“Eso de que no hay que casarse muy enamorado me parece una estupidez”

A sus 40 y tantos, pidió ‘la entrada’ a los suegros y en marzo se casará por la iglesia. El exbajista de Malpaís, uno de los grupos más exitosos de todos los tiempos, se confiesa enamorado de Angélica Vargas y reconoce, con la madurez de sus 48 años, que la diferencia de edades no importa cuando abundan el amor y el respeto.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Jaime Gamboa, ¿marca registrada?

–Espero que no. Es irónico porque he trabajado en publicidad muchos años, pero nunca me he trabajado a mí mismo con la intención de crear una marca sino de, simplemente, vivir y tratar ser auténtico.

–¿Se siente famoso?

–No. Me siento reconfortado por la gente, apoyado, querido muchas veces. Pero ‘famoso’ es una palabra que no me gusta. No me siento identificado con ella.

–Fidel...

...mi otra mitad.

–Malpaís...

...mi otra familia.

–¿Se ha soñado sobre el escenario con Malpaís?

– En estas últimas horas. ¡Muchas veces!

–¿Jaime Gamboa le huía al matrimonio?

(Se ríe) No, no. Simplemente no se dio antes. Creo que esto es una prueba de que las cosas en la vida llegan a su tiempo.

–¿Es la primera vez que se casa?

– Sí.

–¿Tiene hijos?

No.

–¿Cómo se siente a pocos días de iniciar una nueva vida?

¡Feliz! ¡Ilusionado!

–¿Qué comentarios ha recibido de sus seguidores?

– Buenas vibras y bendiciones.

–¿Le costó mucho pedir la entrada?

– (Se ríe)

–¿Cómo fue eso? ¿Se acuerda?

– ¡Sí, claro! Pero...

– ¿Pidió la entrada?

– Sí, hemos hecho las cosas a la antigua.

– Y sus suegros, ¿cómo reaccionaron?

– (Se ríe) Bien, bien... Vamos a dejarlo ahí.

–¿Deja muchos corazones rotos?

– No lo sé. Espero que no.

– ¿Fue muy noviero?

– No. Yo he sido de relaciones prolongadas siempre.

–¿Qué es lo bueno de estar enamorado?

– Mmmm, esa es una pregunta difícil, porque estar enamorado muchas veces se identifica con un chispazo. Yo necesito sentir cómo ese fuego se prolonga. Por ahí, en alguna canción lo digo: ‘mantenerme soplando las cenizas tratando de que se enciendan de nuevo’.

– ¿Es cierto que uno no se debe casar muy enamorado?

– Le pido disculpas al que piense lo contrario. A mí eso me parece una estupidez.

–¿Y la diferencia de edad (48 años usted y un poco más de 20, ella)?

– No, yo creo que las almas se pueden identificar independientemente del tiempo que las separe. Es un tema de humanidad: qué tan humanos somos, qué tanto nos respetamos, qué tanto nos queremos. Y a partir de ahí, ¡nada importa!

–¿Queda algún restico de Malpaís dando vueltas?

– Quedaron muchos proyectos sin terminar, y algunos nunca se harán. Algunos de esos proyectos eran con Fidel y no tienen sentido sin él. Sí quedaron bastantes canciones sin terminar.

– Si saliera algo, ¿saldría como Malpaís?

– No. Lo que fue Malpaís ya todo quedó claro, y lo que había que grabar se grabó.

– ¿Jaime es más publicista, más creativo, más escritor, más poeta o más cantante?

– Todo eso, creo. ¡Pero cantante no!

– Veo que usa un reloj Polar. ¿Es deportista?

– Me gusta hacer ejercicio.

– ¿Gimnasio o casa?

– Me gusta más el ejercicio liviano, cotidiano, en la casa... tres o cuatro veces por semana.

¿Cómo cuida su salud, siendo las trasnochadas parte de la vida bohemia?

– Si fui bohemio, fue en otra vida. En general, mi vida ha sido más tranquila. Hace muchos años trato de alimentarme bien, de comer frutas, verduras...

– ¿Es vegetariano?

– ¡No! Como de todo pero con medida. Uno es lo que uno come.

– ¿Fue difícil componer el himno al monstruo Saprissista siendo liguista?

