Ellas bailan hasta que el cuerpo resista

Las bailarinas de comparsa se mueven más allá del agotamiento, más allá de la música. La sangre empuja.

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Sherryl Lindo tiene 25 años, y baila cada carnaval desde hace once. “Por el ritmo, es un ritmo muy alegre”, me contesta cuando le pregunto por qué le gusta pertenecer a una comparsa. La respuesta estándar es la única que podía recibir una pregunta cajonera. ¿Acaso se le pregunta a un pez por qué le gusta nadar?

Ella forma parte del que llaman “grupo show ”, un conjunto reducido de la comparsa Los Brasileiros. Recuerda que en su niñez salía al carnaval con sus hermanos o con su tía. La fiesta tomaba todas las calles y el baile no paraba hasta la noche.

El pudor religioso impidió que Sherryl participara en el carnaval durante muchos años. “Obviamente que a mi familia no le gustaba que saliera medio chinga”, nos cuenta la bailarina, coronada con un tocado con plumas amarillas que, confiesa, solo llevan por unos 50 metros durante el carnaval, pues les resulta muy incómodo.

Su baile terminó ganándole a las reservas familiares, y ella justifica: “Es algo que llevo en mis venas, es inexplicable, corre en la sangre”. Sherryl sabe moverse y tiene “malicia”. Al menos eso se puede deducir del comentario de su compañera Laura Salazar, quien resalta estos dos requisitos para formar parte del cuerpo élite de la comparsa.

Ninguna mujer baila con Los Brasileiros sin antes pasar por el ojo examinador de Laura, quien es la dirigente de las bailarinas.

Por la calle, y en su versión más grande, Los Brasileiros tienen unos 85 integrantes. Delante del desfile bailan las niñas; en el medio, las muchachas de entre 13 a 17 años y, por último, el conjunto élite, de 18 años en adelante. “Las de este grupo somos las que tenemos que dar el show durante todo el carnaval, nuestro baile es el más comentado y somos las que tenemos que lucir mejor en toda la comparsa”, dice.

Laura es también la veterana del grupo. Tiene 35 años de edad y baila desde los 17.

Por el momento, Los Brasileiros ensayan todas las noches entre semana y hasta el día del carnaval, en la calle que está frente al barrio Roosevelt.

El director de la comparsa, Danny Sterling, dice que sigue habiendo muchísimo interés en las generaciones más jóvenes de formar parte de Los Brasileiros. Por ejemplo, cuenta que la última convocatoria de reclutamiento atrajo a gran cantidad de niños. Sin embargo, el director afirma que los costos de los uniformes no les permiten ser tan inclusivos como ellos querrían.

“Esto es un arte”, dice Sterling, quien afirma que hay un ritmo que es sello caribeño, independientemente del color de la piel. El director llama la atención sobre la mezcla de culturas que existe en su ciudad, y agrega: “Yo he visto unas muchachas chinas que se movían como cualquier negra o cualquier blanca. Aquí lo que nos une es el ritmo caribeño”.

El director ha ayudado a armar varias comparsas fuera de Limón, y reconoce sus talentos. No obstante, Sterling reafirma: “Frente a 50 ó 60 integrantes de una comparsa de San José, yo podría poner 20 de Los Brasileiros, y los de San José se asustarían; el sabor y el ritmo lo tenemos nosotros”.