‘Escuela para todos’: el almanaque que nació hace más de medio siglo por el amor a enseñar

La publicación que año con año se imprime y se distribuye en toda Centroamérica, es un libro de culto, educativo y con una dosis de amor al prójimo en cada una de sus páginas. Conozcamos la historia.

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“Hace 50 años vivía en Alemania un niño que tenía una abuelita muy buena, muy cariñosa, como eran esas viejitas de antes, que siempre tenían tiempo para todo y para todos. Que no eran mezquinas ni con el cariño ni con el consejo. Allá en Alemania los inviernos son muy largos, muy fríos y el niño muchas veces no podía ir a jugar.

”Tenía que quedarse entre la casa y entonces le decía a su abuelita: ’Abuelita, cuéntame un cuento’. La viejita, siempre paciente, se levantaba a coger un almanaque que contenía muchas cosas interesantes y muchas historias bellas. Siempre encontraba un cuento nuevo para leerle a su nieto. Pasaron los años, la abuelita murió, el niño se hizo hombre y le tocó rodar tierras. Por último se vino a vivir aquí a Centroamérica. Conoció a nuestros campesinos y a sus niños y se puso a pensar que también a ellos les podría gustar un almanaque como el que tenía su abuelita. Ahora este señor espera que el Almanaque ICECU vaya a ser del agrado de todos ustedes”.

Esta tierna historia fue narrada en 1966 para presentar el primer Almanaque ICECU, ahora conocido por todos los costarricenses y los centroamericanos como el libro almanaque Escuela para todos. Ese niño que creció fue el doctor Dr. Roderich Thun Stotzingen, un hombre bueno que se enamoró de una tica que, al igual que él, tenía un gran corazón y un compromiso de ayudar a los demás.

Las almas del doctor Thun y de Manuela Tattenbach Yglesias fueron unidas por el destino y su historia de amor se tejió entre papel, tinta y el servicio a los demás.

Amor hecho cultura

Don Roderich y doña Manuela viajaron por el mundo, aprendieron sobre culturas y alimentaron su conocimiento; pero bien dicen que eso de que la tierra jala es algo muy fuerte y doña Manuela extrañaba mucho a Costa Rica por lo que convenció a su marido para vivir aquí y asentar su hogar en una finquita detrás de los cerros del volcán Irazú.

Allí, en medio de la naturaleza, viviendo de cerca las peripecias de los campesinos, fue como encontraron una vocación de enseñanza y de servir al prójimo; legado que, hoy por hoy, y más de 50 años después se mantiene vivo en las páginas de Escuela para todos que todos los años se publica y está cargado con información de mucha utilidad para las personas que trabajan en la agricultura y ganadería.

“En su casa empezaron a tener contacto con campesinos de la zona que no tenían acceso a la educación formal o a periódicos. Los campesinos llegaban a preguntarles sobre diferentes temas. Don Roderich era un gran conocedor de la astronomía entonces les explicaba sobre estos temas y otros propios de la naturaleza”, recordó José Miguel Yglesias, familiar de doña Manuela y actual director ejecutivo de Escuela para todos.

Los esposos notaron que las personas que buscaban en ellos dirección no sabían ni leer ni escribir, así que doña Manuela se puso a la tarea de enseñarles. Su casa se convirtió en una escuela para estos campesinos, una escuela para todos.

La sensibilidad del matrimonio fue creciendo y buscaron la manera de ayudar de una manera más universal a sus vecinos, así que con la colaboración de otro costarricense destacado como lo fue Cristian Tattenbach Yglesias, propusieron en la Asamblea Legislativa la creación del Instituto Centroamericano de Extensión de la Cultura (ICECU), con el objetivo de apoyar la educación y de responder a las preguntas e inquietudes que tenían los ciudadanos de la época sobre mundo que los rodeaba.

Así fue como en 1963 nació el ICECU, que en un principio presentó el famoso programa radial Escuela para todos (luego pasó a llamarse Oigamos la respuesta), que todavía se transmite a diario en más de 90 emisoras de Costa Rica y el resto de Centroamérica.

“El proyecto estaba dirigido a los sectores rurales, a los campesinos de toda Centroamérica. Se aprovechó la llegada de los radios de transistores a la población”, explicó Yglesias.

