En las faldas del volcán Turrialba se vive en una constante alerta. Los vecinos libran una lucha diaria contra el polvo gris, la ceniza.
El periodista Danny Brenes visitó las faldas del volcán para conocer cómo es el día a día al pie del coloso.
"Las noticias no huelen. Cuando aparecen erupciones volcánicas en el periódico o en la pantalla, las imágenes nunca terminan de transmitir la situación por completo porque las noticias no huelen. En Turrialba, a las faldas del volcán, el aire frío se confunde con el olor a azufre, un testamento de que allí la cotidianidad se vive entre ceniza.
Desde hace un par de años había querido trasladarme a los vecindarios más cercanos al cráter para conocer las historias de las personas que viven ahí. Cuando las erupciones del Poás —y, en menor medida, del Rincón de la Vieja— capturaron la atención mediática del país, ir a Turrialba se me hizo una necesidad.
Es triste y cierto: en la maquinaria de noticias 24/7, los vecinos del Turrialba son noticia vieja. Ya no generan titulares ni clics. Sin embargo, para el equipo de la Revista Dominical, sus voces son un recordatorio fundamental de que, incluso en condiciones difíciles como las de los vecinos del volcán, la vida se abre camino.
— Danny Brenes
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