En un minuto se apagó la llama

Juegos de Londres ratificaron que estamos lejos de la élite

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Las esperanzas que tenía el país entero de ver la cinta púrpura sosteniendo una medalla sobre el pecho henchido de un hijo de esta tierra, se diluyeron casi tan rápido como corre Nery Brenes los 400 metros lisos en una pista de tartán.

En menos de un minuto, los ojos llenos de ilusión de los ticos fueron reemplazados por otros incrédulos, incapaces de fijar la mirada en un punto del horizonte, quizá porque en ninguna parte encontraban una respuesta de por qué nuestro mejor atleta quedó eliminado apenas en su primera carrera en Londres.

Esos 45 segundos con 65 centésimas que duró Nery en completar el circuito marcaron el destino de Costa Rica en los Juegos Olímpicos que se disputaron del 27 de julio al 12 de agosto en la capital británica.

El Comité Olímpico dirigido por Henry Núñez presentó 11 atletas en esas justas pero, sin duda, las mayores opciones de cosechar una presea recaían en el limonense Brenes.

Campeón mundial en pista cubierta, acostumbrado a correr con la élite mundial, dueño de una de las 100 mejores marcas de todos los tiempos (44.85), Nery era firme candidato al podio y nos hacía soñar con que a lo mejor podríamos escuchar el Himno Nacional en la Villa Olímpica de Stratford (un honor reservado solo para los campeones olímpicos).

Pero una lesión menospreciada, casi inadvertida, o a lo mejor una mala estrategia de carrera, echaron por tierra las aspiraciones nacionales.

Cualquiera de las dos causas que haya pesado más nos hizo recordar que ya van 16 años y cuatro Olimpiadas desde la última vez que un atleta con pasaporte costarricense se trepó a un podio olímpico.

Los demás seleccionados nacionales estaban muy lejos de aspirar a una medalla. Algunos podían dar la sorpresa y colarse entre los diez mejores. Más allá de eso era una quimera.

Andrey Amador entraba en esa categoría por sus atestados de la temporada; sin embargo, una mala decisión en la prueba de ruta de ciclismo lo dejó fuera del grupo que peleó las primeras posiciones y terminó de 35.

Leonardo Chacón comenzó la segunda de las tres competencias de triatlón metido entre los 18 mejores, pero una caída en el ciclismo, provocada por el choque con el canadiense Simon Whitfield, lo mandó hasta el fondo de la clasificación.

No obstante, su coraje para terminar la prueba pese a los golpes y escoriaciones sufridas lo convirtieron en el héroe de la delegación costarricense.

Los demás no pasaron de una actuación discreta, algunos con más razones para salir en paz que otros, pero todos en general como un nuevo ejemplo de que nuestro deporte está muy lejos de la élite mundial.

Eliseo Quesada