Forrar regalos, cocinar para otros, atender un chinamo: los trabajos que hacen posible la Navidad

Con sus manos, ingenio, sazón y ahínco cuatro expertos en diferentes áreas viven la Navidad de una forma distinta. En este tiempo de compras y unión familiar, ellos trabajan para hacer felices a otras personas, algo así como los duendes de Santa Claus.

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¿Ha pensado alguna vez en qué momento disfrutan de las fiestas navideñas los dueños de chinamos, las personas que cocinan cenas por encargo, quienes planean con mucha antelación las actividades de la época y los eventos de un centro comercial, o la forma en la que vive la Navidad alguien que durante meses forra regalos durante todo el día?

La labor de estos trabajadores permite que la mayoría vivan la Navidad. Mientras usted cena, un chinamo continúa iluminado porque hay quienes requieren adornos o juguetes de última hora. Cuando va y realiza sus últimas compras hay quienes están preparando un banquete para que otros degusten con su familia. Podría decirse que son como los duendes ayudantes de Santa Claus, pero con la diferencia de que son seres de carne y hueso que desarrollan su vida laboral facilitando sus compras navideñas o dibujándole sonrisas.

Acá, cuatro historias de personas cuyos oficios los ubican en una misión ganar-ganar: para ellos es temporada alta de trabajo y entrada de dinero, y al mismo tiempo entregan lo mejor de sus talentos a fin de propiciar el disfrute de otros en estas fechas.

Manos mágicas

María Isabel Picado Monestel tiene manos talentosas, amorosas y marcadas por cortes de tijeras que en algún apuro han lacerado su piel.

Ella es hacendosa y dedicada; María Isabel se emociona con las escarchas y los colores verde, rojo, dorado y plateado, los tonos que anuncian que ya es Navidad y que en esta época llega el tiempo de regalos: muchos intangibles, y otros físicos que emocionan por su bella apariencia y por lo que significa que alguien se preocupó por dar un obsequio con la presentación más elaborada.

María Isabel es, desde hace 16 años, una ficha elemental en tiempo navideño. Permanentemente esta mujer, considerada por muchos como un “ángel de la Navidad”, trabaja envolviendo todo tipo de regalos. En los últimos meses del año este trabajo se intensifica y principalmente el propio 24 de diciembre, día en el que muchas personas le llevan sus presentes para que ella los engalane apenas horas antes de que lleguen a su destinatario.

María Isabel hace posible la Navidad de otros gracias a sus manos. Aparte de las envolturas, desde agosto la llaman de casas para que decore árboles, a los que no solo les cuelga esferas y adornos de moda: a todos les impregna cariño e invaluable tiempo.

Así vive la Navidad, a costa de que ello haya implicado que en algunos años se angustiara por no llegar a compartir con sus hijos a tiempo, aunque siempre alcanzaba para abrazarles, entregar regalos delicadamente forrados y disfrutar de una cena, que aunque no haya sido tan elaborada, siempre cuenta con la sazón especial del amor familiar.

“Esto me da felicidad. Ver la cara de alegría de los clientes me emociona, eso me da satisfacción personal. No lo veo como sacrificio; aunque es muy cansado, me hace muy feliz. Estos días de Navidad no se puede dejar de trabajar, ayer (lunes 17 de diciembre) me di una cortada en el dedo, pero debo seguir decorando. No se puede fallar”, cuenta.

Orgullosa de su detallada tarea, destaca la felicidad que siente al saber que muchas personas llegan a buscarla en la Librería Los Colegios, en Moravia donde enuelve regalos. “Me motiva que tanta gente me busque para que les haga empaques porque son para personas especiales. Eso me da satisfacción. Realmente ya mis hijos están grandes, después de las 9 o 10 p. m., tomo tiempo para ellos”, relata.

Eso sí, no siempre, un 24 de diciembre, puede darse “el lujo” de irse a departir con los suyos a la hora planeada. Pero si esto no ocurre, se queda trabajando hasta terminar su faena sin chistar.

Sus anécdotas suelen repetirse año con año: nunca faltan los clientes que, al filo de la hora, la llaman para pedirle que “por favor” les espere para que les envuelva su regalo. “Hay una señora que me pide chance, que ya va llegando, que hay mucha presa y que necesita que por favor la ayude a decorar sus obsequios. Son personas a las que uno siente que se les tiene que dar el tiempo. A veces estoy deseando llegar a la casa a compartir con mis hijos y mi nieta, pero la realidad es que uno tiene que darse al trabajo, principalmente cuando se disfruta tanto”.

