada. A partir del 1.° de mayo y durante los siguientes 15 días, París publicó a diario en su página de Facebook un recuento de las tareas efectuadas durante su gestión en ese ministerio.

Cerró así un 2012 que comenzó golpeándole la mesa a su propio gobierno para “transparentar” lo que pasaba y que, en ese momento, parecía que muchos no querían hacer evidente.

“En 20 años, la inversión en infraestructura y en personal en el sistema penitenciario del país fue nula. Es un tema que no es agradable y tendemos a ocultarlo”, confesó el exministro.

Por eso, el 3 de enero de este año, París no pudo más y ante la prensa salió a lanzar el grito al cielo... o más bien, al gobierno.

En ese momento, recordó cómo, seis meses antes, advirtió a la administración de Laura Chinchilla que la ola de violencia en las cárceles estaba por reventar si no se destinaban los recursos necesarios para construir y habilitar más celdas y para contratar más custodios.

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Su interlocutor de entonces –el ministro de Hacienda, Fernando Herrero– no respondió a tiempo su clamor y la violencia reventó.

El año comenzó con un violento motín en el centro penitenciario La Reforma. El 2 de enero, a las 9 a. m., mientras 800 reclusos tomaban el sol, una gresca entre pandillas produjo la muerte de dos de los líderes de uno de los grupos y envió al hospital a otros siete reclusos que pelearon.

En el momento de la lucha, solo siete vigilantes tenían a cargo la seguridad del Ámbito B (mediana cerrada). Sí, siete hombres para vigilar a 800 reos.

La situación la advirtió Hernando París casi con asombro cuando llegó al ministerio y así lo recuerda aún con un dejo de desazón.

“Cuando asumo el reto, no era tan visible el problema a nivel de prensa. Había habido episodios de violencia, pero no era visible una problemática estructural de las cárceles.

”Recién llegado, recibí una llamada del presidente de la Corte, don Luis Paulino Mora, quien me pedía que le recibiéramos 40 personas que tenía en las celdas judiciales y que Adaptación Social no se las recibía. Yo le dije que ‘claro’ y llamé al director, a quien ni siquiera conocía aún, y le conté.

”Don Reynaldo (Villalobos) me dijo que no había campo. ‘¿Cómo que no hay campo?’, le pregunté y me dijo eso, que no había.

”Es ahí donde descubro lo que yo con toda franqueza he dicho: que el hacinamiento carcelario es una bomba de tiempo para el país”, narró el exministro.

Pues esa bomba de tiempo ya estaba explotando, principalmente en La Reforma.

En la conferencia de prensa del 3 de enero, París mostró los múltiples oficios que le envió a Herrero solicitando más presupuesto para las prisiones.

Pero Hacienda cerró sus oídos y más bien recortó ¢30.000 millones del presupuesto de Justicia para el 2012, un 6% de rebaja.

Ese 3 de enero, el Ministro sentenció: “Disminuir la inversión en materia de infraestructura, seguridad y atención penitenciaria significaría magnificar los riesgos de violencia en cárceles, intentos de fuga, aumento de incidentes críticos y del riesgo para funcionarios y visitantes”.

La advertencia se convirtió en presagio y ese mismo día así lo señaló: “Hemos llegado al punto límite en que sin recursos adicionales no hay nada más que hacer”.

También clamó porque se le diera trámite en el Congreso a un préstamo que él mismo negoció con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) por $132 millones para crear 2.700 espacios carcelarios y 600 plazas de policías penitenciarios.

La urgencia se hizo evidente esa misma mañana pues mientras París hablaba con la prensa, un reo de máxima seguridad de la Reforma hirió con un punzón a cuatro policías, incluido el jefe de Seguridad de ese ámbito.

Provocó reacción

A la semana siguiente, en medio de otros intentos de disturbios en las cárceles, el Poder Ejecutivo decidió priorizar en la agenda del Congreso el préstamo del BID y la Presidencia autorizó a París a gestionar ante Hacienda la apertura de 350 plazas nuevas de custodios y personal técnico. También Justicia solicitó un presupuesto extraordinario por ¢3.800 millones para reforzar la seguridad carcelaria.

Una semana después, el 17 de enero, los diputados aprobaron el préstamo con el BID. Estos fondos aún no llegan, según explicó el ahora exministro, pues están en trámite de requisitos en el Banco.

París se desconectó de esa realidad el 15 de mayo. Asegura que su estancia en el Ministerio se extendió más de lo que inicialmente pensó.

Pero todavía piensa en que la mitad de los recursos de ese préstamo deben orientarse hacia la construcción de los “Centros cívicos para la paz”, los cuales, en su criterio, permitirán a muchos “recobrar la esperanza”.

“Siento que el país ha perdido la esperanza. Si no le doy esperanzas a esta generación joven, la desesperanza, y la baja autoestima no conducen a nada bueno. Las cárceles sí, pero la cárcel no resuelve, no es el problema ni es la solución. El problema es social”, señala París.

Hoy, dice vivir más tranquilo. Está casado y tiene tres hijos. Esa “bomba de tiempo” que advirtió al inicio del 2012 pareciera seguirlo inquietando. Pero ahora ve los toros desde la... ventana.