Eliminatorias mundialistas de la Selección Nacional, 60 años de angustias y alegrías

La historia de la Selección de Costa Rica camino a los mundiales se divide en dos: una etapa de ostracismo y otra de casi cinco clasificaciones al torneo más importante

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Hace 60 años empezó el andar de Costa Rica en las eliminatorias mundialistas y desde entonces las páginas de La Nación también han estado presentes, reseñando cada una de las tristezas y alegrías vividas por jugadores y aficionados, en un camino tan glorioso como angustiante.

Cuando la Selección Nacional disputó su primera clasificación hacia una Copa del Mundo, este periódico tenía casi 11 calendarios de circulación, el 10 de febrero de 1957.

Ahí empezó el sueño hacia Suecia 1958, y aunque quedó en un intento, será recordado como el bautizo en esas fases.

El inicio fue prometedor, así lo hizo ver La Nación en su titular, tras el cotejo inaugural ante Guatemala, con victoria nacional de 2-6.

“Costa Rica exhibió su alta clase en el Mateo Flores”, señaló el diario en la edición del 12 de febrero del 57.

La Tricolor ganó su grupo de forma holgada. Sin embargo, en la segunda ronda se encontró con México, que desde ese momento era la potencia del área. Costa Rica se plantó, pero perdió, repasa hoy Carlos Alvarado, guardameta de ese equipo.

“Recuerdo con cariño esa eliminatoria. México las tenía todas a favor, pero pese a eso se hizo una buena labor”, señala Alvarado, quien en diciembre cumplirá 90 años.

Con la desazón de perder el boleto y, sin saberlo, iban a pasar ocho pruebas frustradas para que una eliminatoria se convirtiera en algarabía, o dicho de una forma más dolorosa, transcurrieron casi 32 años, entre el primer partido eliminatorio y el que finalmente dio el pase a la aclamada cita.

Costa Rica vio pasar de cerca Chile 1962 e Inglaterra 1966, llegando a instancias finales, pero se topó con la misma piedra: la azteca.

La historia fue muy diferente hacia México 70, Alemania 74, Argentina 78 y España 82, eliminatorias en las que no se superó la primera ronda, dejando enterrado el anhelo desde muy temprano.

El intento para México 86 fue como un aperitivo de lo que vendría en el siguiente clasificatorio, pero a la Nacional le tocó tragar amargo.

En la fase preliminar avanzó sin jugar por el retiro de Barbados, luego ganó su grupo ante Estados Unidos y Trinidad y Tobago. A eso se le agregaba que los aztecas clasificaban al ser casa.

La mesa estaba servida. Costa Rica derrotó de visita (0-1) a los estadounidenses, un triunfo histórico, porque hasta este año se volvió a ganar en ese territorio.

“El representativo patrio quizá estuvo falto de unidad pero se excedió en espíritu de lucha, factor que lo facultó para regresar con una victoria que pocos tenían presupuestada”, reseñó el reportero Ricardo Quirós, enviado de La Nación a Los Ángeles.

Fue solo eso, alegría momentánea, porque en la fase final Costa Rica fue superada por Honduras y Canadá.

Segunda historia de la Selección de Costa Rica

La vida de Costa Rica en eliminatorias podría dividirse en dos fases, en la que nunca se llegó al Mundial y en la que ya hay casi cinco clasificaciones de ocho disputadas.

“Ninguna eliminatoria es fácil”, dice Mauricio Chunche M ontero. Una frase tan trillada como cierta, y la historia de la Sele lo confirma.

Un clasificatorio es una combinación de sentimientos. Se puede pasar de la impotencia a la euforia.

Como la euforia que se vivió en el Nacional, pero en el viejo, que grabó para siempre el recuerdo de la clasificación a Italia 90, con victoria de 1-0 sobre El Salvador.

“Un hito”. Así lo nombró el redactor de La Nación Danilo Jiménez.

Fue el décimo partido de la ruta hacia el soñado verano italiano, que se inició con un doloroso empate en casa ante Panamá.

Por eso decía el Chunche Montero “ninguna eliminatoria es sencilla”, pero el equipo se levantó, pese a las dificultades encontradas.

