El rinoceronte blanco más solitario del mundo

La supervivencia de una especie entera de rinocerontes pesa sobre un solo ejemplar: Sudán, el último macho sobre la faz de la Tierra. Si los cazadores lo alcanzan, con él morirá la esperanza

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Cercas, avionetas de vigilancia, perros guardianes y agentes armados las 24 horas durante todos los días del año. No se puede tomar riesgos. Sudán es el último macho de la subespecie de los rinocerontes blancos del norte, el último mojón que separa a los suyos de la sentencia de extinción.

Es decir, no queda más que cruzar los dedos para que Sudán finalmente haga las de los pasajeros del arca de Noé.

El rinoceronte vive en el centro de conservación Ol Pejeta, en Kenia, donde hay una clara comprensión de que un ejemplar único en el mundo merece una protección única en el mundo.

Además de todas las medidas ya descritas, el rinoceronte carga dispositivos de radiolocalización que detectan cada uno de sus movimientos para evitar que la caza ilegal aniquile la última esperanza de su especie.

Para brindarle mayor seguridad, los conservacionistas no tuvieron más remedio que mutilar a Sudán. Él ya no tiene cuerno, por lo que ahora es mucho menos atractivo para los cazadores.

De acuerdo con National Geographic , en algunas partes de Vietnam se cree que los cuernos de rinocerontes pueden curar desde la resaca hasta el cáncer. También son muy utilizados en la medicina tradicional asiática e incluso se les atribuyen propiedades afrodisíacas. Según datos de la agencia AFP, por esta razón, cada kilo puede venderse en el mercado negro hasta por $40.000, lo que hace que este negocio sea aun más atractivo que el de la cocaína.

“Con el incremento en la demanda de los cuernos de rinocerontes y el marfil, enfrentamos muchos intentos de cazadores ilegales y logramos contrarrestar un gran número de ellos, pero a menudo arriesgamos nuestras propias vidas en las líneas del deber”, afirma Simor Irungu, uno de los vigilantes que cuidan a Sudán.

Él es el último macho desde noviembre del año pasado, pero su historia dio vuelta al mundo esta semana, luego de que la campaña Keep the Rhino Rangers Safe publicara imágenes de la guardia armada que lo protege. Su objetivo es recaudar 75.000 euros para mantener a los guardias equipados y bien entrenados. Hasta este jueves, se había logrado recuadrar 47.000 euros.

Preciado esperma

En la reserva Ol Pejeta, Sudán comparte el hábitat con Fatu y Najín, dos hembras de su misma subespecie, de las únicas cuatro que restan en el planeta. Las otras dos residen en zoológicos en San Diego, Estados Unidos, y en la República Checa.

Pero Sudán ya es viejo para las artes del apareamiento. Su libido ya no es la que solía tener en sus tiempos dorados. Tiene 42 años, lo que implica que ya está en la recta final de la vida de los rinocerontes, mamíferos que pueden alcanzar un máximo de 50 años.

“Sudán podría no ser capaz de montar a una hembra para aparearse”, advierte George Paul, el veterinario de la reserva.

Además, el último macho tiene un bajo conteo de espermatozoides, lo que aminora las esperanzas de conseguir crías.

Fatu es una quinceañera, por lo que sería perfecta para la misión de repoblar de rinocerontes blancos del norte al contiene africano. Najin, por su parte, tiene ya 25 y, aunque sería capaz de concebir, sus patas son demasiado débiles como para soportar que Sudán la llegara a montar.

“Se grabaron apareamientos entre diferentes parejas en los últimos años, pero no se logró la concepción”, añade Paul.

Es por eso que los científicos del centro de conservación valoran la posibilidad de recurrir a la inseminación artificial o a la fecundación in vitro .

Ol Pejeta adquirió cuatro ejemplares de los rinocerontes blancos del norte en el 2009. Sudán fue trasladado de un zoológico de República Checa a la reserva keniana. Otro macho, Suni, murió el 17 de octubre del año pasado por causas naturales, según National Geographic . El otro de los últimos machos, Angalifu, también falleció en el 2014, pero en San Diego.

Los rinocerontes blancos del norte fueron declarados en peligro de extinción hace dos décadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, en 1960 había más de 2.000 ejemplares, pero para 1984 ya quedaban solo 15. Los rinocerontes negros, por su lado, también están en riesgo de desaparecer, pero para ese mismo año, aún quedaban unos 2.000 individuos.

Sudán, Fatu y Najín forman parte de una de las dos subespecies de los rinocerontes blancos. Los del sur se consideraban extintos desde el siglo XIX, pero los científicos encontraron una pequeña población en Sudáfrica en 1985 y, mediante varios esfuerzos, lograron traer de vuelta esta raza. El Fondo Mundial para la Naturaleza calcula que hoy hay cerca de 20.000 de ellos en los pastos africanos.

El problema para los tres rinocerontes kenianos es que no pueden reproducirse con los rinocerontes negros, pero hay una remota posibilidad de que se logre una camada con los 19 rinocerontes blancos del sur que hay en Ol Pejeta. Aunque la constitución genética no sería la misma, los expertos consideran que sería mejor opción que resignarse a la desaparición de la subespecie.

Cada día cuenta cuando de salvar al rinoceronte blanco del norte se trata. Sin embargo, Sudán todavía se resiste a dejar de ser un viejo solitario.