En Nochebuena, cuando finalmente María Isabel se sienta junto a los suyos y les entrega regalos bellamente decorados y envueltos, agradece todo el frenesí decorativo que vivió horas antes, pues comprende que con su arte consigue regalar una feliz Navidad a todos sus clientes, a quienes entre 10 y 25 minutos les convierte un obsequio en un presente que no dan ganas de abrir por lo lindo que se ve.

Ocho meses sumergido en Navidad

Desde mucho antes de que los costarricenses entren en el mood navideño, las mentes de los creativos de los centros comerciales se convierten en un tipo de fábrica de Santa Claus en la que las ideas destinadas a crear experiencias navideñas para los clientes brotan como nieve, aunque estemos en un país tropical.

En la gran mayoría de malls la Navidad empieza la segunda semana de noviembre. Los grandes árboles y las diferentes estaciones decoradas con copos de nieve; renos, osos polares, duendes y colachos; y adornos alusivos a marcas aparecen para hacerse fotos en familia, con la pareja o con los amigos. El asunto es recordar en las redes sociales que ya es Navidad y que en ese lugar hay una linda locación para hacerse selfies y compartirlos con los amigos cibernéticos.

Gustavo Guerrero es el jefe de operaciones de Multiplaza Costa Rica y está sumergido en Navidad desde mayo, mes en el que el departamento de mercadeo empieza con la planeación de las decoraciones que embellecerán los pasillos y altos techos de los centros comerciales de Escazú y Curridabat.

“Trabajamos en ello para que el centro comercial no sea solo lugar de compra. El 24 los malls estarán abiertos para quienes dejan la compra de regalos a última hora; aunque los picos de compra se inician desde la primera semana de noviembre”, cuenta.

Planear la Navidad de un mall implica internarse en ello. Un par de semanas antes de la inauguración de esta temporada, en Multiplaza Escazú, Guerrero tuvo que trabajar durante la noche y madrugada para verificar que todo saliera como estaba planeado. Horas después debía incorporarse a sus labores diarias.

“Esa inauguración de la Navidad fue agotadora. Tendríamos video mapping proyectado en un edificio de nueve pisos, esto debía estar sincronizado con partituras de 250 artistas de la Banda Municipal de Acosta. Todo lo que fueron pruebas se realizaron en madrugadas y en la noche. Era irnos a casa y volver a las 8 a. m.”, cuenta.

Gustavo respira y vive Navidad por ocho meses. Es agotador, no lo niega, sin embargo, el cansancio se torna en satisfacción, especialmente cuando ve la cara sonriente de un pequeño fascinado ante una decoración o en un evento decembrino.

“Uno ve los niños y su ilusión y eso es muy gratificante. Se pagan todas las trasnochadas. En definitiva Navidad es el evento más importante del año”, contó el jefe de operaciones.

Aunque podría creerse que luego de tanto trabajo navideño, Gustavo, de 29 años, no quiere ver ni un solo colacho, esto es todo lo contrario.

“Decoré mi casa. En lo profesional uno ve la Navidad desde el punto de vista comercial; pero como persona no se dejan sentimientos de lado. Toca fibras. Uno no puede privar a los familiares de este sentimiento solo porque uno la mastica desde mayo”, contó entre risas mientras veía la monumental decoración del centro comercial.

Cocinar y servir en Nochebuena

Se acercaba la hora de la cena de un 24 de diciembre y un mesero no se presentó a trabajar. Jorge Valverde, dueño de Catering Soluciones, una empresa que ofrece servicio de catering service, estaba listo para ir a disfrutar con sus hijos pequeños de Nochebuena; en cambio, se tuvo que ir a servir los alimentos de una acaudalada familia que le había contratado el servicio. Su negocio apenas empezaba y su idea siempre fue cimentarlo sobre bases de responsabilidad.

“Esa vez a un compañero y a mí nos tocó una trabajada durísima y salimos a las 8 a. m. del día siguiente. Para mí era un orgullo tener a esas personas como clientes. Este trabajo es muy sacrificado porque sale perjudicada la familia de uno por servirles a otros. El común denominador de todos los que laboramos en estas empresas es trabajar para que los demás disfruten”, aseguró Valverde, dueño del negocio que tiene 24 años de estar en el mercado.

La demora de algunos clientes separó por algunos años a Valverde de las fiestas familiares: en su negocio preparan cenas para que pasen a retirarlas. El límite de entrega es a las 7 p. m., sin embargo, en algunas oportunidades llegaban por ellas hasta las 10 p. m.

