En un baile con la luna llena

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Todos llegaron a Quebrada Honda de Nicoya; hasta la luna llena. El salón comunal estaba a “cartón lleno” porque esa noche las marimbas seducirían a los saxofones y bajos para echarse juntos unas cumbias y boleros, y nadie podía perderse aquel acontecimiento.

“Música tropical con sabor a pampa”, anunció por el micrófono uno de los músicos de la Marimba Orquesta Maribel, que se presentó esa noche en Quebrada Honda a amenizar un baile a favor del comedor para los adultos mayores del pueblo. El grupo es todo un símbolo en la provincia. No importó el calor sofocante, ni los zancudos que revientan en las noches húmedas. La gente se lanzó a pista, sudando a chorros, mientras la marimba de madera de bálsamo sacaba sus mejores notas: “Urge quien me despierte con un beso enamorado, quien me devuelva el amor que me han negado y es que también tengo derecho de vivir...”

Dice la folclorista Lía Bonilla, experta en danza de la región, que algo que caracteriza al guanacasteco es su alegría desbordante en la música y en el baile. Y aquella noche de marimba y orquesta, los nicoyanos de Quebrada Honda sacaron lo mejor de su espíritu guanacasteco.

Sobre la pista, había una mezcla de generaciones. Los más viejos se lanzaban con boleros. Los jóvenes, con merengues y cumbias.

“La marimba es parte de nuestra identidad”, dice Max Ortega, uno de los 15 miembros de la orquesta.

“Su riqueza de sonido, comparada con otros instrumentos, es lo que la hace diferente. No es lo mismo una orquesta con piano que una con marimba”, agrega este profesor de música quien lucha, día a día, para que sus estudiantes mantengan vivas las tradiciones.