“Todo mundo sabe de las incomodidades que tuvimos, no teníamos donde entrenar, donde bañarnos, no nos prestaban el Estadio Nacional”, repasa hoy Claudio Jara.

Vivir de nuevo la sensación de que una eliminatoria culminara en festejo recibió dos portazos tras Italia: Estados Unidos 94 y Francia 98.

Austin Berry asegura que había una presión muy grande sobre la generación que le siguió a la Italia 90.

“Era una combinación de jugadores de experiencia y juventud. Lo que se había hecho generaba una alta expectativa, la cual lamentablemente no se cumplió”.

Tanto en esa eliminatoria, como en la de Francia, la Tricolor vivió un constante cambio en los banquillos.

“Cuando nos juntábamos era difícil abrazar una idea, porque en un tiempo era un entrenador y luego otro”, apunta Richard Smith.

La vuelta a la felicidad se dio con un talentoso grupo que labró la mejor eliminatoria en la historia, con 23 puntos de 30 posibles.

Pero hacia Corea y Japón también hubo un dolor de cabeza en la ronda de grupos, en la que se debió llegar hasta un repechaje con Guatemala, superado 5-2.

“La primera fase fue sumamente dura”, cuenta el portero Álvaro Mesén.

El exjugador considera que esa selección alzó vuelo con el famoso Aztecazo.

“Fue el punto máximo de motivación”, sentencia.

El triunfo era historia: primera selección que le ganaba a México en su cancha. Los días previos de ese cotejo le habían añadido sentimientos a los jugadores, menciona Paulo Wanchope.

“Fue un poco de todo, la pelea mediática que se dio cuando íbamos a jugar. En el reconocimiento de cancha simplemente no nos dejaron hacer bien el entrenamiento”, rememora el goleador.

Wanchope, Mesén y Reynaldo Parks coinciden en que la química entre aficionados y futbolistas quedará en el recuerdo por siempre.

“Estábamos en una posición muy buena, ganando todo, había una conexión entre afición y equipo”, dice Parks.

Tras el Mundial, a parte importante del equipo se le acababa su etapa en la Sele.

Así se asumió el siguiente reto: Alemania 2006.

“Había una transición y venían jugadores como Christian Bolaños, Álvaro Saborío… esa selección fue un híbrido”, analizó Chope.

Costa Rica culminó en el tercer puesto, sellando el pase en la penúltima fecha, con un 3-0 ante Estados Unidos.

Dos mundiales seguidos y la única opción que se veía hacia Sudáfrica era la clasificación, pero el equipo se derrumbó y se hundió de la forma más dramática posible.

“Demasiado cruel”, tituló La Nación . Y así fue, cruel.

El empate en la agonía del juego ante Estados Unidos sigue dando vueltas.

Rándall Azofeifa, quien estuvo en cancha, no duda en describir esa pesadilla.

“Ese fue el partido más triste de toda mi carrera”.

La evolución de la Selección Nacional no se detuvo por ese doloroso golpe.

Jamaica fue el escenario donde los colores patrios volvieron a brillar. Pero sin angustia no sería eliminatoria.

En Kingston el periodista Johan Umaña contó la zozobra tras empatar con los caribeños, pues había que esperar otros resultados para regresar a la cita planetaria.

“Lo que se padeció durante un partido atípico y convulso no fue tan duro como lo que se vino después de que pitó el árbitro”, detalló.

Jorge Luis Pinto y los jugadores esperaron noticias en el camerino, quizá recordando los pasajes que les forjaron carácter, como el partido de la nieve, en Denver.

El coraje se mantiene, asentado en una base que ya está más madura.

Todo indica que Costa Rica volverá a la Fuente de la Hispanidad, como aquella noche del 10 de setiembre, cuando las calles de la capital y el país se abarrotaron celebrando el pase a Brasil.

Rusia 2018 conserva los tintes de eliminatoria: felicidad y angustia, demostrados con la histórica victoria en el Red Bull Arena y el empate de infarto ante México.

El camino eliminatorio más reciente está cerca de concluir y esa historia también se la contarán las páginas de este diario.