Sin embargo, en su afán de llevar conocimiento e información útil a más personas, los esposos pensaron en un medio más para lograrlo. Así fue como idearon el libro almanaque, para que las respuestas a los cuestionamientos quedaran por escrito y sirvieran como una referencia a consultar en cualquier momento.

“La idea surgió a partir de la experiencia que don Roderich había tenido cuando su abuelita le leía los cuentos de un almanaque”, agregó Yglesias.

Informativo y de utilidad

Un par de años después, en 1966 se publicó el primer libro almanaque Escuela para todos, escrito en un lenguaje sencillo de comprender y con la misión de ser una guía y un apoyo. La portada de esa primera edición fue ilustrada con la imagen de un campesino tocando una marimba frente a dos mujeres que, posiblemente, se dirigían a la iglesia porque llevaban velos sobre sus cabezas.

Las páginas internas del libro traían en primera instancia el calendario de 1966 con páginas ilustradas con dibujos de animales representativos de la región y con una especie de agenda para apuntar eventos importantes del año. Cada mes traía las fechas de los feriados así como las celebraciones del santoral, y las fases lunares.

Más adelante se encontraba las fechas importantes de los movimientos de las mareas, información de suma importancia para los pescadores. Las fechas aproximadas de los partos de los animales, cómo realizar un injerto vegetal, reportajes de historia centroamericana e internacional y hasta un documento con información sobre gastroenteritis, la salud dental y lo peligroso que es para el ser humana una lombriz llamada anquilostoma; esos fueron algunos de los temas tratados en dicha edición.

El entretenimiento también fue parte importante de ese primer ejemplar que presentó cuentos tradicionales como el de El zapatero remendón y el rico; chistes, pasatiempos, adivinanzas y hasta un cancionero con las letras de temas de Luis Aguilar, Lola Beltrán y Lucha Villa.

“Es un libro de lectura fácil, sencillo y transparente. Doña Manuela decía que tenía que tener la mirada de un niño: limpia y transparente. Ella quería que cualquier persona pudiera entender lo que se publicaba, ya fuera alguien que no conociera nada del tema o alguien que manejara más información al respecto”, comentó Yglesias.

Desde el principio, la publicación tuvo claros muchos objetivos y principios. La paz, la libertad, el espíritu centroamericanista y la inclusión han sido estandartes del libro.

“Buscamos fortalecer los lazos de unión de la región. La gente disfruta mucho de leer sobre las leyendas, tradiciones y aspectos propios de las culturas de los países centroamericanos”, agregó el director.

Con el pasar de los años, el libro Escuela para todos se separó del Icecu y se formó la Fundación Escuela para todos; sin embargo, siguen funcionando como dos organizaciones “hermanas siamesas” con las mismas metas y objetivos.

Actualmente, el libro almanaque se distribuye en Costa Rica, Belice, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Panamá. También ha llegado la publicación a otros lugares del mundo tan impensados como Japón y Europa.

Hecho por y para la gente

Desde siempre, la razón de ser de Escuela para todos ha sido ayudar en la educación y el trabajo de las personas. En la editorial la publicación no se considera como un libro de texto para la educación formal, pero sí un servicio formativo e informativo para el pueblo centroamericano.

De acuerdo con Yglesias, la publicación se ha destacado por estar orientada a facilitar conocimientos a quienes los necesitan, respetando de manera profunda la manera de pensar del campesino, sus religiones y credos políticos. “Se considera a toda persona como un ser único que tiene un nombre frente a Dios. Nuestros fundadores inculcaron siempre que el libro trata de decir la verdad hasta donde se pueda averiguar y comprender”, afirmó.

Por eso, la elaboración de los artículos siempre cuentan con el apoyo de expertos en los temas que se desarrollan. “La ciencia y la tecnología van variando, es por eso que siempre buscamos la asesoría y el consejo de quienes conocen más a fondo los temas”, enfatizó el director.

La redacción de las notas y el material ilustrativo se realiza en Costa Rica. La fuerza laboral de Escuela para todos es de pocas personas, unas diez entre colaboradores administrativos y quienes realizan las notas y las ilustraciones, comentó Yglesias; pero también cuentan con el apoyo de asesores externos y colaboradores que escriben para la publicación. A estas personas se han sumado en los últimos años quienes se especializan en la versión digital de la publicación.