“Ofrecemos el pavo, la pierna de cerdo y un lomo relleno, entre otros platillos. Hoy tratamos de que se cambie ese sentido de que no lleguen tan tarde por sus pedidos. Ahora ponen excusas de presas y de todo lo que pasa en el camino. Finalmente cuando ya han retirado todos los pedidos, uno llega al filo de la medianoche a disfrutar de ese último rato navideño con la familia”, relató.

Para que una familia cene delicioso alguien dentro o fuera del núcleo debe salpimentar los alimentos con condimentos y con cariño. Ese es el trabajo de Vianney Padilla desde hace 10 años.

Esta mujer, de 58 años, es una de las cocineras de Catering Soluciones y dice que ve su trabajo como una forma de servicio a los demás.

Antes de entrar a cocinar, ella trabajó por mucho tiempo como salonera de distintos restaurantes, lo que ha implicado que en fechas festivas siempre esté trabajando y haya estado lejos de sus seres queridos en momentos felices y en otros delicados.

“Estas fechas son muy importantes. Yo cocino y lo disfruto porque en mi trabajo hay ambiente familiar y uno tiene un buen trabajo; pero debo reconocer que estar disponible en estas fechas es duro porque uno aparta la familia: el año pasado tuve fechas duras porque tenía a mi papá muy mal, pero hay que aprender a ser responsable. Uno se acostumbra”, detalla.

Este 24 de diciembre, Vianney probablemente tenga turno de día y pueda salir por la tarde; aunque depende de la demanda, su jornada podría extenderse hasta la noche.

“De improviso piden cosas. Uno se va hasta que se haga lo último que el cliente pida. Luego de trabajar, mis planes son pasar con mis hijas y mis tres nietos. Si tengo que cocinar cocino, pero generalmente lo hacen mis hijas, porque saben que voy cansada. Lo importante de estas fechas es compartir en familia todo el tiempo posible”.

El encanto de los chinamos

Coloridos y con aroma a esperanza. Los chinamos navideños, que por dos meses se instalan en diferentes rincones del país, son pequeños lugares que reúnen todo lo que se compra en Navidad y con calor humano incluido por la cantidad de personas que buscan y rebuscan entre las tarimas que conglomeran todo tipo de adornos e ilusiones.

Minor Gómez es propietario del chinamo Regalo de Dios, puesto que arma en el parqueo de la iglesia de Guadalupe todos los noviembres y diciembres desde hace 14 años. De 7 a. m., a 11 p. m., este almacén pasajero elaborado con madera y latas de zinc se convierte en su hogar.

El resto del año se dedica a la venta de frutas, pero la navideña es su época favorita, por todos los sentimientos alrededor y por el fuerte negocio que se mueve. En su tramo ofrece bolitas para el árbol desde ¢50 y pasitos que superan los ¢350.000.

Su chinamo, como la gran mayoría, tiene una estructura improvisada y segura, pero que no se resiste a las frías ráfagas que se deslizan y erizan la piel. Así es cada día durante más de dos meses. Minor usa camisa de manga corta, una bermuda y un delantal de mezclilla en el que guarda objetos importantes. El viento es mucho, pero el ajetreo también y eso le hace entrar en calor.

El 24 de diciembre el chinamo se queda abierto hasta medianoche; ese día es uno de los más fuertes de la época y las casitas, follaje, lana y figuras del portal se acaban para dar paso a surtidos juguetes, ideales para los compradores que antes no tuvieron tiempo de adquirirlos.

“Es bonito pasar trabajando aquí toda la Navidad. La gente pasa y le dice: ‘gracias por alegrarnos la vida, porque cuando usted empieza a construir ya sabemos que es Navidad y eso lo llena a uno’.

"Uno se queda el 24 vendiendo los juguetes: tengo muñecas, carritos, balones, de todo y a precios muy cómodos”, cuenta mientras revisa un cajón de cartón lleno de productos que cuestan ¢2.000.

En este chinamo cada visita es especial, incluidas las que a veces no cuentan con suficiente dinero y a las que Minor decide regalarles la compra como un detalle de Navidad. Dice que un 24 de diciembre uno de sus clientes más connotados fue el director y actor Mel Gibson, quien llegó a comprar uvas y manzanas. Atesora ambos recuerdos.

Minor acumula 20 años de trabajar en chinamos (además de los 14 que tiene de estar solo, estuvo seis con un amigo) y reconoce que estar trabajando de lleno en estas fechas se ha vuelto una agradable costumbre.

“Después de las 12 medianoche del 24, me aparto y oro para dar gracias a Dios. El 31 de diciembre hago lo mismo. Así paso estas fechas, luego llego a mi casa y comparto con mi familia y mi hija de ocho años”, dijo Gómez, quien está agradecido por poder trabajar y servir a sus clientes una Navidad más.