– (Se ríe) A mí me pidieron esa canción como parte de una campaña. Y yo advertí: ‘bueno, pero yo soy liguista. ¿No irá a haber un problema con eso?’. La la gente que me buscó me dijo, ‘No, si lo importante es que sea una canción que funcione’ ”.

– Pero ¿usted es liguista?

– Sí, soy liguista. Soy futbolero pero, ante todo, uno es un profesional.

– ¿Cómo se sintió con su participación en ese himno?

– Bien, bien... A un futbolista que se hizo en un club y tiene ahí su corazoncito, cuando le toca pasarse a otro lo hace. Si lo hace un futbolista, ¿por qué no lo puede hacer un músico?

–¿Cómo afloran las musas?

– Yo no me siento a escribir sin tener claro qué es lo que voy a hacer. Esa musa es que, sencillamente, la mente sigue trabajando en una idea hasta que la realiza.

–Si le ofrecieran un puesto político, ¿lo aceptaría?

– Yo tengo un problema: me cuesta mucho afiliarme a un partido. De joven, estuve metido en política en cuerpo y alma y salí garroteado. Temas como la corrupción y la falta de principios son cosas que me vuelven difícil asociarme a un partido.

–¿Reza?

– Ehhh, últimamente.

–¿Cómo se ve dentro de diez años?

– Me veo un poco haciendo lo mismo. Ya es una vida que tengo elegida. Es una vida de comunicar, escribir, hablar, cantar... Ahora, estoy a punto de publicar un libro de cuentos para niños.

– ¿Y cuándo sale este libro?

– A finales de febrero. He estado escribiendo cuentos para niños en los últimos años.

– ¿Cómo se llama?

La risa contagiosa.

–¿Qué guarda en su mesita de noche?

– Eso es un desorden. Yo soy el típico desordenado en apariencia ordenado. Quien abra mi gaveta se va a encontrar desde una galleta de hace dos años, hasta un cortauñas y el pasaporte... ¡no sé!

– ¿Su primer pensamiento del día?

– (Suspira) Desde hace un tiempo para acá, tengo dos pensamientos. Uno es Fidel, y el otro, mi novia, Angélica.

–¿Qué carga siempre en la valija cuando sale de viaje?

– Hay cosas que nunca se me quedan: el libro para el viaje porque detesto las peliculitas en el avión. Nunca me falta una almohada, porque eso de estar despierto en un avión me parece terrible. Y, ¡no sé! Siempre llevo mi bolsita de cosas. Soy ‘muy idiático’, como decían las señoras de antes.

–Un antojo.

– Ahora casi no puedo tomar café por mi colitis crónica. Pero un cafecito con un tostelito es mi antojo predilecto.

– ¿Le teme a la muerte?

– Le temía antes. Hace un tiempo que ya no.

–¿Qué actitud toma ante la gente negativa?

– ¡Ja! Lo que pasa es que depende de la negatividad. Con el pesimista no tengo problema. Detesto –y detesto pocas cosas en la vida–, a la gente que es cerrada en que las cosas no se pueden o no se deben hacer.

–¿Cuántos amigos tiene?

– Tengo cuatro o cinco muy buenos amigos en la vida. Y luego un buen grupo de amistades.

–¿Acudiría a la fertilización in vitro si fuera necesario?

– ¡Por supuesto!

–¿Está a favor o en contra del Plan Fiscal?

– (Se ríe) ¡Qué difícil! Es fácil decir que uno está en contra, pero también entiendo por qué está ahí. De lo que sí estoy en contra es cuando las cosas se hacen sin dialogar.

– ¿Un mensaje para los diputados?

– No quisiera estar en los zapatos de los diputados. A veces, me cuesta llegar y decir, sencillamente, que son unos incapaces y ladrones... ¡no! Ellos son el reflejo del país que tenemos.

–Si se topara a la Presidenta, ¿qué le diría?

– Le diría: ‘¡Hola!, ¿cómo estás? ¡Qué dura te está tocando!’

–¿Qué le regala a su país?

– Humildemente, le doy mi trabajo.

–Un sueño...

– (Sonríe)... Ehhhh... Prefiero hablar de utopías y no de sueños. En el sueño estoy dormido. En la utopía estoy despierto. Soñando despierto con un país mejor, respetuoso de su cultura y de su identidad.