“Tenemos redactores especializados, por lo general la primera redacción se hace a veces con términos muy técnicos y nosotros las trasladamos a un lenguaje más sencillo, amigable y fácil de comprender. Una de las frases que más decían nuestros fundadores es que la mejor manera de manejarnos es aprender enseñando o enseñar aprendiendo”, agregó.

Escuela para todos está hecho para la gente y la gente es la que también se encarga de que el contenido del libro sea lo más útil posible. Esta relación se ha mantenido y fortalecido a lo largo de los años, ya que son los propios lectores con sus cartas a la publicación (y ahora mensajes de texto, en redes sociales y correos electrónicos) quienes hacen recomendaciones para los temas a desarrollar.

Esa relación tan cercana que han forjado con sus lectores se demuestra también cuando muchos llegan a las oficinas de la organización para pedir que les consigan algún libro de años anteriores. “La gente los colecciona con mucho cariño, los guardan como si fueran una enciclopedia para el hogar”, afirmó José Miguel. Cuenta el director que en muchas ocasiones no tienen los ejemplares físicos, pero que ellos se encargan de mandar a elaborar una copia para entregársela al lector.

“Mucho se aprende y se aplica de las historias y enfoques que nos presentan los lectores de sus experiencias de vida en zonas apartadas, rurales. Ellos son los que están en contacto directo con la naturaleza, ellos han hecho su propio contexto existencial a donde hay términos, valores y fenómenos que ellos destacan y que para nosotros son imperceptibles o no los consideramos por no estar ahí”, afirmó Yglesias.

El libro de este 2021, que ya está a la venta, fue impreso en México ya que por costo, calidad y facilidad de distribución fue una buena opción para la editorial. “El precio fue considerablemente más cómodo, hasta un 50% más barato de lo que hemos pagado. Además, el trabajo lo hacen muy bien y nos queda perfecto para ir distribuyendo desde México a cada país de Centroamérica”, explicó Yglesias. Ellos buscan la manera de llegar hasta los rincones más escondidos de cada país, ahí donde más los necesitan.

“La distribución a los rincones de cada país es complicada. Doña Manuela y don Roderich crearon un sistema de custodios que son personas, familias o empresas que reciben el tiraje de cada país y se encargan de distribuirlos”, explicó Yglesias.

Actualmente, el tiraje de la versión impresa de Escuela para todos es de 200.000 ejemplares, pero en algún momento alcanzaron hasta medio millón de libros impresos. Y como la tecnología también llegó a ellos, en la página web de Escuela para todos podrá encontrar las versiones digitales de sus publicaciones.

La web y el libro impreso van de la mano e incluso hay un equipo especializado que verifica que el formato digital refleje la calidad del impreso. Aunque la editorial ha trabajado por mantener su esencia en la página digital y en Facebook, su primordial objetivo es llegar a las personas que viven en sitios recónditos, para que se informen con el libro físico.

“El camino de la tecnología es retador, sin duda; y siempre tenemos el temor de que de alguna manera llegue a afectar nuestra parte editorial como sucede en muchas instituciones nacionales e internacionales. Ha bajado de forma considerable la demanda por el libro físico; sin embargo, también hay contrapuntos de muchas personas que nos piden que no dejemos de publicarlo porque les gusta tenerlo, tocarlo, llevarlo y hasta olerlo”, explicó Yglesias.

Una de las características del libro es el precio asequible que han tratado de mantener durante sus más de 50 años de vida, algo difícil más en estos tiempos donde la publicidad en productos impresos informativos ha bajado por la era tecnológica y el auge de los medios digitales; sin embargo Escuela para todos tratará siempre de mantenerse para su audiencia.

El legado de doña Manuela y don Roderich sigue intacto en el libro al que le pusieron mucho amor y empeño. Muchos campesinos y habitantes centroamericanos hemos aprovechado en algún momento los conocimientos que adquirimos en la publicación.

Muchos, como cuenta don José Miguel, aprendimos a leer con sus historias, aprendimos sobre historia, astronomía, ciencia y hasta nos divertimos con uno y otro chistecito blanco.