Escápese de la rutina sin salir de la capital

Muchas veces pasamos al frente de sitios turísticos de interés cultural e histórico en San José pero sin detenernos a cruzar sus puertas. Le invitamos a que redescrubra otra perspectiva de la ciudad capital

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Para muchos de nosotros es común ver a extranjeros con cámara en mano, curiosos, observando algunos puntos de atracción de nuestra capital.

Sin embargo, cuando uno se pone en el papel de turista nacional y le dicen: “el tour de hoy es un recorrido por San José”, la reacción esperada podría ser pasiva, sin ese factor sorpresa al suponer –erróneamente– que por el simple hecho de pasar con frecuencia por la capital cualquier otro día (por estudios, trabajo o simples diligencias) ya nos creemos “doña toda” en conocer los cuatro costados de la ciudad.

Afortunadamente no fue así, y este servidor estuvo a punto de perderse una forma diferente de descubrir el casco central. San José tiene mucho qué contar y qué mostrar, y aunque alguna vez hayamos visitado algunos de sus museos, siempre hay salas, galerías, exhibiciones y detalles nuevos que nos invitan a prestarle mayor atención a todo eso que se esconde detrás de las paredes que vemos con frecuencia por fuera, pero que visitamos poco por dentro.

Como parte de la campaña Vamos a turistear , y en colaboración con el Instituto Costarricense de Turismo (ICT) esta es la tercera entrega de reportajes temáticos en Revista Dominical bajo el concepto “Experiencia urbana”.

El recorrido se llama Hop on, hop off y es organizado por la empresa Costa Rica City Square. Se trata de un autobús en donde usted puede bajar y subir en las nueve paradas que tiene designadas.

En cada estación la gente se desplaza a pie por los diferentes puntos de interés para regresar e ir a la siguiente parada. Como es de esperar, todo comienza y termina en el Teatro Nacional.

Las otras ocho paradas (o puntos de encuentro) son el Museo de Jade, el denominado Paseo Gastronómico La Luz en barrio Escalante, el parque España, el Museo de los Niños, el edificio de la antigua botica Solera, el Museo de Arte Costarricense, el hotel Grano de Oro y el Mercado Central.

En dos horas el bus da la vuelta completa, pero no hay problema si se queda más tiempo distraido en algún lugar, pues otro bus pasa cada hora haciendo el circuito ya que el tour va desde las 9 a. m. hasta las 5:30 p. m.

Su costo es de ¢10.000 adultos y ¢8.000 niños y adultos mayores (incluye las entradas al Teatro Nacional y Museo de los Niños) y el servicio se da todos los días de la semana.

Desde muy temprano el recorrido lo invita a explorar el interior de la joya arquitectónica josefina, el Teatro Nacional, donde le dan un repaso de su historia, las tres esculturas importadas desde Italia (Música, Danza y Fama) y si es más curioso verá los siete escudos de las siete provincias marcados en el techo del Foyer.

Un gusto al paladar no cae mal visitando Alma de café, la cafetería del teatro.

José Miguel Venegas, quien atiende allí explicó que los visitantes piden mucho el Siete provincias , un café cosechado en cada una de las provincias del país.

“El de Limón es muy solicitado. Por lo general nos dicen que allí no hay cultivos de café, pero este grano es de la zona de Talamanca, entonces lo hace un café muy exclusivo. Es dulce achocolatado. Se sirve en prensa francesa o lo chorreamos a la mesa del cliente directamente”, explicó.

El josefino es de Tarrazú; el de Alajuela de Poás; el herediano es de Barva; el de Cartago viene de Orosi; el de Guanacaste de Monteazul, y está el de Puntarenas.

La taza vale ¢1.365 y puede ser negro o con leche.

A unos metros del teatro están los Museos del Banco Central.

Debajo de la plaza de la Cultura hay un pasaje para devolverse en el tiempo varios años antes de Cristo, con el modo de vida de los diferentes grupos indígenas del país.

Aquí es cuando uno piensa, entre broma y en serio, que hubiese preferido que me hagan un examen de Estudios Sociales en tiempos estudiantiles con lo visto en el museo, que memorizando un libro.

Actualmente se encuentra la exhibición La metáfora de los sonidos, que reune más de 60 instrumentos musicales arqueológicos de los años 500 a. C. al 1150 d. C. y de los que, de forma interactiva y con solo oprimir un botón, puede escuchar su sonido original.

También la exhibición temporal (hasta diciembre) Casi invisibles: Innovación-ruptura-transgresión, con una colección de obras de artistas costarricenses de diferentes generaciones con esculturas, óleos, dibujos y otros que rompieron esquemas, formas y contenidos de la época.

Subiendo la Cuesta de Moras se encuentra el antiguo y último refugio militar nacional, el Cuartel Bellavista y ahora Museo Nacional.

Si bien nosotros los ticos nos inflamos el pecho con orgullo de la abolición del ejército en el gobierno de José Figueres Ferrer, un 1.° de diciembre de 1948, pocos recuerdan que allí se conserva la placa en donde el mandatario dio un mazazo a uno de los torreones como acto simbólico del histórico hecho.

Además, la gente puede recorrer los calabozos de la época con firmas en sus muros y escritos de “Viva Otilio Ulate”, entre otros.

Como si la lección de historia no fuera suficiente hay salones recreando la casa de Raúl Zeledón García, último Comandante de los años cuarenta; la biblioteca personal de Mauro Fernández; la cama, mesa y espejos de León Cortés y un escritorio donde se cree Pacífica Fernández diseñó la primera bandera, en el siglo XIX.

Otra de las atracciones que llaman la atención son la cantidad de objetos arqueológicos (la mayoría metates o esfinges de piedra) que han sido decomisados, expatriadas, entregadas o halladas.

Es algo así como sintonizar NatGeo pero con casos criollos y sin un televisor que se lo cuente, porque lo está viendo con sus propios ojos.

Algunas de esas piezas fueron decomisadas en Roma y Texas. Incluso, una de ellas se explica que fue hallada en un basurero.

Como el caminar necesita su combustible la parada por barrio Escalante lo llevará al Paseo Gastronómico La Luz , con seis opciones para alimentarse (no incluidas).

La siguiente escala sí está contemplada en el paquete turístico, y es la entrada al Museo de los Niños (a ¢3.000).

Luego de esquivar parte del tráfico josefino se hace una visita al Museo de Arte Costarricense, en La Sabana.

Cualquier persona –aunque no tome este tour– puede ingresar a sus instalaciones, pues la entrada es gratuita.

La cereza en el pastel la da la última parada, al filo de las 5 p. m. Una cita con uno de los negocios más longevos del Mercado Central, la sorbetera de Lolo Mora.

“Es un negocio familiar que se ha convertido en todo una tradición para los costarricenses. Nosotros tenemos un único helado de sorbetera que es de vainilla con canela. Su precio mediano es de ¢1.700”, dijo Esteban Rodríguez, quien atiende el negocio de 114 años de existencia.

Si bien a San José lo hemos visto muchas veces, no solemos darnos la oportunidad de conocerla más a fondo, desde sus entrañas, como haría un turista internacional, pero más barato.